La retirada de los principales partidos opositores (AD, COPEI y –tras varias horas de división interna e incertidumbre- finalmente también de Primero Justicia) de las elecciones legislativas del 4 de diciembre forma parte de un nuevo intento por parte del imperialismo de deslegitimar la victoria arrolladora de los candidatos bolivarianos que se prevé para este domingo y de iniciar una nueva ofensiva desestabilizadora contra la revolución venezolana.
La excusa para no concurrir alas elecciones no puede ser más absurda. Varios partidos de oposición exigieron la retirada de las máquinas captahuellas utilizadas desde el referéndum del 15 de agosto con el objetivo de evitar que una persona pueda votar dos veces, una vieja costumbre de algunos de esos partidos “democráticos” de oposición, a quienes parecía gustar tanto la democracia que a menudo no podían resistirse a ofrecer a sus militantes y simpatizantes la posibilidad de votar no una sino varias veces.
“Guarimba electoral”
El argumento opositor era que en la memoria de estas máquinas captahuellas podían rastrearse los datos del votante. El máximo rector del Consejo Nacional Electoral (CNE), Jorge Rodríguez, demostró que esta posibilidad desde un punto de vista técnico era muy remota, exigiría el acuerdo (francamente difícil de mantener en secreto) de un montón de personas e instituciones, incluidas varias empresas y monopolios de las comunicaciones nada sospechosos de ser chavistas, y exigía, por si todo esto fuera poco, una inversión astronómica. Pese a todo, el CNE decidió finalmente retirar las máquinas tal y como pedía la oposición para quitar a ésta cualquier excusa. Pero los dirigentes de AD primero y del partido socialcristiano COPEI después anunciaron que, aunque se había cumplido la condición que exigían para participar, igualmente no concurrirían a la contienda electoral.
Primero Justicia, que se convertía entonces en el principal partido de oposición, ha decidido –tras una discusión de más de siete horas entre sus dirigentes que sugiere importantes divisiones internas- seguirles en el boicot a las elecciones con el argumento de que como los otros se habían retirado “no había condiciones para defender los resultados que alcanzasen (¡?)”. Los dirigentes de otros partidos opositores como La Causa R, MAS, Un Solo Pueblo y Un Nuevo Tiempo (principal partido opositor en el Estado Zulia) anunciaron el mantenimiento de sus candidaturas aunque no sería descartable que en las próximas horas siguiesen el mismo camino.
En realidad estas divisiones y vacilaciones representan un reconocimiento por parte de todos los dirigentes opositores de su debilidad. A pesar de que los dirigentes de AD han llamado a tomar las calles, las declaraciones de los dirigentes de PJ y otros partidos son ilustrativas de su falta de capacidad para movilizar siquiera a una parte de su reducida base social. Sectores de la oposición contrarrevolucionaria están intentando utilizar las protestas que se dieron en Mérida contra el asesinato de un trabajador o la muerte ayer mismo de un joven en el Estado Trujillo para generar acciones violentas y reeditar una nueva “guarimba” (oleada de altercados y desórdenes callejeros) como la que organizaron a finales de febrero de 2004. Sin embargo, ya entonces su táctica fracasó y fue derrotada por la respuesta popular. En este caso, los datos de que disponemos en el momento de redactar este artículo es que no han conseguido ni de lejos una movilización como aquella, que ya de por sí era un retroceso importante respecto a movilizaciones contrarrevolucionarias anteriores.
Organizar Unidades de Batalla en defensa de la Revolución
A pesar de todo ello, las bases del movimiento revolucionario (al mismo tiempo que evitamos caer en provocaciones fascistas) debemos movilizarnos y dar una respuesta masiva y organizada a esta nueva maniobra contrarrevolucionaria. Varios dirigentes bolivarianos han llamado a mantenerse alerta y movilizarse para defender las elecciones y el proceso revolucionario ante cualquier contingencia que pueda producirse. Esto es correcto. La contrarrevolución es débil en comparación con el apoyo social y la fuerza que tiene la revolución pero para que esa superioridad que tenemos se manifieste es necesario que pongamos nuestra fuerza en movimiento y no nos quedemos en casa esperando a ver si el llamamiento de los dirigentes adecos y copeyanos a tomar la calle es seguido por alguien. La mejor manera de que nadie lo siga y esta nueva maniobra sea el fin de estos y otros grupos corruptos y contrarrevolucionarios como PJ, PV entre otros es que nos organicemos y nos movilicemos masivamente, tal y como hemos hecho en otras ocasiones semejantes.
