Esto que parece echarle agua al fuego, es la verdad que pareciera no quererse entender. En guerra no haya paz, la guerra es antónimo de la paz. De manera que se batalla para alcanzar una victoria en el menor tiempo posible, o la paz la impondría la derecha y ya sabemos cómo.
El pueblo sabrá apreciar y defender mejor las conquistas logradas tan pronto el gobierno acelere el paso en obtener la victoria, y el pueblo necesariamente asume la guerra como cosa suya porque sencillamente nadie ayuda al pueblo, sino el pueblo y el gobierno popular. La derecha no puede garantizar la paz de nadie, habida cuenta de que las acciones violentas son propias de las dictaduras, mientras la democracia se caracteriza por la convivencia en paz.
Ahora bien, el diálogo no se da sino en momentos de tregua, para coger fuerza y regiría para ambos contrincantes, pero este no es caso. Mientras el gobierno sepa adecuar al momento y a las actuales circunstancias los protocolos judiciales, propios de un Estado enfrentado a un enemigo belicoso que declara la guerra sin tapujos, se estará evitando confrontaciones mayores entre oposición y gobierno.
Ya por allí están calificando esta revolución como r. boba porque, al parecer, el Estado actúa sin precipitaciones saltando los protocolos judiciales y morales del caso, y es razonable la exigencia para que el gobierno flexibilice dichos protocolos porque esa medida no sería ni mala. , y mientras más pronto lo haga, mayor garantía de victoria habría y menos bajas de parte del pueblo y de la misma oposición.
No podemos olvidar lo que la derecha sabe y maneja a su antojo y arbitrio: que en nuestro abolengo de gente pobre y de extracción popular hemos sido doblegados y domesticados, recibido adoctrinamientos y culturas laicas y religiosas defensoras de la humildad o pendejería. El enemigo lo sabe porque él desciende y defiende su abolengo de mantuanos, hoy burgueses, al punto que hay una masa significativa de proletarios quienes todavía abogan por el regreso de la gente destruyó Pdvsa, porque la derecha retome el mano.
¿Cómo explicar esa conducta anticlasita? Sólo la alienación acumulada de siglos, inducida y alimentada por los opresares y amos de siempre lo explica. Abuelos, bisabuelos y hasta tatarabuelos vivieron acogotados y lamiendo suelas a los poderosos donde trabajaban de manera servil en sus mansiones de ciudad y del campo.
De allí podría venir esta bobera que los revolucionarios de hoy están criticando, al punto de que por ejemplo, los 11 muertos ordenados por los descendientes de esos mantuanos de hace siglos, muertos asesinados de hace nueve meses siguen engavetados y pareciera que trabajador no castiga patrono. Hasta donde sabemos, no aparecen culpables intelectuales, sino, al parecer, un cierto acercamiento al perdón tácito que sería muy noble y hasta humanitario si el perdonado cediera, pero eso es creer en pajaritos empreñados.