El Presidente Chávez lo recordaba frecuentemente: Resultan necesarios y útiles los latigazos de la contrarrevolución. La nación venezolana recibe fuertes latigazos en estos momentos difíciles, de abierta y sostenida Guerra Económica, ahora en plena fase de ataques belicosos, cruentos y guarimberos perfectamente superables a través de medidas a la altura de la magnitud y peligrosidad de estas batallas emprendidas por quienes cada día ven más alejados sus antiguos y centenarios privilegios de denominación y humillaciones hacia los trabajadores nativos y mestizos, de vida fácil, de ventajismos y explotación de trabajadores y de la apropiación de las riquezas naturales del país.
El Libertador Bolívar se enfrentó a sus familiares más queridos, a sus compañeros de infancia, a sus amigos de clase y de infancia. Toda su familia era realista y entreguista, sus compatriotas eran esclavista como él, y optó por convencerlos de que su propio futuro dependía de sus libertad, de soberanía de la patria porque ser humillados por sus padres, tíos, hermanas y por cualquier paisano por el sólo hecho de haber nacido en España, y ellos aquí aunque derivados de los mismos padres y abuelos, era indigno, por eso sólo valía la pena salir de todos esos realistas culpables o inocentes.
Hoy pareciera ser necesario reeditar una suerte de decreto o contraguerra desnacionalizadora contra todos los comerciantes, con inclusión de los inocentes y fabricantes descaradamente sumados a la guerra económica y guarimbera que comandan, estimulan y practican personalmente y sin piedad los descendientes del viejo mantuanato.
Si alguna medida debe irse tomando es la revisión de las cartas de nacionalización otorgadas hasta la fecha de todos y cada uno de los beneficiarios de esa gracia y a quienes, además, se les ha otorgado licencias municipales y nacionales para ejercer el comercio. Para nadie es un secreto el descaro, la burla y arrogancia que vienen exhibiendo estos nacionalizados en rol de comerciantes.
Porque no sólo hemos estado importando personas pobres desechadas por sus países de origen, y se les ha permitido ejercer como capitalistas en distintas variantes como intermediarios, sino que ahora no se han sabido desmarcar de esta perversa guerra dañina para toda la nación. Guerra dañina contra la nación y país que los abrigó en su oportunidad que les ha permitido matarles el hambre que trajeron desde el propio vientre materno.
Se están mostrando demasiado malagradecidos para que los nacionales de este país no nos sintamos ofendidos y sigamos tolerándoles que sigan ejerciendo como comerciantes. Sus permisos y patentes correspondientes deben ser sometidos con la mayor brevedad a exhaustivas revisiones, y al menor asomo de estar colaborando directa o indirectamente con los enemigos del país, deberían ser desnacionalizados con todas las consecuencias que pudieran derivarse, y dejando a salvo las sanciones por la comisión de delitos contra la nueva Ley de costos, ganancias y precios.
14/02/2014 03:04 p.m.