Debemos acudir masivamente a la marcha ya convocada por el presidente de la actual AN, Nicolás Maduro, para el jueves a las 2:00 pm que partirá de la Palaza Morelos hacia la AN y, como ha dicho el propio Presidente Chávez, acudir masivamente a votar el 4 de Diciembre. La marea roja debe barrer una vez más cualquier ilusión que pueda abrigar la contrarrevolución burguesa y el imperialismo de quebrar la voluntad de la clase obrera venezolana y los sectores populares de que esta revolución siga avanzando y lo haga en dirección al Socialismo. Pero no basta con acudir a las movilizaciones a las que se nos convoque, debemos organizarnos en los centros de trabajo, estudio y en los barrios y responder a cualquier posible tentativa desestabilizadora de la contrarrevolución con la movilización masiva.
Dirigentes de la UNT como Marcela Máspero han anunciado que harán público un llamado a participar en las movilizaciones que se convoquen contra esta nueva maniobra desestabilizadora y a mantenerse vigilantes ante cualquier intento desestabilizador garantizando el funcionamiento de todos los servicios básicos. En nuestra opinión, una propuesta que la central sindical clasista debería asumir es la de llamar a los distintos sindicatos que la componen a celebrar asambleas en todos los centros de trabajo y conformar en los mismos Unidades de Batalla en defensa de la Revolución. Estas podrían conformarse mediante la elección de delegados elegibles en cada momento en cada taller, área de producción, etc. y asumir como tarea la de impedir cualquier acto de saboteo económico o intento de paralizar la producción que pueda intentar la contrarrevolución. No olvidemos que el partido que ha empezado esta maniobra desestabilizadora, AD, es el que controla la dirección de la CTV que, aunque enormemente debilitada, sigue teniendo posiciones burocráticas y vínculos con la patronal en distintas empresas y sectores y particularmente en la educación o la salud que podría intentar utilizar.
Otra tarea de estas Unidades de Batalla o Comités de Defensa de la Revolución debe ser la de coordinarse a nivel local, regional y nacional y velar, junto a todos los demás sectores y fuerzas revolucionarias, de este modo por la defensa del proceso revolucionario en todas las zonas y centros de trabajo del país y organizar una participación protagónica y masiva de la clase obrera como tal en la lucha contra cualquier tentativa contrarrevolucionaria si esta se produjese.
Estas mismas Unidades de Batalla o Comités en Defensa de la Revolución y las elecciones del próximo 4 de diciembre deberían organizarse en todos los barrios, centros de estudio y en los propios cuarteles para evitar cualquier intento desestabilizador o intervencionista por parte del imperialismo y la contrarrevolución. Estos organismos unitarios de lucha deberían mantenerse mientras dure la contingencia y luego deberían desarrollarse como Unidades de Batalla por el Socialismo que sirvan para organizar en cada centro de trabajo, barrio, etc. la lucha por profundizar la revolución y construir un genuino modelo socialista.
El boicot electoral y la desesperación de la contrarrevolución
La oposición, que había decidido inicialmente concurrir unida a las elecciones, anunció en el momento de hacerlo que su objetivo era lograr al menos 57 diputados y evitar así que los candidatos de los diferentes partidos que apoyan al Presidente Chávez pudiesen lograr los dos tercios de la Asamblea Nacional que permiten poder reformar la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y poder aprobar toda una serie de leyes en el sentido de profundizar la revolución. Sin embargo, incluso los sondeos opositores menos pesimistas, pronosticaban una debacle electoral sin precedentes en la historia. Según varios de ellos, toda la oposición unida no alcanzaría ni 30 escaños, es decir menos del 20% de la nueva Asamblea. Esta es una de las causas de su decisión de boicotear las elecciones. Pero no la única.
