La estrategia opositora es muy clara: provocar la mayor represión posible, buscar desesperadamente que sus principales voceros sean encarcelados y así arreciar su feroz campaña internacional contra nuestro país. Más de 30 muertos, de los cuales más de 20 fueron producto de la brutal represión y el encarcelamiento de Alcaldes opositores sumado al inicio del proceso para el allanamiento de la inmunidad parlamentaria de María Machado, son pólvora para los fósforos de los oligopolios mediáticos perfectamente alineados con las políticas imperiales de intervención y hegemonía militar mundial.
La guerra de los medios internacionales no la estamos ganando, en primer lugar porque no tenemos una ofensiva mediática y diplomática en los centros de poder del mundo, en segundo lugar porque los excesos cometidos con la respuesta represiva y su poca condena oficial facilitan el trabajo de desgaste y deslegitimación y en tercer lugar porque la respuesta a la guerra económica sigue siendo efectista y no va al fondo y al origen del problema.
El imperio se propuso en Nicaragua en los 80 derrotar a los sandinistas militarmente con los Contras y cuando se dio cuenta que ni con el financiamiento del narcotráfico iba a lograr ese objetivo, trazó un plan de desgaste que duró más de una década y después de 50 mil muertos logró su objetivo, sacar del poder con los votos al Frente Sandinista, poniendo a su representante Violeta Chamorro. Esta situación de conflictividad va a prolongarse por meses y si no somos capaces de resolver los problemas macroeconómicos que se expresan con anaqueles vacíos hasta en la red de distribución de alimentos del gobierno, con la falta de carros nuevos y electrodomésticos, con la escasez de productos como la leche que ya es crónica, con la explosiva situación de las empresas básicas y la inflación que devora los salarios, el enemigo encontrará caldo de cultivo para desmovilizar al chavismo por una parte y por la otra, hacer crecer su base opositora. A los Sandinistas no los derrotaron los mercenarios de los Contra, sino la crisis económica que provocaron con la guerra y los errores en el manejo de la misma.
El camino de la represión si no viene acompañado de soluciones concretas, efectivas y no efectistas, inmediatas y no lentas e ineficientes puede ser profundamente contraproducente. Hay un malestar latente al que, después del Dakazo, no se le está dando respuesta y problemas complejos por resolver. El déficit fiscal, el alto endeudamiento, la alta tasa de inflación, la baja productividad (Polar, oligopolio privado y PDVSA, empresa pública y la cuarta empresa petrolera del mundo, tienen años con su tope de producción estancado), los altos índices de criminalidad, impunidad y deserción escolar, ameritan una respuesta inteligente que perdure en el tiempo y que establezca un clima propicio para el emprendimiento y la productividad indispensables para derrotar la escasez y la incertidumbre.
Construir el Socialismo Bolivariano ético, productivo, de equidad y de justicia, impone resolver los problemas económicos y no perseverar en ellos.