Burguesía, corrupción y socialismo

En los primeros días de octubre el vicepresidente Jorge Arreaza, durante un acto en el estado Aragua, realizó un llamado a “la empresa privada nacionalista y patriótica”1, para sacar adelante un modelo productivo que satisfaga las necesidades de los venezolanos. De esa forma se superaría el capitalismo periférico rentista que se impuso en Venezuela durante el siglo XX.

 
Supongo que a muchos estas afirmaciones de Arreaza les suenan un tanto extrañas. Tan extrañas como otras afirmaciones de otros altos funcionarios del gobierno bolivariano que enfatizan en que “la corrupción es generada por el capitalismo”, de las cuales se desprendería, lógicamente, un combate directo contra las principales expresiones del capitalismo presentes dentro de las mismas filas bolivarianas.
 
Pero resulta que en esta revolución han surgido grandes fortunas boliburguesas. Para muestra un botón: el empresario Wilmer Ruperti, dueño entre otras cosas del televisivo Canal I. Otros botones: el importante grupo empresarial que adquirió Globovisión, el similarmente importante grupo que compró la cadena Capriles, o los propietarios de bancos como el BOD o Banesco, muy fieles a Chávez y a Maduro, y cuyas ganancias han crecido fantásticamente en estos 14 años de revolución.
 
Si se pretende construir el socialismo, si se busca combatir la corrupción “generada de forma natural por el capitalismo”, es bastante contradictorio el estar creyendo a estas alturas que existe una burguesía “nacionalista y patriótica”.
 
Si el capitalismo genera de manera natural la corrupción, lo correcto sería expropiar implacablemente a las grandes empresas de la burguesía criolla. Porque burgués es burgués, aunque se vista de rojo rojito, aunque establezca acuerdos con el gobierno bolivariano.
 
Todo el pueblo venezolano sabe que si existen empresarios venezolanos dispuestos a negociar y acordar con el gobierno de Maduro es porque esos empresarios obtendrán jugosas ganancias de los acuerdos alcanzados. Y todo el pueblo venezolano sabe que las ganancias de la burguesía, aquí y en cualquier lugar del mundo, son obtenidas a costa de la explotación de los trabajadores y de la expropiación de las riquezas producidas por esos mismos trabajadores.
 
Por eso, la afirmación de Arreaza al catalogar a un sector del empresariado venezolano como “nacionalista y patriótico” nos causa una profunda extrañeza. No creemos que el vicepresidente no conozca el verdadero carácter de la burguesía como clase. Tampoco podemos creer que Arreaza ignore que el propio Chávez reconocía que en Venezuela no existía una burguesía nacionalista, y que por tanto el socialismo era una necesidad ante la absoluta inviabilidad histórica de un proyecto de cambio “nacionalista-burgués”.
 
Chávez propuso el socialismo porque estaba convencido que la democracia burguesa y el capitalismo dependiente como proyecto político era una burda demagogia de los adecos, copeyanos y grupos similares, que no son más que representantes criollos de los intereses del capital multinacional hegemonizado por el gobierno gringo.
 
La lucha de clases planteada en Venezuela hoy, en octubre de 2013, es contra la burguesía mundial y sus representantes criollos. No es una lucha contra Capriles, Ledezma o Leopoldo López en lo personal, porque sean antipáticos, conspiradores, saboteadores, y otras características que puedan poseer cada uno de los líderes de los partidos opositores. La lucha es contra ellos como representantes de la burguesía mundial, como representantes del imperialismo yanqui, como buenos ejecutores de las directrices del capital mundial.
 
Luchamos contra Capriles porque él representa los intereses de la burguesía, tanto la criolla como la extranjera (aclarando que dicha burguesía criolla es una simple auxiliar del capital mundial).
 
Si el gobierno bolivariano acuerda con la burguesía venezolana, con esa supuesta burguesía “nacionalista y patriótica” que señala Jorge Arreaza, pues dejaría de luchar por el socialismo y dejaría de luchar contra la corrupción. Pues burguesía y corrupción son sinónimos, como repiten todos los días los mismos ministros de Maduro. Y socialismo y capitalismo no son compatibles, como tantas veces nos dijera el propio presidente Chávez.
 
El gobierno podría acordar con ese supuesto empresariado “nacionalista y patriótico”, y seguir luchando contra Capriles-Ledezma-López y demás líderes opositores. En ese caso, esta última lucha pasaría a ser una simple pantomima, pues si la burguesía cuadra con el gobierno bolivariano, será porque no necesita a Capriles y su combo como representantes.
 
Diría la burguesía en ese caso: ¿Para qué necesitamos a Capriles, si podemos negociar directamente con Maduro?
 
¿Cuál es entonces el camino? En vez de estar mirando hacia un fantasioso empresariado “nacionalista y patriótico”, sería bueno que el gobierno mirara hacia los trabajadores y campesinos que sí son verdaderos nacionalistas y patriotas, que lo han demostrado en estos 14 años de revolución, que han dado la cara en todos los momentos en que ha sido necesaria la defensa incondicional del proceso bolivariano, que están sumamente preocupados por esas veleidades y coqueteos con la burguesía que ejercitan altos funcionarios del gobierno2.
 
Tal vez la única salida posible que puede garantizar la continuidad de la revolución está en fortalecer la participación del pueblo trabajador en todas las instancias de poder. Después de todo, en país alguno se ha fortalecido un proceso revolucionario socialista gracias al respaldo de los grupos empresariales representantes del más genuino capitalismo neoliberal y salvaje.
 
Dejemos de creer en pajaritos preñados y aterrizemos en las verdaderas prioridades de esta revolución. Antes de que sea demasiado tarde y la revolución bolivariana se hunda por obra de las derechas que lo asedian, tanto la endógena rojo rojita como la exógena blanca, verde, azul y amarilla.
 
2Merentes a contravía de Chávez: ¿Qué esconde la Guerra Económica contra el Proceso Bolivariano?


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Roberto López Sánchez

Roberto López Sánchez (Caracas, 1958). Profesor Titular de la Universidad del Zulia (LUZ) con ingreso en 1994. Licenciado en Educación (LUZ, 1994). Magister en Historia (LUZ, 2005) y Doctor en Ciencias Políticas (LUZ, 2013). Actualmente dicta 6 materias en la Licenciatura de Antropología en LUZ: Historia de América; Historia de Venezuela; Intercambios Económicos; Poder y Movimientos Sociales; Culturas Afroamericanas; y Modo de Vida e Identidad Nacional. Ha dictado seminarios a nivel doctoral y nivel maestría en universidades venezolanas; y seminarios de Historia de Venezuela en universidades de Chile y España. Actualmente coordina la Unidad Académica de Antropología. Ha dirigido proyectos de investigación a través del CONDES-LUZ, y CLACSO. Línea de investigación: estudio de los movimientos sociales. Ha publicado más de 50 trabajos científicos. @cruzcarrillo09

 @cruzcarrillo09

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