La diferencia entre “hacer la crítica y tener que resolver la vaina”, en la jerga de R. Iturriza me recordó el dilema que planteaba Aristóbulo entre “pedir el agua y tener que repartirla”. Lo que algunos entendidos llaman el divorcio de la teoría y la práctica, pues.
Lo fácil que es hablar pendejadas, decir y escribir lo que se me antoja acerca de la decisión tal o cual y especialmente cuestionar todo, considerando sólo aspectos teóricos del asunto, el “deber ser” dirían los filósofos, olvidando que la realidad es “compleja”, quise decir “complejísima”, que si yo fuera Ministro o desempeñara tal o cual cargo la verdad es que interpretaría la realidad de manera distinta a como la interpreto ahora, cuando apeas soy un simple crítico de Ministros y de autoridades y de cualquiera que tome decisiones en el gobierno.
Ya estamos a pocas horas de los críticos en la Revolución, y los que son peores aún los criticones, la hora de “yo lo sabía”, “lo dije y no me hicieron caso”, tiempo en el que muchos y muchas invertiremos horas y horas en analizar los resultados electorales del 8D y del por qué esos resultados, los más para desde la complacencia de sus análisis certificarse infalibles oráculos de la Revolución, los menos para desde una autocrítica militante reconocer fallas del proceso que los compromete y los involucra.
Ya veremos, con la “certeza” que sólo la realidad puede ofrecer, que tan “pírricos” son los resultados a favor o en contra de los candidatos de la Revolución. A partir de allí, de esos resultados, comenzaremos a entretejer la maraña de análisis que amalgaman: duración de las cadenas de Maduro, influencia de las medidas contra la especulación y la usura, incidencia de las reuniones con empresarios, comerciantes y especuladores de cualquier calaña, impacto de plan de “socialismo rentista consumista” que abarrotó comercios en estos días agotando las mercancías, incidencia del sabotaje eléctrico, incidencia de la escasez y acaparamiento de productos, etc, etc..
No pocos analistas en las filas revolucionarias coincidirán con los opositores acerca de las causas de los resultados, especialmente en los casos en los que estos sean desfavorables a la Revolución. En la mayoría de estos casos permaneciendo en la mera superficie del análisis, sin profundizar en explicaciones que a futuro puedan contribuir a superar las deficiencias y contribuyan a fortalecer el ideal revolucionario.
Todos y todas apelaremos, por supuesto, al factor ausencia del Comandante como uno de los de mayor impacto en los resultados desfavorables a la Revolución, todos tendremos sus dosis de razón y verdad en eso, sin duda. Nadie podrá llegar a demostrar nunca cuál es el grado de influencia en cada caso.
Desde ya me anoto entre quienes apostamos a los candidatos de la Revolución, con sus defectos y errores, con sus pecados y culpas, con sus taras y defectos, ellos superan a los que ha ofertado la derecha. Estos “candidatos nuestros” representan un proyecto de país, un modelo de sociedad a construir y por tanto, más allá de las limitaciones personales y particulares de las que adolecen como revolucionarios y revolucionarias, forman parte, por ahora, de lo que los que estamos con el ideal de Chávez que en 15 años se ha sometido permanentemente a los cambios y transformaciones que la realidad le ha impuesto.
Vota los candidatos de la Patria, Chávez Vive el Socialismo con Maduro y con el Poder Popular sigue.