Seguir llamando manifestantes a un grupúsculo de personas que siembran el terror en varias zonas de Chacao, Baruta, El Hatillo y la Parroquia Leoncio Martínez, es un eufemismo reservado solo a los medios internacionales de desinformación, co protagonistas del golpe suave contra Venezuela. Catalogarlos de estudiantes, sería un insulto a los millones de universitarios que cursan sus carreras en las alma mater de Venezuela. Eso queda reservado a los guarimberos de la palabra, vale decir a ciertos voceros de la oposición violenta y de la ultraderecha. Son terroristas, y si se debe hacer alguna excepción es la de que participan jóvenes confundidos o convencido de algún modo por los cabecillas del terrorismo.
De esto sabe bien el mundo. Un sector golpista del oposicionismo, en plan de acción, ha pasado al uso de métodos terroristas para logra su objetivo de toma del poder. La táctica es encubierta por sus poderosas operaciones propagandísticas y sus lobbies internacionales ante sus mentores de la derecha.
Una definición universalmente acepta de esta plaga que azota a la humanidad. Y no tan sólo a países emblemáticos, muy bien conocidos, es la siguiente:
Terrorista es todo quien utiliza la fuerza o la violencia, la amenaza o el terror para ejecutar un proyecto criminal individual o colectivo, con el objetivo de alterar el orden público, o exponer la seguridad de la sociedad al peligro, si aquello produce daños a las personas o infunden en ellas el terror o se expone sus vidas, o sus libertades, o su seguridad, al peligro; o causas graves pérdidas en el medio ambiente, en las comunicaciones, medios de transportes, los bienes, la propiedad privada; o quien obstruya a las autoridades públicas; los lugares de culto, instituciones de enseñanza, o las impida realizar sus funciones; o quien obstruya la aplicación de las leyes o los reglamentos
Esta caracterización, encontrada en varios códigos penales, convenciones y leyes ha sido base fundamental para las legislaciones en la mayoría de los países del mundo donde el flagelo terrorista pretende desestabilizar, o es usado como parte de planes contra gobiernos legítimamente constituido.
Una somera observación de los métodos violentos que vienen utilizando un grupo, o cuadrillas evidentemente entrenados en algunas calles de urbanizaciones del Este de Caracas, de zonas de clases media y alta de Valencia, Maracaibo, Mérida y San Cristóbal, permite identificar varios de esos elementos. Veamos:
–Fuerza, violencia, terror y amenaza son el día a día del oposicionismo en su intento de desmoralizar a la población venezolana. Ultimátum, pliegos incumplibles de peticiones, y el comportamiento público como si se tratará de una mayoría.
–Alterar el orden público: Con ataques a fachadas de instituciones oficiales, financieras, parques y plazas; asedio parmente al principal canal de televisión del Estado (VTV), sin pronunciamiento de gremios periodísticos controlados por la derecha, lo cual evidencia su complicidad con los terroristas; y menos aún de gremios internacionales, lo que delata el apoyo del exterior a estas actividades terroristas.
–Daños a las personas: Heridos por escombros, lanzamientos de objetos sólidos desde apartamentos ubicados en pisos altos --acción realizada por incitación de los terroristas a través de charlas, volantes y comunicaciones móviles. Muertes por colocación de guayas, alambradas, aceite sobre el asfalto; barricadas en sitios sin iluminación artificial a fin de provocar choques de vehículos;
–Infunden terror: A través de quema de barricadas alimentadas por elementos forestales, muebles viejos, bolsas plásticas. Esto produce gran temor en niños, niña y adultos mayores. Además de la amenaza directa a través de insultos, calificativos, empujones y escarnio público ante vecinos que piensan que pueden expresar su legitimo derecho a manifestar agrediendo a ciudadanos que reclaman también sus derechos a vivir en sus propios espacios públicos y privados. Otra modalidad es asediar residencias de particulares con pintas, ruidos metálicos, gritos.
–Expone la vida y seguridad de personas al peligro: Al cerrar calles que son para el libre tránsito, impiden el acceso a centros de salud, de abastecimiento de alimentos, medicinas, enseres varios; peligro eminente de sufrir heridas o perdida de la vida por cortaduras, fuego, golpes y accidentes automovilísticos. Uno de los objetivos de los terroristas ha sido cerrar el acceso a ciudades como Caracas a fin de impedir el suministro bienes básicos.
–Pérdidas graves al medio ambiente. Con quema de la flora y la biodiversidad allí existente como aves, animales silvestres, insectos; tala de árboles, contaminación de aguas; asesinato de animales domésticos como gatos o perros en situación de calle.
–Asalto al transporte público como unidades del metro bus o autobuses, camiones, góndolas, patrullas policiales.
–Impedimento de actividades de enseñanza. Al trancar vías de acceso a centros educativos, mayoritariamente destinados a niños, niñas y adolescentes en los lugares mencionados; generando pánico en esta sensible población que varias veces debe sortear barricadas y hogueras cercanas a estos lugares.
