La guerra económica pasó a otra etapa, la denominamos guerra comercial y de precios, los supermercados y panaderías son el signo evidente que algo no está bien en el establecimiento de los precios a nivel del consumidor, la charcutería es uno de los bienes perecederos cuyo precio esta a merced del distribuidor y el detallista; el café no aparece en los estantes pero si todo local de venta de café en tazas lo tiene; la leche líquida de igual manera, no consigues sino esporádicamente en los supermercados; lo mismo ocurre con productos de limpieza y de higiene personal, etc, etc.
Veamos ahora cada uno de estos rubros, quesos y jamones, la viveza de los fabricantes los ha hecho inventar todo tipo de estos productos, que si de pavo, de bufala, de colores, quesos con huequitos y sin ellos, jamones pálidos sin sabor alguno, en fin todo un mundo de invenciones evasivos de precios prefijados.
El café, nos preocupa mucho que ha pasado con Fama de América, buen café y ausente en los grandes supermercados, hasta hace poco había en los anaqueles, las marcas que venden en panaderías San Antonio y Santo Domingo, entre otras, no solo se trata de precios, es un problema de evasión de precios descarado, por cierto todo negocio, panadería cafetería, restaurant, siempre sirven el cafecito, pero en la calle, no hay.
Otro producto que sirve de desayuno antes del comienzo de la jornada laboral en las mañanas, son los cachitos, croissant, pastelitos de hojaldre, rolles, etc, los precios disparados sin consideración alguna, es culpa del distribuidor de los insumos o del fabricante, preguntamos.
Esto se ha convertido en un problema cultural, como lo es el contrabando cuando no es de mafias, en los supermercados, los empleados llaman a sus contactos cuando llega un producto y en minutos las colas para pagar son intensas, pero eso no es todo, colocan estos generalmente en el piso fuera de sus anaqueles naturales y con ello, contribuyen a la sicología de la escasez.
Escribo este artículo exclusivamente como consumidor, despojándome intencionalmente de todo cliché profesional, lo que me lleva a narrar lo que palpo y siento de manera sencilla sin el uso de adjetivos ni calificativos especiales con el objeto de tratar de llamar las cosas como de igual manera las ve y siente cualquier cristiano.
Una breve reflexión sobre lo que acontece me obliga a hacerme varias preguntas, entre ellas con la promulgación de la Ley de Precios Justos que establece ganancias no superiores al 30%, se podría considerar que los precios al detal y la comercialización correspondiente están a la buena de Dios o es que el control de los mismos no se está haciendo, pregunto, el precio del café internacionalmente no está por debajo de ese precio que han fijado productores y comercializadores, será cierto que el problema de la leche es de las vacas y no de quienes la ordeñan y además es un problema de distribución, cuando el Presidente de Fedenaga señaló hace poco que hay suficiente producción.
Por último, al tratar de desayunarme en una de estas mañanas, opté por no hacerlo en una panadería, cuando afortunadamente pregunté los precios: un croissant con jamón y queso crema bs. 50,oo y un cafecito pequeñito bs. 15,oo, me pregunté existe o no una guerra comercial descarada y con la impotencia del caso, me fui a comer en un quiosco lejano, una empanada con queso por dentro en bs 12,oo y un guayoyo bs. 5,oo.