Cuando Barack Obama llegó a convertirse en candidato para ocupar la presidencia de los Estados Unidos era porque las herramientas del marketing diseñado desde el imperio habían encontrado en este personajillo algunos elementos atractivos para vender un producto que en coyunturas anteriores hubiesen sido imposibles de resaltar.
Obama es un afro-estadounidense –aunque maquillado- que la élite estadounidense hubiese siempre despreciado. Pero, en esta oportunidad, tratar de limpiar la mal llamada “democracia” gringa de los desastres dejados, entre otros por la dinastía de los Bush, obligaba a fijarse en un personaje como éste, insulso y agraciado, pero capaz de convencer, si se le ofrecía en un empaque publicitariamente atractivo.
Así fue. Ganó las elecciones y repitió para un segundo período. La sabiduría y el carisma de nuestro Comandante Hugo Chávez, para entonces en el ejercicio de la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela, le llevó a acercarse al “novedoso” presidente de los Estados Unidos, intentando sumar al lado de las causas de integración de los pueblos nuestroamericanos. Chávez llegó a regalarle el libro Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano, en un claro gesto lleno de simbolismos, al lado de los pueblos oprimidos del mundo y de las causas antiimperialistas. Quizás sospechaba nuestro Comandante Supremo, que la imagen bonchona y negra de Barack Obama, podría contribuir a la paz y la unidad en contra del belicismo y el dominio imperial gringo en el mundo.
Sin duda que el presidente Hugo Chávez estaba claro en cuanto al perverso personaje que, para llegar a la presidencia estadounidense debía haber pasado por todas las pruebas de fidelidad al gran capital, a sus ideas y a sus valores, siempre muy bien supervisadas por el Departamento de Estado y el Pentágono.
Barack Obama, premiado con el Nobel de La paz, no tardaría en revelarse como un belicista más, como un jefe de agresiones desde la administración política de los designios del gran capital y como el gran traidor de los ilusos votantes que en los colegios electorales lo llevaron a la presidencia. Hoy, con mayor nitidez, los pueblos del mundo observan y condenan indignados su disposición a “sancionar militarmente” a Siria, con acusaciones similares a las utilizadas para proceder de igual manera contra Vietnam, Bosnia, Irak y Libia, entre otros pueblos bombardeados inclementemente, exterminados, con acusaciones falsas y la pretensión clara de mantener el dominio sobre las principales fuentes energéticas del mundo.
Recientemente yo decía a través de mi cuenta e Twitter @ivanpadillab que “el genocida Obama sigue amenazando con atacar a Siria Y su mirada, en el retrovisor de sus bombarderos, apunta hacia Venezuela ¡No pasarán!”. Ese es el fondo del esquema de dominio imperial estadounidense. Los Estados Unidos, como centro del poder político del dominio explotador del gran capital y, fundamentalmente, sus aliados israelíes, están en la misma jugada genocida de vencer por la vía violenta ante el avance de una nueva hegemonía mundial, para la cual Venezuela, el ideario Bolivariano del Comandante Supremo y su Revolución y el hecho de que poseamos la mayor reserva mundial de petróleo y gas, nos convierten en el más apetecible objetivo militar gringo.
Hoy es tiempo de solidaridad con el amenazado pueblo sirio, es tiempo de arreciar la lucha antiimperialista y por la paz. Pero también es tiempo para que la Revolución Bolivariana y el pueblo de Venezuela, afinen sus estrategias de defensa integral de la Patria, pues la imperial fiera herida estadounidense se siente acorralada y pretende lanzar sus últimos desesperados zarpazos de muerte contra los pueblos dignos del mundo. ¡No pasarán!