–Impedimento a las autoridades públicas: Los terroristas agraden a bomberos, paramédicos, policías, guardias nacionales con la intención de darle a sus mentores imágenes gráficas que sirvan para acusar al gobierno de violar derechos humanos: Estas provocaciones van acompañadas de escenas premeditadas como acostadas y sentadas en el piso; improperios a la fuerza pública para azuzar la defensa del funcionario y que sea reflejada como “ataque”. Esta acción ha ido en escalada al punto de disparar a matar contra efectivos de seguridad; palizas como la registrada en San Cristóbal a un Guardia Nacional o la más reciente emboscada en la urbanización Los Ruices en Caracas.
–La obstrucción de la ley es sistemática por estos grupos terroristas y sus apoyos. Esto se registra en trivializar estos actos criminales contra seres humanos, el ambiente y la propiedad pública por diferentes políticos que se oponen a que se apliquen las leyes del caso a estos elementos superponiendo los derechos humanos de los terroristas por sobre las personas que están siendo víctimas de esas acciones. Así van armando expedientes mediáticos que achacan las muertes consecuencia de la situación de terror producida al estado a fin de evitar que este ejerza el deber fundamental de proteger la vida de sus nacionales y extranjeros en el territorio nacional mediante el uso de las medidas legales. En el objetivo de obstruir la ley, los terrorista cuentan con la complicidad de la prensa escrita de derecha y de un buen número de medios audiovisuales que mantienen, bajo una libertad de expresión al servicio de fines desestabilizadores, una programación directa y subliminal que ha avivado el respaldo de algunos ciudadanos confundidos (un 20 %, de acuerdo a las mediciones) a acciones terrorista.
Son varios los tratados y acuerdos internacionales que se han realizado para proteger a los pueblos del terrorismo, entre ellos, la Convención de Ginebra contra el Terrorismo de 1937 que define el terrorismo como “actos criminales que se cometen contra el Estado, con el objetivo de exponer al terror a determinadas personalidades o a grupos determinados de personas o público”.
Otras son la Convención de Tokio de 1963; Convención Internacional contra la toma de rehenes de 1979 (muchos de los habitantes de esas urbanizaciones han denunciado que se encuentran secuestradas); Convención Internacional para la represión de atentados terroristas cometidos con bombas, de 1977, aprobada por la ONU en 1997 (las autoridades han decomisados bombas caseras; y en el asedio a la Fiscalía, se usaron estos artefactos; así mismo se frustró un plan que tenían de usarlas en túneles que comunican con Caracas); Convenio Internacional para la represión de la financiación del terrorismo aprobada en Nueva York en 1999 (desde hace un buen tiempo estos grupos vienen recibiendo dinero para sus actividades; lo cual lo demuestra la logística que han utilizado, como camionetas, sierras eléctricas, motos y armas de fuego): Resolución del Consejo de Seguridad ONU del 29 de septiembre de 2001 para erradica y prevenir el terrorismo mediante la toma de medidas legislativas, control bancario, bloqueo de capitales, control migratorio en las fronteras, tráfico de armas.
En el caso particular de países, el que más se ha valido de la lucha contra el terrorismo, sin importarle ningún derecho humano, ni siquiera la vida es EEUU, país que aprobó la Ley Patriota en octubre 2006, que da amplias facultades al gobierno para “espiar a sus ciudadanos” y aumenta las penas para terroristas, incluyendo la de muerte. Esa ley le permite al gobierno gringo, mantener sospechosos bajo arresto hasta por seis meses por investigación.
En Italia se ha legislado sobre la formación de grupo para motivos terroristas, su reclutamiento y entrenamiento. Dado que estos grupos reciben prácticas calificadas, así como lavado de cerebros a partir de ideologías nazi fascistas.
En Reino Unido, el gobierno tiene medidas excepcionales que ponen en prisión a cualquier persona que aliente el uso de la violencia. En ese país, quien obstaculice el tráfico es de inmediato puesto tras las rejas y calificado de terrorista; para ello ha montado cámaras de vigilancia en todos los lugares de tránsito público para evitar actos de terrorismo que impida la libe circulación.
Que haya algún país en el mundo que pretenda justificar estas prácticas terroristas en Venezuela, por el hecho de que no comparta la ideología del gobierno constitucional, y que tome como prueba las fraudulentas y tendenciosa opiniones, pasadas por noticias, e imágenes montadas, es sencillamente una falta contra el derecho internacional, contra el derecho de gente y contra el propio raciocinio humano.
Que en Venezuela, haya personas que políticamente adversen al gobierno, y lo hagan en las arenas del debate de propuestas, contrapuestas, críticas es aceptable en un sistema que ha dirimido sus diferencias electoralmente. Pero que haya quien aplauda métodos terroristas, que sean hasta capaces de permitir el secuestro de los propios sitios donde viven y de agredir físicamente a quienes quieren liberar las calles que permitan el flujo de todos sin distinción política, es síntoma de que los medios de comunicación, hace poco llamados a la paz y a ayudar en el combate de la violencia, que ciertos colegios y universidades no están cumpliendo la gran tarea de formar una ciudadanía para la convivencia o coexistencia y a solventar sus diferencias y conflictos por las vías pacíficas.
Significa además que los laboratorios de desestabilización contra países como Venezuela, que ha elegido desarrollarse por una vías distinta al capitalismo depredador, no cesan en su acción y abaten sobre este país todas sus técnicas probadas y por probar.
Ahora están recurriendo al terrorismo. Hay que derrotarlo con organización, inteligencia social, policial, militar y con la solidaridad internacional.