Estas elecciones son un preámbulo de las Presidenciales de 2006 en las que todas las encuestas prevén una victoria aplastante de Hugo Chávez. Tanto la victoria bolivariana del 4 de diciembre como, especialmente, una victoria aplastante de Chávez en las próximas presidenciales no sólo darían un nuevo golpe al imperialismo estadounidense y a la contrarrevolución venezolana sino que reforzarían aún más el prestigio internacional creciente de Chávez y de la Revolución Bolivariana.
El imperialismo está cada vez más preocupado por la profundización de la revolución venezolana y por el discurso socialista de Chávez y algunas de las medidas en ese sentido que éste ha tomado: expropiación de varias empresas, anuncio de seguir profundizando esa vía a través de la cogestión revolucionaria y la creación de las llamadas Empresas de Producción Social (EPS), etc. A pesar de que muchas de estas medidas todavía están por definir totalmente y hay contradicciones en su aplicación, los estrategas de la contrarrevolución y del imperialismo entienden perfectamente que el proceso revolucionario venezolano, con pasos adelante y atrás, sigue evolucionando hacia la izquierda y el discurso y propuestas del presidente Chávez en lugar de moderarse -como esperaba un sector de los estrategas del imperialismo tras la victoria de Chávez en el referéndum del 15 de agosto- sigue radicalizándose y estimulando la movilización y radicalización de las propias masas.
Algunos aspirantes a diputados chavistas han anunciado propuestas a presentar en la nueva Asamblea Nacional como la de modificar el nombre de República Bolivariana de Venezuela por el de República Bolivariana Socialista de Venezuela o la de incluir en la constitución la definición de un amplio sector de la economía como de propiedad colectiva o social. Aunque existe un sector de dirigentes bolivarianos que también teme este giro ala izquierda e intenta frenar y descafeinar cualquier medida anticapitalista, los imperialistas y muchos capitalistas parecen pensar (y en esto no se equivocan) que estas medidas y discursos socialistas animan aún más las expectativas, movilización y participación de las masas y esto puede hacer que en no mucho tiempo lleguen mucho más lejos.
El imperialismo estadounidense teme la extensión de la revolución
Otro aspecto muy preocupante para el imperialismo es que Chávez ya no se destaca únicamente como un líder de las masas explotadas en Venezuela sino que se ha convertido en el principal referente de lucha contra el imperialismo y por la transformación revolucionaria de la sociedad para millones de jóvenes, trabajadores y campesinos en toda América Latina y en general en el mundo entero. Recientemente, un antiguo candidato a la Presidencia de Venezuela por el partido socialcristiano COPEI decía en un programa de TV que “al principio Chávez y su revolución bolivariana pudieron ser considerados por EEUU como una curiosidad tropical pero ahora se han convertido en un peligro y una amenaza a su poder que deben eliminar”.
El apoyo a Chávez en Venezuela sigue creciendo y ahora, además, han visto su éxito en Mar del Plata y su apoyo creciente en América Latina. Por si fuera poco la acogida de miles de trabajadores y jóvenes en España, Francia e Italia, o la simpatía entre los propios trabajadores y explotados de los Estados Unidos que despiertan sus declaraciones y medidas como la distribución a precios populares de gas a los sectores más humildes a través de la red de distribución que posee la petrolera estatal venezolana PDVSA en los EEUU (CITGO), les ha convencido de que tienen que intentar volver a pasar a la ofensiva e intentar una nueva campaña de desestabilización y calumnias contra la revolución que prepare el terreno para una futura intervención más o menos directa contra la revolución venezolana.
