Alquimia Política

Descartes y el cartesianismo

 Vuelvo a tratar temas y categorías relacionadas con la filosofía de la ciencia porque se hace necesario que en tiempos de creación de un pensamiento con identidad nacional, se genere una discusión de altura desde la base del conocimiento universal y sus bifurcaciones; hoy le toca el turno al filósofo, científico y matemático francés René Descartes (1596-1650).

Descartes ha sido considerado el fundador de la filosofía moderna; trató de aplicar a la filosofía los procedimientos racionales inductivos de la ciencia y las matemáticas. Antes de que su método tomara interés por la comunidad científica de la época, la filosofía que dominaba era del escolástismo (escolástica), que se basaba en comparar y contrastar las opiniones de autoridades reconocidas, rechazando este sistema. Descartes estableció que la búsqueda del camino directo a la verdad, no debería solamente ocupar los objetos de los que no es posible lograr una certidumbre similar a las de las demostraciones de la aritmética y la geometría, por lo cual era necesario determinar la verdad con instrumentos de comprobación científica, y no creer ninguna verdad hasta haber establecido las razones para creerla.

Las investigaciones de Descartes, parten de un único conocimiento seguro, cogito, ergo sum (pienso, luego existo), que en un principio tenga la clara consciencia del pensamiento prueba su propia existencia, manteniendo la clara creencia de la existencia de Dios, que creó dos clases de sustancias que constituyen el todo de la realidad: una sustancia pensante, o inteligencia, y la otra la sustancia extensa, o física.

La filosofía cartesiana, como también se le conoce, llevó a elaborar explicaciones complejas y erróneas de diversos fenómenos físicos, sin embargo, tuvieron el valor de sustituir los vagos conceptos espirituales de la mayoría de los autores clásicos por un sistema de interpretaciones mecánicas de los fenómenos físicos; Descartes renuncia a su primera concepción de un sistema de planetas que rotaban en torno al Sol, cercana a la teoría de Copérnico sobre el Universo, cuando fue considerada herética por la Iglesia católica; ideó la doctrina de los vórtices o torbellinos de materia etérea, en la que el espacio estaba pleno de materia, en diversos estados, girando alrededor del Sol.

En un estudio reciente (René Descartes: De ómnibus dubitandum, de Diego Morillo-Velarde, Madrid, ediciones EDAF, 2008), el autor expone que Descartes se interesó por el método el cual consistía en un conjunto de reglas que llevan al investigador de lo intuitivo a lo deductivo, del análisis a la síntesis; la problematización del tema era si esa regla del método podía ser aplicable a todos los campos del saber.

Otro aspecto importante en el pensamiento cartesiano fue su reconocida duda metódica, la cual consiste en descubrir proposiciones de cuya verdad no se puede dudar; el método ayuda a descubrir, es un camino hacia una aclaratoria. Desde su comienzo es un método que duda, porque alcanza delinear elementos que le clarifican, en buen término, cuánto de absoluto o relativo es indagado.

Para Descartes hay varios niveles de esa duda: primero es desconfianza hacia el conocimiento; segundo es el argumento del sueño y la vigilia, en donde el investigador se le hace confuso entender la verdad aparente. Imaginada, de la verdad real o verdadera; tercero es el producto de una causa divina inexplicable o Dios engañador. En este aspecto dice Morillo-Velarde, citando a Descartes: ¿quién me puede asegurar que ese Dios no haya hecho que no exista tierra, ni lugar, y que, sin embargo, yo tenga la sensación de que todo eso existe tal como yo lo veo?; y el cuarto nivel, en el cual Descartes destaca, en lo profundo de ese misticismo indescifrable, que hay un genio maligno que emplea toda su astucia para engañar a quien indaga. El argumento cartesiano es que desde las antiguas opiniones y conocimientos que se tienen, no hay nada certero para afirmar que algo es verdadero de una manera innata: ni lo que nos informan los sentidos, ni las verdades matemáticas, ningún mundo externo, ni siquiera un cuerpo. En una palabra, Descartes llega a la conclusión que ninguna proposición que esté basada en la experiencia, ni las matemáticas, puede ser considerada absoluta; todas esas proposiciones nacen y transitan por una duda metódica; en consecuencia, esto supone un rechazo a la experiencia sensible como fuente y origen del conocimiento. *.-azocarramon1968@gmail.com



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Ramón Eduardo Azocar Añez

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

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