Si algo profundo y arraigado tenemos los tachirenses en nuestra alma, es el hondo sentimiento de Patria y amor por nuestro terruño que ha marcado a pesar de las coincidencias con los neogranadinos, también las reales diferencias del sentir venezolano en la frontera.
Mucho ha quedado olvidado en la verdadera historia de la gran Patria que remonta sus linderos, a la incorporación de la tierra neogranadina a la Patria de Bolívar, la Venezuela de 1819; pero más tarde, a una nación llamada Colombia nacida en la Angostura del Orinoco, hoy Ciudad Bolívar.
Luego vendrían los sombríos días de Bogotá – como dice el escritor tachirense José Abel Montilla en su obra “El Terruño, la Patria y el Mundo”. “se desarticulaba la Colombia bolivariana, en 1830, entre espasmos trágicos de anarquía…”.
Por allá por la frontera también quedaron sembrados, de parte de los herederos de Francisco de Paula Santander, los sentimientos de odio a “El Libertador”, como cuando quisieron fundamentar la tesis de “Los dos Bolívares” o “el otro Bolívar”; pero no precisamente al siempre recordado por nuestro Comandante Hugo Chávez Frías, quien con nostalgia nos solía decir: “no has arado en el mar Padre Bolívar”, porque al citar al poeta Pablo Neruda recordaba: “ despierto cada cien años, cuando despiertan los pueblos”.
La historia de nuestros días pretende encontrar a nuestros paisanos enfrentados unos con otros. La forma de hacer política, basada siempre en los principios democráticos, se ha querido apartar de los signos de paz y convivencia que siempre han caracterizado a nuestro pueblo tachirense.
Sería bueno pasearnos por las reflexiones de José Abel Montilla al señalar una cita del escritor Rufino Blanco Bombona sobre “El Libertador,” en la obra “El venezolano, brillante, superficial y mal intencionado” :
” Y una voz de máxima autoridad, la del Libertador, desde el pasado heroico después de su imponente Discurso de Angostura, expresa una imputación dura para los venezolanos de cualquier tiempo y está escrita en un párrafo de una carta escrita en el Táchira, en San Cristóbal, dirigida a su amigo don Guillermo White, el 26 de mayo de 1820, en la cual escribe esto: “Tenga usted la bondad de leer con atención mi discurso sin atender a sus partes, sino al todo de él. Su conjunto prueba que yo tengo muy poca confianza en la moral de nuestros ciudadanos y que sin moral republicana, no puede haber gobierno libre”.
Reconocemos los esfuerzos que hace el gobierno bolivariano a través del gobernador José Gregorio Vielma Mora para buscar la paz entre los tachirenses. En el fondo, las pasiones políticas que han encrespado nuestras diferencias, son atizadas desde el exterior, por quienes odian la unidad del pueblo de Bolívar.
Las garras del Imperio y el odio de Santander contra Bolívar, recobra nuevos bríos en los postulados de Uribe, quien también ha manifestado ser enemigo de la paz, la cual aspira y reclama el propio pueblo colombiano; es decir, la misma paz que aspira el pueblo venezolano y que en el fondo, es la misma de toda Colombia, incluso la de Angostura de 1819.
En el Táchira se debe buscar la cordialidad. Los hermanos debemos apartar las bajas pasiones y buscar el reencuentro con la auténtica paz que nunca nos ha sido extraña. Es el ambiente en el cual siempre hemos vivido y hemos encontrado nuestro sentir, como ejemplo para todos los venezolanos, para los hermanos colombianos y para todos los hermanos de la gran Patria Latinoamericana.
El Táchira, junto a su bella capital San Cristóbal, debe seguir siendo la tierra de la cordialidad…