El silencio de la Iglesia venezolana

Si de una institución podemos hablar a través de los tiempos, poseedora de gente “culta” o “intelectual”, es desde luego de la Iglesia y en especial de la iglesia católica, la cual ha subsistido a través de la historia precisamente por adaptarse a los cambios y visualizar un liderazgo, que a la luz de los dogmas y tratados litúrgicos, deben representarla en la sociedad.

Mucho se ha discutido por diversas razones, ideológicas, políticas, religiosas y sobretodo, de doctrinas sociales, el papel que la iglesia debe asumir ante los pueblos y su rol protagónico ante los cambios que sacuden a la humanidad.

El viejo dilema entre conceptos o doctrinas como el capitalismo y el socialismo, ha ocupado centenares y millares de debates o discusiones en momentos estelares de la iglesia . Se ha puesto de manifiesto en discursos papales y encíclicas, con posiciones respetables y críticas, que hablan de su papel ante la búsqueda de respuestas y soluciones a los problemas del hombre; más allá de lo espiritual.

Uno de los aspectos a los cuales ha estado ligada la Iglesia por razones de su misma subsistencia, es el poder y específicamente el poder político. En el caso venezolano sobran los ejemplos y muchos de ellos, recientes y cuestionables. Todo ello más que todo vinculado a las cúpulas y a jerarquías manifiestas, quienes en nuestro caso, reflejan en la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), la mayor manifestación de su estructura formal y organizativa en nuestro país.

Actualmente, luego de la llegada al Vaticano como jerarca de la Iglesia Católica, (pues ya andaba por sus caminos a través de su carrera sacerdotal), el Papa argentino Francisco ha generado polémicas y cambios muy significativos. Su formación jesuita y su actividad clerical latinoamericana, le han puesto en la cumbre de la institución creada por el cristianismo, como legado de Jesús a través de Pedro; la cabeza visible para sus seguidores en doctrina y ejemplo; después de haber sido crucificado - el hijo de Nazaret - por los judíos en El Calvario.

Las últimas declaraciones del Pontífice y su accionar con nuevo estilo, después de los signos de corrupción que sacudían El Vaticano, han alcanzado un sismo de grandes magnitudes; hasta tal punto, que los mismos prelados y obispos del mundo, están temblando por haber subsistido a través de mucho tiempo a la sombra de modelos de poder, inspirados en el más descarado espíritu neoliberal y capitalista.

La doctrina social de la Iglesia y la cual en Latinoamérica, por la década de los 70 y 80 sacudió al mundo, con los documentos del CELAM y sus postulados inspirados en la Teología de la Liberación, parecen desempolvarse y en nuestro caso, el de la Iglesia venezolana, sacuden sus cimientos y paraliza a sus obispos, quienes mantienen un silencio sepulcral, luego de haber cuestionado las maneras de reivindicar a los pobres; sobre todo, en el período revolucionario del Comandante Hugo Chávez Frías, quien prefería un Cristo de carne y hueso y revolucionario.

Muchos registros podemos encontrar de prelados (un grupito sectario) que abiertamente manifestó su posición neoliberal y apostó hasta en un golpe de Estado, contra el legítimo gobierno de la República Bolivariana de Venezuela.

Todo lo que podríamos acumular para el debate de este tema, ya es historia. Es por eso, que sin temor a equivocarnos, podríamos sostener que la Iglesia venezolana se ha quedado en el aparato y prefiere guardar silencio, ante una realidad que está clarita en El Vaticano y la cual marca la pauta, para que despierten y se sacudan los jerarcas de la CEV o del mundo y así, puedan bailar al ritmo del tango que hoy le imprime a la Iglesia Católica el Papa Francisco… ¡Amanecerá y veremos!



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Marco Tulio Arellano

Jubilado en Pdvsa

 arellanomt@hotmail.com      @Homugria

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