Cierre de la campaña del MAS: la esperanza en un mejor país

Plaza Villarroel, cinco de la tarde, el horizonte se ve completamente azul. Miles de banderas azules ondean en la tarde paceña sostenidas por la manos de bolivianas y bolivianas que se han dado cita en esta histórica Plaza de la Revolución, para vitorear al que, en días mas, se convertirá en el primer presidente indígena de Latinoamérica.

Los ánimos son festivos. Hay mucho para celebrar. Vamos hacia la victoria en las urnas y la victoria del Movimiento al Socialismo es mas allá de la victoria del pueblo boliviano, la victoria del pueblo americano.

Este domingo 18, Bolivia vivirá una fiesta electoral en la que por primera vez en sus 180 años de vida republicana, las elecciones traducirán fielmente la sagrada voluntad de un pueblo sometido durante mas de 500 años, primero al dominio español y luego, desde la República, al dominio de unos cuantos que ilegítimamente se encaramaron en el poder y le arrebataron a este país rico las posibilidades de crecer.

Bolivia, la cenicienta de América Latina, el país más pobre con un ingreso anual per cápita de tan solo 850 dólares; que ostenta los niveles de mortalidad infantil y materna más altos de Latinoamérica, con un desempleo que llega a más del 40%, se convierte hoy y gracias al poder de las movimientos sociales, en el espejo para toda Latinoamérica que espera con ansias y muchísima expectativa el triunfo de Evo Morales para iniciar una nueva era política, económica y social, como corolario de un proceso que se inicia hace cinco años atrás con intensas luchas sociales que permitieron comprender por fin, que un pueblo unido, con voluntad y decisión si puede escribir el destino con sus propias manos.

Llega el momento culminante de la noche y fuegos artificiales irrumpen en el cielo, pintándolo de miles de colores luminosos anunciando la llegada del líder al podium; todos y todas gritamos, nos emocionamos, sabemos que estamos frente al próximo Presidente de Bolivia. Evo saluda, hace un minuto de silencio por nuestros mártires, aquellos que iniciaron el camino; un minuto de silencio por la sangre derramada en la guerra del agua, del impuestazo, de la guerra del gas.

Sin memoria, un pueblo esta condenado a desaparecer.

Después de este emotivo momento, entonamos el Himno Nacional. Canto junto con todos los compañeros y compañeras que me rodean y creo que por primera vez escucho atenta la letra de mi Himno: “..........morir antes que esclavos vivir........” Sí, estamos dispuestos a morir si es necesario antes de volver a la esclavitud de la pobreza y de la dependencia; a la esclavitud de trabajar sin la esperanza de un mejor futuro para nuestros hijos; sin la amargura de no poder vivir medianamente bien, en un país que debe ser, sin lugar a dudas, uno de los más ricos de América Latina. Entonces canto realmente conciente de lo que digo y mi pecho se llena, como casi nunca antes, de un enorme fervor patrio. Siento los mismo en la gente que me rodea y me doy cuenta que todos los que estamos ahí, tenemos una esperanza enorme en que un país mejor es absolutamente posible, de la mano de Evo y del MAS.

Luego viene el discurso central de Evo y para culminar, la música maravillosa, siempre presente, siempre viva y actual de Piero, cantando, como hacen 30 años atrás, las canciones que nos recuerdan los momentos felices y tristes que transitamos todos aquellos que siempre luchamos para lograr días mejores para nuestra amada Bolivia y ahora, se nos concede el privilegio de ser actores directos de este proceso, sin lugar a dudas, el proceso más rico y más importante en los últimos 53 años. Que bueno estar aquí!!! Qué bueno presenciar este momento!!; haber vivido la zozobra de las luchas, el dolor de las pérdidas, pero también el júbilo de esta victoria que fue forjada a puro pulmón por cada uno de nosotros, desde Río Caribe en Venezuela hasta Tierra del Fuego en Argentina, desde el desierto de Atacama en Chile hasta Río Grande Do Sul en Brasil, es decir, en los cuatro puntos cardinales del Continente Americano, se escucha la voz de los sin voz; la voz de los que luchamos siempre pero que jamás pudimos tomar decisiones. Ahora es nuestro tiempo y por eso, al constatarlo, nos inunda la alegría en inmensa por la certeza de que estamos en el comienzo de un camino que transitaremos, no sin dificultades, pero si con la enorme convicción de que estamos haciendo lo necesario, lo correcto, por nosotros, por nuestros hijos y por los hijos de nuestros hijos.

Anochece ya. Más de cinco horas parada y no he sentido ni un poco de cansancio. Me voy caminando porque el acto se ha terminado, pero me llevo la certeza de que es posible, de que las luchas no han sido en vano. En mi memoria se aparecen los rostros de tantos compañeros asesinados, torturados, desaparecidos. Miro al cielo, está hermosamente estrellado a pesar de que esta tarde amenazó con llover y me digo: adelante, queda mucho por hacer, la muerte de ustedes compañeros, no ha sido en vano. Tomo a mi hija de once años de la mano y me siento feliz. Inmensamente feliz, porque ahora sí estoy segura que ella tendrá un futuro.


13 de octubre de 2005
Ma. Bolivia Rothe C.






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María Bolivia Rothe


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