Unos meses antes del 8-D, se dejó sentir una “ofensiva” del gobierno para ponerle punto final al capitalismo parasitario. La “ofensiva” era sólo para ese capitalismo, porque el otro capitalismo que vive del trabajo de los otros, no aparentemente parásito. Así nos vamos entendiendo.
La supuesta ofensiva, que fue más bien una contraofensiva, vino porque el gobierno se percató que los dólares de la renta petrolera habían pasado a manos del enemigo –la burguesía parasitaria- y esta burguesía –sólo esta- había hecho tremendo negocio con eso dólares. Compraba un poquito de cosas, vendía la mayor parte de los dólares en el mercado negro y especulaba bastante con lo poquito que traía. Un negocio toralmente redondo con el dinero que supuestamente el gobierno controlaba.
Vino la “ofensiva”, que ciertamente fue una contra ofensiva. La burguesía parasitaria iba con un paso adelante. Esto no sucedió, porque en un sitio había un baúl con unos dólares baratos y la burguesía retiraba una parte y se dedicaba a importar. Sucedió porque antes, el gobierno ofreció esos dólares a través de instituciones dirigidas por revolucionarios y tarde se dio cuenta de la trampa. O sea, se estuvo ante tres situaciones: a) el gobierno fue tremendamente ingenuo e ineficiente, b) No hubo Control y c) la negligencia, fue más bien un de complicidad.
Se supo que durante el encuentro de la CELAC, Maduro acordó con Santos una manera para enfrentar el contrabando, que se organiza y sale del país. Así vista las cosas, pareciera que el contrabando es una responsabilidad compartida. Venezuela y Colombia tienen igual nivel de responsabilidad y por eso, la necesidad de acordar con Colombia un trabajo. Tal vez sea así.
Este domingo 2 de febrero, en medios de comunicación escrito, leí un titular, que recoge un “descubrimiento” del camarada Diosdado Cabello, que dice así: “Cabello acusa a empresas de contrabandear”. Esta información no fue recogida por el Correo del Orinoco que sigue a Diosdado, tal vez porque era como muy ingenuo y pendejo de nuestra parte sacar a la luz tal descubrimiento.
El descubrimiento es mayor porque Diosdado cabello saca una cuenta y se asegura que el contrabando le rinde más ganancia al capitalista. Una salsa de tomate –dice Cabello- cuesta en Mercal 5 bolívares en un mercado privado 18 y en Colombia 70.
¿Qué nos quiere decir cabello?
Nos desea decirnos que el responsable es el contrabandista o el empresario y es más o menos así, pero no es totalmente así. El contrabandista es una pieza del contrabando; la otra pieza es el gobierno y así como nos percatamos tardíamente de la viveza de la burguesía parasitaria que recibía dólares baratos para revenderlo en el mercado negro. Igual sucede con el contrabando. La burguesía lleva un paso adelante y no tenemos ofensiva. Vamos a la contraofensiva y eso es grave en una revolución. Igual que con los dólares dado a la burguesía parasitaria, sucede con el contrabando. Aquí ganan además de los empresarios, ganan otro mundo de personas.
Así que en ambos casos, estamos ante una deuda con el lema de eficiencia o nada”. El contrabandista es un enemigo, pero así no están completas las piezas.
Nota: Este artículo lo redacté muy temprano en la mañana de este domingo y aún no había tenido la oportunidad de leer, un “Tips” que apareció en la columna de Julio Borges. No saben como sentí coincidir con este señor en esto. Julio Borges en ese tips de su columna dice que “Diosdado sorprendió a los venezolanos con ese anuncio”. Cuesta, pero es una excusa como muy ingenua.