“Si quieres elevarte a la categoría de hombre digno, procura ser, además de honrado y virtuoso, humilde y respetuoso”.
Simón Bolívar
La arremetida derechista que ha estado reavivada en los últimos días con continuas acciones febriles de destruir todo lo que consigue a su paso, se mantiene gracias a la falta de condena por parte de sus principales mentores e indirectos colaboradores.
La alocada escena en que un árbol cobra fuego, un autobús recién colocado al servicio de la ciudadanía es incendiado con total indiferencia, un supermercado es avasallado por las llamas en un municipio de clase media, una universidad pública es prácticamente borrada del mapa luego de ser quemada, un preescolar es sacudido con bombas molotov teniendo niñas y niños adentro en sus aulas, parece que genera más sadismo y locura a quienes simpatizan con estos desquiciados pero, a estas alturas del golpe silencioso, todo se ha dicho y escrito. La prensa tan sólo saca provecho para sus ventas de sus titulares y fotos pero los principales mentores saben que con ello ya no lograrán sus objetivos.
Bajo ese afán también fueron privados de clases universitarios de varias casas de estudios en algunas de las principales ciudades del país sin importar quién o quiénes puedan salvar el semestre. Hasta se dieron a conocer las imágenes de jóvenes encapuchados, pistola en manos, cometiendo todo acto punitivo en franca violación de los derechos humanos al patear a un compañero universitario nada más por el simple hecho de ser chavista. Todo esto es lo observado en fechas recientes de mano de quienes son reconocidos por ser auténticos hijos de Prometeo. Lo peor, que hay gente influyente que prefiere callar como apostando a un desenlace fatídico que la mayoría teme y por el cual se trabaja desde el gobierno para que no llegue un estallido social entre sectores clasistas. Digamos estos son los colabores indirectos.
A aquellos comedonas, sempiternos moradores de panaderías y cafés, colaboradores circenses por pagar periódicos amarillistas e ir tras las imágenes que aparecen en televisoras privadas colocadas estratégicamente en estos sitios y donde se les ha oído escupir frases con alto contenido fascista como: “Ojalá se hubiesen asfixiados esos niños” (caso preescolar), se les olvida, de momento, que no son inmortales, y que en cualquier momento un familiar muy cercano puede perder la vida a manos de unos vasallos como los que estamos presenciando en esta virulenta arremetida al pueblo trabajador.
Por otra parte, el sector de la Iglesia en vez de condenar parece que bendice las piedras, los palos, las bombas molotov y hasta los morteros. Francamente, no hay una posición del club de los eclesiásticos que capitalice por medio de un llamado a la paz, a que estos vándalos de la derecha o, si se trata de los nuestros, dejen su paranoia y trabajen por restituir las normales faenas de estudio y trabajo en este país. Otras Iglesias podríamos decir tienen veto en los medios o andan tímidas.
Y dónde están los columnistas que hablan de paz, fraternidad, amor, solidaridad, paz, liderazgo efectivo, comunión y toda esa verborrea con que la “gente decente” se “baja de la mula” para asistir a conferencias donde se busca “asumir aptitudes al logro” y la “paz espiritual” pero que por estos días toda esa chuleta de la que hablan los “conferencistas del momento” la esconden para estos días de turbulencia y desenfreno mental.
Pero, lo más cómico son esos políticos sin pueblo que andan como ánimas solas que intentan colarse para agarrar unos centimetrajes en prensa y en vez de aprovechar y tomar un segundo aire lo que hacen es embarrarse más llamando a la disidencia, al golpismo. El golpe se lo dan finalmente ellos contra la pared.
Se sabe la prensa burguesa comulga con el golpe pero ¿en qué andan los medios alternativos y comunitarios? No es necesario tener una bola de cristal a la mano. Se la pasaron y se la pasan en un bendito tira y encoge que no acaba. En cada encuentro se escuchan frases variopinta como las siguientes: “tú no eres mejor que yo”; “que yo soy más chavista que tú”; “que yo aparecí `más` primero que tú”; “que tengo más potencia que tú”; “que soy tan gallo como el PCV”, “que mi abuelo bebió café con Pío Tamayo y curó las heridas de Leoncio en tiempos de AD y Copei”; “que yo tengo rotativa y nadie más tiene” y bla, bla…parece la discusión de nunca acabar. Da pena ajena, más bien, como en poco más de diez años de revolución los medios defensores del socialismo anden con planchas dentales desangrando al Estado y no anden unidos enfrentando la sacudida mediática con que unos pocos se han hecho ver como si se tratase de una gran conspiración a nivel nacional.
Puede ser que Eleazar Díaz Rangel tenga razón con un reacomodo en las preferencias hacia el gobierno, al sondear la opinión pública, por estos tiempos, en municipios antichavistas y donde la embestida derechista atentó contra la vida de sus mismos vecinos. Lo que se traduce que golpe que lance la ultraderecha será devuelto por sus propios errores y no porque el trabajo de los medios que se dicen revolucionarios anden haciendo una de sus principales tareas como lo es orientar e informar a la altura, más que estar como caimanes en boca de caño esperando caiga la presa.