Como un raudo guepardo avanza el tiempo, lo lejano se torna ya imposible, así nos vamos quedando solos con nuestros sueños, los afanes de la vida nos lanzan al torbellino del nunca jamás, pero en las distancias más cortas emprendemos los vuelos más extraordinarios, incluso en aquellas donde han desaparecidos los caminos, donde el solo hecho de buscarla nos hace encontrar lo anhelado.
Prefiero ir a lo profundo de mi mismo, estacionado y abandonado tras los horizontes lejanos pero sin tiempos ni caminos, en lugar de ascender, descender en caída libre hasta reencontrarme con lo desconocido de mi alma misteriosa. Es así como me libero de las ataduras del mundo.
Por esos inefables lugares de mi propia naturaleza navego en ese gran océano de sentimientos y pasiones, y continúo procurando el más oscuro y profundo lugar donde no se escuchen ni los ruidosos recuerdos ni las melancolías o frustraciones de lo no realizado. Todo esfuerzo realizado por los grandes de la historia, el implacable tiempo y sus traviesas jugarretas lo reduce a menos que la nada. Necesitamos más que lanzarnos a las grandes empresas para encontrarnos con la plenitud de las realizaciones humanas.
El tiempo solo existe para hacernos olvidar, para menguar la grandeza de las obras imperecederas, pero también para hacernos recordar, y entre el olvido y el recuerdo robarnos el presente, lo más preciado que tenemos, lo único con sentido real, lo que vivimos ahora, no lo que fue o lo que será, pues es falso que seamos el balance de lo vivido en el recorrido que nos traza el tiempo, somos desde antes de iniciar este largo e interminable camino en el que hemos permitido que nos enjaulen.
Tu ausencia, Chávez eterno, nos revela la dictadura del tiempo, que en vano intenta arrebatarnos tus siembras. Ahora sabemos que eres real, porque a pesar de los muros de acontecimientos que se han levantado para alejarnos y confundirnos, no puede hacer desaparecer tu infantil sonrisa, la gracia de tu alegría que se hizo eterna, que nos alimenta todavía.
En tu ausencia estas más presente que cuando estabas junto a nosotros, eres ahora una fuerza mayor a la de antes, ahora te vemos transfigurado en lo infinito de la verdad revelada, en los amaneceres, en nuestras luchas, en el tedio que nos produce la rutina, en la nostalgia del caminante agobiado.
Tu fuerza revolucionaria trascendió las ideología y las doctrinas, no solo nos enseñaste el amor incondicional por la patria, no dibujaste la patria como la humanidad misma, y a la humanidad como la viva imagen y semejanza de lo que somos. En ti se derramaron las poderosas energías de la creación, primero no fuiste tú, para luego transformaste en el tu verdadero.
Tu ausencia, me revela que nunca te fuiste, eso no existe para los que caminan entre las brillantes constelaciones del amor infinito. Gracias por tu ofrenda de vida Comandante Eterno Hugo Chávez, ya no te extraño, te siento en mi espíritu renovado de amor por la justicia y la libertad de nuestros pueblos amados.