La historia la construyen los guapos, los valientes toman siempre la peor y mejor parte, se lanzan al peligro, se enfrentan a Goliat, no retroceden al tiempo, se le cuadran al desafío; nuestros héroes lo recordamos por sus hazañas más que por sus palabras, nos llenan de orgullo hablarlos, cuando lo mencionamos arde nuestra sangre.
La peor parte es para los guapos, sacrificio extremo, trabajo arduo, cruzan el fango sin jamás soltar su fusil, saben a qué vinieron, son conscientes que su siembra fructificara en justicia y felicidad.
No estoy de acuerdo con el pacifismo, creo en la lucha, en la batalla en cualquier terreno, me encabrona la moderación, eso de táctica que nos deforma, eso de un paso adelante y dos para atrás, muchas veces no lo aplicamos bien, y nos confunde para que no seamos oportunos.
Si actuamos cambiamos la historia, reorientamos el rumbo, si reaccionamos nos sacudimos, la paz sin justicia es peor que la esclavitud, preferible es la guerra hasta lograr justicia y paz perdurable.
A Chávez lo vimos gigante un 4 de febrero, supo a pueblo con el fusil en la mano, corrió tras los pasos de Bolívar, quiso tomar su estrella, y la alcanzo. Se ganó el derecho a la palabra con su heroicidad, nos cautivaba el hombre desafiante, oportuno, amador de su pueblo, valiente, y comprometido.
Si Che no desciende de la Sierra como barbudo, si hubiese dado la espalda al pueblo por un cargo, si se hubiese puesto saco y corbata en lugar de chamaco. Si no se descamisa y suda con el pueblo, por supuesto que nadie lo conociera, lo hubiera extinguido el tedio, se lo hubiese llevado el viento.
Admirables son los hombres de acción, los que nos dicen quienes son por lo que hacen no por lo que dicen, los que se comprometen por completo, los que conquistando su estrella se ganan el paraíso.
El Reino de Dios no se hizo para cobardes, la Gloria se le escabulle al que no se arriesga ¿Verdad Aquiles?
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