Curiosamente, la rebaja de los alquileres comerciales debería traducirse en una baja de precio. Esperamos que así sea, aunque así no opera la contabilidad burguesa. Para todos los comerciantes rige determinada tasa de ganancia y esta se calcula sobre el costo total o inversión de cada período. Además, la tasa de ganancia no la gobierna ningún empresario en particular ya que la suya propia debe amoldarse a la tasa general de la economía en su conjunto.
Los alquileres comerciales representan un costo y por tanto sus rebajas se traducen en una reducción del capital en funciones, aplicado a activos fijos, tanto como si se tratara de una reducción en la cuota de clientes o de una reducción del mercado.
Los fabricantes y comerciantes suelen cargar el costo por concepto de alquiler, tanto si se trata de galpones, locales y oficinas, tanto propias como ajenas. El costo de "arrendamiento de tierras" es también capitalizado. En consecuencia, a mayores alquileres, mayor inversiones, más ganancias absolutas. La ganancia no es un resultado, sino un agregado al costo antes de ser realizada las mercancías. Por eso no se disgustan así se les encarezca el alquiler porque, además, este costo es una variante de falsos mercados.
Así las cosas, resulta obvio que también las ganancias merman o suben como consecuencia de las variaciones del precio de ese componente de medios de producción-canon-, según se encarezca o abarate el precio de la tierra, galpones y demás locales comerciales. comerciales.
De allí también se infiere que por elevados que sean los alquileres comerciales, los empresarios no “chillarán” jamás, si la empresa cuenta con clientes suficientes-lo que es obvio, porque de otra manera no podría funcionar.
Por ejemplo, una rebaja del canon podría inducir también un incremento en la tasa de ganancia a fin de conservar el monto de las ganancias absolutas. De allí que la rebaja inducida por el Estado estaría garantizando una rebaja de los precios al consumidor, y esta rebaja requiere la imposición estatal de una tope en el monto de la tasa de ganancia para evitar aquellos reacomodos contables que podrían dejar todo igual aunque todo haya cambiado.
Es muy distinto el alquiler doméstico. Estos cánones van con cargo al salario y se traducen en mermas fijas o crecientes de la capacidad de cobertura del resto de las necesidades hogareñas del inquilino. Precisamente, muchos empresarios se informan previamente acerca de la vivienda de sus potenciales trabajadores. Les interesa conocer si tienen casa propia, arrendada o hipotecada, y en los dos últimos casos se entera del monto del canon y de los intereses hipotecarios correspondientes. Los empresarios han estimado estadísticamente que el costo por concepto de vivienda ronda un tercio del salario, y según sea el monto de este así sería la calidad de la vivienda correspondiente a cada trabajador.
Los empresarios mantienen a raya el salario del trabajador, no tanto por su miserabilidad y tacañería burguesas, sino porque le teme al ahorro o capitalización parcial del salario que podría convertir a sus trabajadores en posibles competidores, trabajadores que saldrían de su empresa armados con mucha información técnica que de partida les garantizaría rentabilidad comercial en sus propias empresas.
Corolarios: las rebajas de alquileres abaratan los precios de venta, y eso se requiere limitar la tasa de ganancia tope-por lo menos, y abre las puertas a la congelación de los salarios oficiales, con libertad para que suban de acuerdo a los aportes productivos de cada trabajador.