El próximo 5 de marzo se cumplirá un año del fallecimiento del entonces presidente venezolano Hugo Chávez. Sin embargo, éste ya había delegado sus funciones en Nicolás Maduro en diciembre pasado, antes de viajar a La Habana para su última intervención quirúrgica. Es por ello que podríamos afirmar que estamos arribando al primer año de la Revolución Bolivariana sin Hugo Chávez. ¿Qué cambió en la política venezolana con su ausencia? ¿Cuál es el primer balance que podemos hacer de Maduro al frente del Ejecutivo?
Fue el 14 de abril de 2013 cuando Henrique Capriles quedó a un paso de la presidencia de Venezuela. La pequeña ventaja de Nicolás Maduro (sólo 1,5%) salvaguardó –por poco- un cambio de gobierno que parecía impensado un mes antes, durante las masivas movilizaciones de un pueblo que, en las calles, lloró y vitoreó a Hugo Chávez. ¿Qué cambió en comparación con diciembre, donde la diferencia fue mucho más holgada? El propio Nicolás Maduro lo explicó días atrás, durante una extensa entrevista concedida al periodista Roberto Malaver[1]. Allí, afirmó que, en comparación con las elecciones de octubre de 2012, el 14 de abril unos 870 mil militantes del chavismo no fueron a votar.
De acuerdo a Maduro, y tras la realización de focus groups y diversas encuestas para dar cuenta del motivo de estas faltas a la jornada de votación, se determinó que en un 97% esas ausencias habían sido producto de “depresión y tristeza” por la muerte de Chávez. En la misma entrevista, el presidente venezolano afirma que en las pasadas elecciones del 8 de diciembre este casi millón de venezolanos si salió a votar, ya recuperado, lo que quedó plasmado significativamente en la elección y su resultado final.
Esta anécdota nos puede también servir para graficar los primeros momentos de incertidumbre vividos tras el fallecimiento de Chávez. ¿Incertidumbre en que sentido? En el de no aceptar totalmente la perdida de esa “guía” para amplios sectores de la población. En los primeros meses a Nicolás Maduro probablemente le haya costado más el “día a día” en la gestión que en los últimos tiempos. Esos momentos pueden haber sido los más turbulentos por esto mismo, y por el asedio de a oposición y los medios masivos de comunicación, quienes salieron rápidamente a plantear la consigna “Maduro no es Chávez”, buscando desestabilizar el proceso de cambios que se vive en Venezuela.
Sin embargo, esta situación tuvo un notable cambio después, con algunas experiencias de gestión particulares: el gobierno de calle, la ofensiva económica contra la especulación y el desabastecimiento, y el reimpulso de los Consejos Comunales y Comunas. Allí, Maduro construyó personalidad propia, firmeza, y liderazgo. Fue a fondo con su política de intentar detener el boicot económico que la derecha venezolana había planificado. Y esa política tuvo sus frutos en las elecciones municipales de diciembre, donde el PSUV y sus aliados consiguieron una mayoría absoluta. El gran derrotado fue nada menos que Henrique Capriles, quien intentó “plebiscitar” la elección, buscando que la MUD gane en votos totales al chavismo.
La derrota de Capriles fue tan grande que generó disputas dentro de la propia MUD: Antonio Ledezma, reelecto Alcalde Mayor de Caracas, fue designado por este armado como Coordinador de la Comisión de Diálogo con el gobierno de Maduro -quien realizó en Miraflores una extensa reunión con estos sectores, donde Capriles brilló por su ausencia-. Ledezma puede arrogarse un mérito claro de cara al 2014: fue el único opositor de peso que ganó -aunque por escaso margen frente a Ernesto Villegas- en las municipales. Capriles sabe eso, y teniendo en cuenta ese “crecimiento” de Ledezma en la MUD, deberá cambiar de estrategia para no perder terreno a futuro en el armado opositor.
Como primera conclusión: el incierto panorama que parecía abrirse en la noche del 14 de abril respecto a la “gobernabilidad” que tendría Maduro se ha cerrado desde los fríos datos de la representatividad: el PSUV y aliados cuentan ahora con mayoría en la Asamblea Nacional -95 diputados frente a 64 de MUD y aliados-; 20 gobernaciones frente a 3; y 256 alcaldías frente a 81. Es decir, una diferencia grande tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo, impensada cuando en abril la brecha fue tan corta y el futuro tan incierto.
Sin embargo, y se sabe, el flanco de ataque de esta oposición no sólo es “político”. Así, la guerra económica que llevó a generar una inflación anualizada del 56% en 2013 seguirá su curso en 2014. Este elemento no es menor, ya que incide en la cotidianeidad de millones de venezolanos, que día a día deben afrontar la voracidad especulativa de grupos económicos concentrados. La segunda conclusión: el combate frontal a esta “guerra económica” es tan –o más- importante como una elección el año próximo, ante la ausencia de estas últimas, algo atípico en un calendario como el venezolano, abarrotado de citas electorales. Vencidos en las urnas, estos sectores no descansarán: seguirán fomentando la suba indiscriminada de precios, la especulación y el desabastecimiento de productos de primera necesidad. El gobierno deberá, tal como hizo desde noviembre pasado, incrementar los controles para vencer también en esa elección invisible que tendrá lugar en 2014.
[1] “Maduro: El Congreso del PSUV discutirá el Socialismo del Siglo XXI”. Entrevista de Roberto Malaver, Últimas Noticias. 24/12/2003. Ver online en:https://www.
El autor es: Licenciado en Ciencia Política UBA. Investigador del Centro Cultural de la Cooperación
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