Una presencia inesperada…

Oposición venezolana también se rige por el sistema de “bandas”

Una imagen anda rodando por el ciberespacio y el mundo; un video donde el gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles, ex candidato a la Presidencia de la República Bolivariana de Venezuela, pero aspirante permanente a ella, aparece sentado al lado del ministro para las Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Miguel Rodríguez Torres, en ocasión de tratar en conjunto acciones contra la inseguridad.

Capriles lleva rato en eso de tenderle puentes al presidente Maduro. Hasta un mensaje de tuiter le mandó y por primera vez le dijo “Nicolás”, así, a secas, como si hubiesen jugado metras cuando chiquitos, pues, y sin anteponerle el adjetivo de “ilegítimo” o el gentilicio de “colombiano”. Poco después se dejó ver en el Palacio de Miraflores, luciendo una barba un poco desliñada, como sus pensamientos, como sus argumentos.

Después aceptó la reunión con el ministro Rodríguez Torres. Un maratónico encuentro que mantuvo en vilo a los medios de comunicación hasta que al final se dio la declaración conjunta, y apareció entonces un Capriles lampiño pero…¿tal vez nadie se dio cuenta? o ¿fue una feliz coincidencia? Justo a sus espaldas se ubicó alguien que lucía en su franela el emblemático rostro de Hugo Chávez. Capriles, mientras hablaba y gesticulaba, era custodiado por esa mirada inquisidora, fuerte e intimidante que sirvió de fondo a aquel escenario.

 

Foto de Capriles con la imagen de fondo de Chávez

La toma pudiera tener mil lecturas. Sin duda, Ferdinand de Saussure, el lingüista suizo, se hubiese dado un banquete analizando los signos, significantes y significados de la insólita imagen que posiblemente haya desconcertado a más de uno, especialmente a ese sector opositor que, ahora también funciona bajo un sistema de “bandas” (siempre le siguen la línea al gobierno que tanto llaman ilegítimo): la banda de Capriles, la de Leopoldo López, la de María Corina Machado y la de esa entelequia que es la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), en torno a las cuales fluctúa el estado de ánimo de la masa de seguidores y seguidoras que tienen.

Al final de aquel encuentro, el elegido de la MUD apareció en pantalla, no para arengar a las masas a ir a buscar los votos supuestamente robados el 14 de abril de 2013, sino con un discurso según el cual ya dejó a un lado “esas” diferencias políticas (porque son las mismas de entonces ¿no?) y está dispuesto a unir esfuerzos con el gobierno del presidente Nicolás Maduro. O sea que el mandatario regional mirandino ha terminado por reconocer su derrota electoral casi un año después y entonces cada vez luce más absurdamente inútil la muerte de aquellos 14 compatriotas, niños, mujeres y hombres de la revolución, masacrados por la locura que él atizó.

El discurso de la oposición venezolana luce cada vez más errático, al tener a su “líder” sentado al lado del poder electo por el voto popular, mientras que la otra banda, la de López&Machado llama a “prender las calles” y a apagar las luces en abierta contradicción con las quejas por sus apagones (cuando no hay luz, se molestan y cuando hay, ordenan apagarlas).

En ese contexto, las medidas anunciadas por el Vicepresidente del Área Económica, Rafael Ramírez, han sido tildadas por esa oposición como una “devaluación”, cuando en realidad el golpe duro se lo dieron a las mafias internas y externas que negociaban los dólares en cada viajecito o a través de las remesas familiares, inventando las más inverosímiles trampas para burlar las normas. El cierre de ese chorro, que no es otra cosa que priorizar el uso de las divisas para lo verdaderamente importante, es lo que genera la virulenta reacción que hemos visto en días recientes y que pretende instalarse en otras latitudes, para seguir alimentando la campaña foránea contra Venezuela.

Ponderados economistas como Jose Grasso, no asociados al gobierno, ven con buenos ojos las acciones gubernamentales, a la espera de nuevas definiciones para favorecer al aparato productivo nacional, pero lo fundamental es poner orden en el bochinche que, ciertamente, se armó con Cadivi y que, definitivamente debe terminar también con señales contundentes contra la corrupción detectada en su seno. Grasso también alertó sobre lo que llamó la “viveza” de algunos venezolanos, que ya asoman otra forma de delito financiero por las diferencias de los cupos entre un país y otro.

Seguimos entonces con “esa” oposición, que ha servido diferentes escenarios para “prender” a Venezuela, sin el resultado esperado pero que hoy siguen con el mismo guión aunque en realidad, cada vez se ven más solitarios en su intento.

Entretanto no hay que bajar la guardia porque no sabemos cuál será la próxima travesura de Henrique Capriles.

 



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Luisana Colomine

Profesora de géneros periodísticos y periodismo de investigación en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Comunista.

 @LuisanaC16

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