Esta es la principal razón de que la administración Bush haya auspiciado una nueva ofensiva y empujen a sus títeres en Venezuela a retirarse de las elecciones. Todo indica que esta retirada ha provocado fuertes divisiones internas dentro de la propia oposición venezolana. Los primeros en anunciarla fueron los adecos, precisamente el partido opositor que contaba con más candidatos en las listas unificadas y con más escaños en la actual AN. AD es un partido que se basa en le clientelismo y el electorerismo desde hace mucho tiempo y hasta ahora había sido precisamente uno de los sectores de la oposición más partidarios de no romper la baraja electoral. Su postura de anunciar su retirada y poner ante un hecho consumado a otros partidos opositores como COPEI (que está prácticamente destruido y no juega otro papel que el de hacer bulto en la oposición) y sobre todo PJ además de demostrar su debilidad y su convencimiento de que la derrota iba a ser superior incluso a lo previsto parecen confirmar que un sector del imperialismo (o al menos una parte de ese sector) que hasta ahora había optado por intentar rebajar la tensión y el enfrentamiento con Chávez ha decidido –por todas las razones comentadas- volver a radicalizar su campaña contra Chávez y contra la revolución.
La actitud de la OEA, negándose a actuar como mediador ante los partidos opositores (tal y como plantearon algunos sectores del gobierno venezolano) para que volviesen a la contienda electoral y estimulando con esa actitud a estos, sugiere la presencia de la mano del imperialismo estadounidense y su presión con el fin de intentar lanzar una nueva campaña internacional cuestionando la existencia de democracia en Venezuela y repitiendo todas las mentiras y manipulaciones que en otros momentos ya se han difundido contra la Revolución Bolivariana
Tras la histórica victoria de Chávez en el referéndum del 15 de agosto, un sector importante del imperialismo decidió reconocer el resultado y sustituir la ofensiva abierta para intentar derrocar a éste por una táctica más a medio plazo que combina la negociación, la presión diplomática y el uso del enorme poder económico que todavía tienen los capitalistas y las transnacionales en Venezuela para ir saboteando la solución a los problemas económicos de las masas obreras, campesinas y populares y desgastar y minar de este modo el apoyo a la revolución. La razón de ese cambio de táctica era que comprendían que no tenían las condiciones en aquel momento para lanzar una ofensiva contrarrevolucionaria abierta que les permitiese tener una excusa para intervenir.
Entonces decíamos que mientras la correlación de fuerzas no lo permitiese (o el miedo a perder totalmente el control de la situación no les obligase a ello), tendrían que seguir apostando por esa táctica de modo preferente, si bien combinándola con nuevas maniobras desestabilizadoras, injerencias, actos de saboteo, etc.
En estos momentos, la correlación de fuerzas sigue siendo enormemente favorable a la revolución. Los deseos de las masas de seguir avanzando y construir el Socialismo, luego de abierto el debate por parte del Presidente y a pesar de las propias contradicciones que pueda tener el planteamiento, son mayores que nunca; la clase obrera está en ascenso y está asumiendo un papel cada vez más importante en la lucha por el Socialismo con el debate sobre la cogestión revolucionaria y el control obrero. Pero al mismo tiempo, a medida que la situación se les complica, la revolución sigue avanzando y se acerca la temida perspectiva de la reelección de Chávez -combinada con la radicalización de la revolución- la inquietud crece en las filas del imperialismo y la clase dominante.
Un sector del imperialismo y la contrarrevolución burguesa ha apostado, según todo indica, por romper la baraja y pasar a la ofensiva. En estos momentos es demasiado pronto todavía para saber si este giro táctico es compartido por todos los sectores decisivos del imperialismo o si responde a un intento de los sectores más ultra de éste (liderados por el actual gobierno estadounidense) que desesperados y preocupados por los factores que analizamos anteriormente (radicalización de la revolución hacia la izquierda, fortalecimiento del apoyo a Chávez dentro y fuera de Venezuela, etc.) busca poner a todos los demás sectores ante una política de hechos consumados y reforzar una campaña más agresiva contra la revolución en la perspectiva de crear las condiciones lo antes posible para una nueva desestabilización y probablemente intervención. En todo caso, es evidente que esta estrategia existe desde hace tiempo y que el imperialismo y la burguesía harán todo lo posible para intentar derrotar la revolución. Pero una cosa es lo que quieren hacer y otra lo que pueden hacer. El imperialismo no es todopoderoso y si algo demuestra la historia de la revolución bolivariana es que puede ser derrotado.
