Nuestro proceso revolucionario cumple 15 años en el poder, período históricamente corto pero suficiente para plantearse una seria reflexión sobre su presente y su futuro y para hacer la recopilación histórica de sus antecedentes para las nuevas generaciones y los jóvenes revolucionarios de hoy, muchos de los cuales creen que este proceso se inició en 1998 y que no saben que su orígen tiene más de 50 años.
La actual coyuntura requiere que las fuerzas revolucionarias tomen un tiempo para analizar los avances, los errores y los peligros a los cuales está sometido el proceso revolucionario, la emancipación e integración en Centro y Sur América y la urgente necesidad de parir una teoría que nos permita la unidad teórica y política para avanzar en la construcción de nuestro propio modelo de Socialismo Bolivariano del Siglo 21.
El desafío de construir nuestro modelo con un valor agregado, que es en Democracia y que nos diferencia de todos los procesos revolucionarios del mundo, nos plantea retos y confrontaciones de acuerdo a nuestros lapsos electorales constitucionales que se suman a la pugna antagónica con las fuerzas hegemónicas del Capitalismo y al avasallante imperialismo militar norteamericano, cuya expansión y poderío ponen en evidencia la fragilidad del Derecho Internacional, los Derechos Humanos y los de autodeterminación y soberanía de los pueblos del mundo.
Adicionalmente hay muy poca teoría sobre los problemas de la renta petrolera en la economía capitalista y mucho menos teoría revolucionaria sobre este grave tema que afecta y trastoca toda nuestra economía. Son áreas medulares en las que poco se ha avanzado en el campo teórico de los revolucionarios, así como en los problemas globales que generan la acumulación de capitales, los mercados financieros y el poder económico de las corporaciones y trasnacionales.
Por otra parte estamos obligados a construir un modelo que genere niveles de producción de bienes y servicios suficientes para satisfacer la demanda interna y desarrollar nuestras potencialidades exportadoras, con la necesaria capacidad de distribución de los modelos socialistas a fin de cerrar las brechas y desigualdades, para lo cual será necesario innovar, especialmente en el tema medular de la propiedad estatal de los medios de producción, la realidad de las experiencias históricas y las alternativas ante el predominio económico de las leyes del capital.
Pero ante la magnitud de los temas teóricos que apenas menciono, también existen los problemas internos a los que estamos obligados a dar respuestas claras y tangibles que permitan avanzar en las soluciones a corto y mediano plazo. Tenemos serios problemas de productividad, es necesario romper el esquema IV republicano de resolver nuestra improductividad con la importación que genera una onerosa inversión en divisas, que no resuelve el problema y que sólo sirve para correr la arruga y generar empleo y riqueza en los países a los que le compramos lo que no producimos. El problema de improductividad no es sólo en el agro, ni en las empresas de Guayana, es tan general que hasta la industria petrolera tiene estancada su producción.
El tema de la inseguridad sigue siendo grave y es el principal problema del país para toda la población, ligado a la descomposición del núcleo familiar, a los antivalores del modelo capitalista, a la alta deserción escolar, a la corrupción y a la impunidad entre otros elementos, obligándonos a evaluar nuestras respuestas y metas sobre este delicado y complejo problema. Además es perentorio construir consenso mayoritario sobre nuestro modelo educativo y las metas de desarrollo social y económico. Es imperativo un Congreso para el debate revolucionario!
@williancontigo / aw.logistica@gmail.com