El discurso y la violencia

Los especialistas debaten sobre causas y soluciones. Los asesores del gobierno se rompen los sesos en la misma búsqueda. Eventos de todo tipo y en cualquier parte del planeta engrosan conocimientos, propuestas y posibles respuestas para aminorar o exterminar un flagelo estrictamente de orden social. Curiosamente esta “bomba-mata gente” se nos convierte en un agudo dolor de cabeza que obliga el desembolso de millones y más millones de bolívares, en nuestro caso, para gastarlos en policías de todo tipo.

Estos mismos especialistas y quienes a diario fungen como tal, nos dicen a cada rato que efectivamente todos estamos durmiendo con el enemigo. Es vecino o lo tenemos en casa. Se trata de un discurso de y para la violencia, huérfano de todo valor humanitario, que está presente durante las 24 horas del día en la publicidad callejera, en los medios de comunicación escrita y audiovisual, en la red y en cuanto contacto nos imaginemos. Aquel esquema que estudiamos en comunicación social sigue teniendo al final de la flechita un receptor que en buena proporción, y sin importar edad o sexo o lo que sea, es hoy un ser humano envenenado de cualquier tipo de vicio.

No hay duda, la penetración de los antivalores ha sido tal que hiere de muerte al amor, la solidaridad, la ciudadanía y convierte la paz en añicos. Estamos a punto de que el “duérmete mi niño que tengo que hacer...” se convierta en agresiva canción para dejar en el pasado el abrazo tierno y cariñoso. ¿Asusta esto, verdad?

No sorprende la noticia sobre el escolar estadounidense o de cualquier país que al querer parecerse a su héroe de la serie televisiva, toma la pistola de su papá y la descarga a sus compañeros de clase. No, en este mundo no hay sorpresas. Ellos mismos ven a diario por la TV como los drones de las fuerzas armadas de los EE. UU matan con sus bombas a miles de niños, mujeres y ancianos en escuelitas, iglesias y hospitales de Afganistán, Irak o en cualquier parte del mundo.

Esos son los ejemplos globales. Toda una maquinaria de la violencia que se multiplica y reproduce a través del cine, video juegos, comerciales, etc. Ah, pero si quieren una muestra del discurso de la violencia. Sin ir muy lejos, recordemos al señor Enrique Capriles aquella nefasta noche del 14 de abril de 2013, que dejó como saldo 11 compatriotas asesinados, CDI y locales del PSUV incendiados. ¿Qué tal?

Entonces, entendamos y apoyemos con decisión los esfuerzos que viene haciendo el gobierno Bolivariano frente a esa poderosa maquinaria o monstruo de mil cabezas que incuba en nuestros ciudadanos la violencia y sus nefastas consecuencias. Es el momento para aportar nuestro granito de arena, juntar nuestras manos y poner nuestro bloque en la construcción de una Venezuela libre de Violencia. ¡Unidad, lucha y batalla por la paz y por la vida!


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Juan Azocar


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