La mejor defensa: acelerar la construcción del Socialismo mediante la expropiación de los capitalistas y la creación de un Estado obrero basado en asambleas revolucionarias
Si lograsen reunir fuerza y puntos de apoyo suficientes en al aparto estatal para intentar un magnicidio o un golpe (o una combinación de ambos, es decir, un golpe con la excusa del magnicidio) intentarán cortar el actual ascenso revolucionario violentamente en cuanto puedan, aprovechando esta nueva maniobra o durante los próximos meses, antes de la reelección del Presidente Chávez. Pero no es en absoluto seguro que lo consigan. En todo caso, tal como lo ha dicho el propio Presidente, si en un determinado momento consiguiesen eliminar físicamente a cualquier líder revolucionario, debemos estar preparados para responder y que la revolución siga hasta el final.
Si nuestra movilización y su debilidad actual no les permiten llevar a cabo sus planes contrarrevolucionarios e intervencionistas antes de la reelección lo seguirán intentando. Intentarán minar cualquier medida a favor de los trabajadores y los sectores populares, trancar el desarrollo económico y la resolución a los graves problemas de las masas (déficit habitacional, desempleo, pobreza, etc.), sabotear la cogestión o el desarrollo de las anunciadas Empresas de Producción Social, con el fin de cambiar la actual correlación de fuerzas, desfavorable para ellos, y tener mejores condiciones para lanzar su ofensiva.
Los contrarrevolucionarios burgueses cuentan con armas poderosas y numerosas todavía para poder organizar su lucha: siguen controlando los bancos privados, monopolios como la Polar, CANTV, y otros, muchas empresas de construcción, transporte, etc. Siguen teniendo una buena parte de la tierra y también controlan, o se apoyan, en sectores burocráticos que existen en el aparato del estado que, aunque en descomposición y recorrido por profundas contradicciones de clase, no ha sido sustituido por una nueva institucionalidad revolucionaria basada en comités elegidos y revocables en todo momento por asambleas revolucionarias de los trabajadores y los sectores populares.
Mientras no demos el paso decisivo de construir un Estado revolucionario y expropiar los principales medios de producción para ponerlas en manos de los trabajadores y puestas a funcionar bajo una planificación democrática de la economía, el riesgo de que el Estado y el poder económico en manos de los capitalistas sean utilizados para, en lugar de avanzar en la solución de los problemas de las masas, sabotear y derrotar el proceso revolucionario seguirán estando presentes. Si los discursos y propuestas revolucionarias se mantienen y profundizan pero los problemas de las masas no encuentran una rápida y drástica solución, la oposición contrarrevolucionaria arreciará su discurso antisocialista e intentará presentar al Socialismo, al “intervencionismo del gobierno”, a la revolución y a Chávez como los responsables de los problemas económicos que la incapacidad misma del sistema capitalista y su saboteo de la economía generan.
Sin embargo, nuestra fuerza es mucho mayor y podemos derrotar estos planes y cualquier nueva ofensiva contrarrevolucionaria de manera definitiva. Para ello en nuestra opinión es imprescindible sustituir el actual Estado por un nuevo Estado obrero, revolucionario, basado en esos comités elegibles y revocables en todo momento por asambleas revolucionarias de los trabajadores y los sectores populares que antes comentábamos (el desarrollo de Unidades de batalla o Comités en defensa de la revolución sería, además de una respuesta a cualquier desestabilización, un paso en esa dirección). Junto a ello, es imprescindible expropiar los principales medios de producción (los bancos, monopolios y latifundios) y ponerlos bajo control de los trabajadores y las comunidades como paso imprescindible para hacer posible la planificación de la economía en función de las necesidades sociales.
Los socialistas debemos luchar hoy mismo contra la guarimba electoral que intentan los contrarrevolucionarios ante su más que previsible debacle electoral pero esta lucha no va separada de la lucha por completar la revolución con el Socialismo sino que sólo puede plantearse exitosamente como parte de ella.
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