Hagamos un repaso necesario: una de las principales motivaciones de Hugo Chávez a su llegada a Miraflores, en 1999, fue luchar contra la burocracia heredada del puntofijismo. Así, el chavismo avanzó contra la podrida estructura de la IV República que se había desplegado por todo el aparato estatal en Venezuela antes del triunfo de la Revolución Bolivariana. Incluso en la Constituyente aparece esta idea, bajo la necesidad de una transformación profunda del Estado en beneficio de las grandes mayorías y no de algunos particulares que ocupen lugares de funcionarios públicos para beneficio personal, como se pensaba desde las viejas estructuras tradicionales -Acción Democrática y COPEI-.
Chávez le agrega a esa lucha, además, la idea de los “valores socialistas”, es decir, de configurar un proyecto colectivo, no personal, que se plantee la transformación radical de la sociedad. Esto se da desde 2005, bajo la idea de “Socialismo del Siglo XXI”, y con el posterior planteamiento de los Consejos Comunales y Comunas como principios vectores de la participación protagónica de la sociedad en la toma de decisiones. Hay, en esta idea de reivindicación de valores que mencionábamos, cierta influencia del Che con aquello del “Hombre Nuevo”, para atacar desviaciones personales, y reivindicar el papel colectivo en el proceso de emancipación de los pueblos. Este es un contrapunto innegable con el individualismo heredado en todo el continente por la década del 90, bajo la esfera de ajustes, acuerdos con organismos multilaterales de crédito, y el “sálvese quien pueda” del mercado.
Maduro y la lucha contra la burocracia
Volvamos, sin embargo, a este 2013 convulsionado para la Venezuela Bolivariana. Durante las últimas apariciones públicas de Maduro relacionadas al eje burocracia, se advierte algo interesante: aparece la noción de que efectivamente hay que atacar el problema en su totalidad, ya sea esta “amarilla” -por el partido Primero Justicia en la MUD, implicado en sucesivos casos de corrupción-, o vistiendo “prendas rojas” -por casos dentro del propio PSUV y/o dentro de la estructura estatal actual-. Esto ha tenido acciones concretas en el último periodo: a mediados de octubre se avanzó en la detención del alcalde del municipio Valencia, Edgardo Parra, quien había llegado a ese cargo desde el propio PSUV. Maduro dijo “acá no hay protegidos de ningún tipo” y aceleró investigaciones, que descubrieron que Parra había montado una oficina para hacer gestiones y cobros ilegales, y que había contratado a 14 cooperativas y 2 empresas privadas para hacer diversos servicios. ¿Cuál era la particularidad del caso? Todas ellas eran propiedad del hijo del propio alcalde.
Acá aparece con fortaleza la idea de “Golpe de Timón” que Chávez ensayara el 20 de octubre de 2012, hace ya un año: prevalece la idea de avanzar contra la burocracia y la ineficiencia, aún problematizando decisiones anteriores del propio gobierno, balanceando éxito y proyección de las mismas. Maduro ha tomado nota de esto, impulsando dos fases del denominado “Gobierno de Calle”, donde recorre el territorio venezolano con su gabinete intentando brindar soluciones a los diversos problemas cotidianos de millones de venezolanos. Incluso en los diversos ensayos de participación protagónica y popular a través de los Consejos Comunales y Comunas aparece la idea de “contraloría social”, algo que habla a las claras de esa lucha, no sólo desde el seno del Estado, sino también desde las organizaciones sociales.
¿El gobierno de Maduro logrará vencer a la corrupción y el desabastecimiento?
Es una pregunta difícil, ya que hay varios frentes abiertos en el tema corrupción, como veíamos antes: el interno, y el externo, como dos partes a atacar. Sin embargo, Venezuela es uno de los pocos gobiernos a escala mundial que admite que dentro del propio Estado se está dando una pelea para frenar la corrupción, la burocracia y la ineficiencia en la gestión pública. Este es un punto de enorme lucidez y valentía de la Revolución, que admite un peligro en ese sentido, e intenta solucionarlo e ir más allá de él. Intentar ocultar estos problemas sería una bomba de tiempo. ¿Qué pasos siguen de acá en más con este tema? En primer lugar habrá que ver el éxito que tiene la propuesta de Ley Habilitante presentada por Maduro ante la Asamblea Nacional. Es indudable que la aprobación de esta ley le podría dar al gobierno mayor margen de maniobra en este sentido. También, claro, avanzar en el “frente interno”, tal como sucedió en Valencia. Los “valores socialistas” que se enumeraban en el primer punto toman ahora dimensión en esta confrontación cotidiana.
Por otro lado, también está la batalla económica que se está dando, frente a la especulación empresarial, la inflación en los productos y el desabastecimiento. La burguesía venezolana está jugando a que todo ello incida el próximo 8 de Diciembre, intentando a su vez generar una situación de inestabilidad que se traduzca en el voto en las elecciones municipales. Uno de los problemas principales de acá en más había sido sintetizado por el propio Chávez en el “Programa de la Paria (2013-2019)”: la necesidad de trascender el modelo rentista petrolero capitalista para apuntar a un desarrollo integral. Mientras esta sea una tarea pendiente, no se podrá avanzar con claridad en este aspecto, más allá de los seguimientos a corto plazo que se puedan hacer en tema inflación y desabastecimiento (Indepabis, entre otros). Esta es una tarea de primer orden para el futuro de la Revolución.
Por último, y para destacar, respecto al tema económico: la voluntad del gobierno está y es importante, pero también hace falta que las organizaciones sociales y políticas de la Venezuela Bolivariana tengan articulación en este frente de batalla. Los intereses en juego son grandes: implican a grandes empresarios, poderes concentrados en lo político y económico, y sectores que, en general, buscan desestabilizar a una de las experiencias más importantes de cambio social de nuestro continente. La derecha venezolana advierte que en abril pasado ha estado muy cerca de lograr su objetivo, y pretende dirimir “mayorías” el próximo 8D: tan sólo con un voto de diferencia en el cuadro general, se declarará triunfadora. La Revolución debe asumir el reto, y avanzar en las tareas pendientes ahora, rectificando errores y asumiendo que es el único proyecto de cambio radical en la Venezuela de hoy en día. El único proyecto que le asegurará, a sus mayorías, un futuro digno, con trabajo, salud y educación de calidad. Ahora es cuando, para profundizar y, parafraseando a Lenin, no volver jamás al pasado.
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