Docencia Amena

Bicentenario de la Batalla de Ayacucho: apreciaciones y enseñanzas

Llegado este día, como una de las fechas más representativas de la era bicentenaria y tratándose de un episodio clave dentro de la gesta independentista suramericana, como la ocurrida el 09 de diciembre de 1824 en la Pampa de la Quinua, es que podemos hacer mención meritoria sobre aquel importante hecho donde se resalta, etapa tras etapa, la heroicidad de pueblos hermanados sobre la tiranía asfixiante del coloniaje español cayendo en su declive final. El momento lo exige. La Patria Grande atraviesa serias situaciones peligrosas bajo la sombra del coloniaje, distinguibles en lo interno y externo, que atentan contra la paz y bienestar de naciones que sellaron su independencia. Muy especialmente Venezuela.

Hoy las grandes lides la damos para quitarnos los yugos que siguen presionando esta vez no los tobillos, muñecas y cuello sino nuestras mentes, sueños y progresos que desde los sectores educativos y culturales notamos como rémoras la existencia de movimientos de transculturización. Tales movimientos persisten en alinear a niños y jóvenes restándoles el vigor de los diversos patrones que señalan nuestra identidad cuya herencia permite reconocer nuestras luchas y los propósitos por los cuales libramos esas batallas por el conocimiento.

De ahí comparemos cómo nos hemos vistos 50 años atrás. Para 1974 en el país se inauguraron planteles educativos con los epónimos de Batalla de Junín y Batalla de Ayacucho. En el caso nuestro tomo como ejemplo los dos ubicados en la Vivienda Popular Los Guayos, ahora urbanización Los Guayos.

El más antiguo de ellos es Batalla de Junín, localizado en la 1ra etapa, entre los sectores 2 3, y culminado mucho después de la entrega de llaves (1972) por parte del presidente socialcristiano Rafael Caldera y el gobernador de Carabobo Luis "Paíto" Estopiñán (ambos del partido Copei). Tiempo después la 2da etapa del mismo urbanismo, en el sector 02 abriría sus puertas Batalla de Ayacucho, siendo parte del conjunto de viviendas diseñado para familias cuyo propósito principal fue dar solución habitacional a trabajadores de los diferentes parques industriales que se levantaron hacia el sureste del distrito Valencia, a los cuales pertenecía Los Guayos y San Diego, para entonces. Durante la década de los noventa llegaría el decreto de municipalización y Valencia se separaría no solo de Los Guayos y San Diego sino de Naguanagua, Tocuyito y Carlos Arvelo.

Pero volviendo al caso de los planteles educativos que este año destacan por sus epónimos son originarios de una época en que hubo mucho movimiento del sistema educativo porque se crearon programas de preescolar. Con ello se incluyó una revisión y actualización de los programas de primaria y se inició el proceso de descentralización de la educación. A partir de 1970 se daba por iniciado el primer concurso de selección de maestros con la intención de que ello se convirtiera en una forma de mejorar la enseñanza. Y entre 1974 y 1979 la Escuela Básica de primero a noveno año tomó mayor auge pero también exigiendo mayor calidad en los docentes en áreas como castellano, matemáticas, ciencias sociales (…). Se cuenta había en ellos debilidades en cuanto a preparación académica.

En cuanto espacios físicos también se daban transformaciones. La infraestructura de ambos planteles casi intactas dan cuenta son muy parecidas. Al apreciarlas se trata de edificaciones de un piso con estructuras metálicas (vigas de hierro) y de concreto. Sus aulas espaciosas y de grandes ventanales de básculas van alineadas en módulos interconectados. Hoy la Unidad Educativa Batalla de Junín presta servicio desde Educación maternal e Inicial hasta 4to y 5to año de Media General. Mientras la Escuela Básica Batalla de Ayacucho contribuye con su comunidad recibiendo a niñas y niños desde Educación Inicial hasta 6to grado. En una y otra se cumplieron los diseños curriculares que trajo la inclusión educativa Bolivariana. Es decir las Misiones Educativas (Robinson, Ribas y Sucre). Ambas instituciones son centros de votación. Dos de los más grandes entre los padrones electorales del municipio Los Guayos. Sus respectivas matrículas escolares en los mejores momentos antes del éxodo venezolano pudieron sobrepasar los mil estudiantes entre ambos turnos. Es decir, la planta física de ambas sedes educativas fue creada para cubrir la demanda del sistema educativo público local por años, especialmente de primera etapa.

Con el transcurrir de los años la población creció. Las viviendas que eran unifamiliares se volvieron multifamiliares. Unas fueron modificadas totalmente hasta ampliarlas construyéndoles anexos. La expansión demográfica en la ciudad ocasionó la construcción de apartamentos en la Vivienda Popular Los Guayos y con ello llegaría posteriormente la invasión de terrenos en donde fueron apreciadas viviendas improvisadas alentadas en campañas electorales por aspirantes adecos y copeyanos.

Debido a tal sobrepoblación las "escuelitas" quedaron pequeñas y es allí donde vamos a ver brotar pequeñas instituciones privadas con epónimos no propios de nuestros héroes y heroínas del proceso libertario o, por lo menos hombres o mujeres surgidos de alguna manifestación cultural propia extraídos de cuentos o novelas épicas o personajes de impacto positivo hacia la sociedad. Acá vamos a conocer el caso personal de una educadora afrodescendiente formada en una institución universitaria privada que contando con recursos propios creó un plantel de educación inicial y primaria -en la misma casa donde creció y se formó- denominándolo UE Vicente Emparam. Casos, más o menos graves como el descrito, traerá esa educación surgida con el afán del lucro visto al corriente en estos años del modernismo desenfrenado y la cultura pop en cualquier parte del territorio nacional.

Enseñanzas del Ayacucho Bicentenario

La llegada a los 200 años de la Batalla de Ayacucho en la que el cumanés general Antonio José de Sucre obtuvo en el propio campo de batalla el grado de "Gran Mariscal de Ayacucho" nos invita a profundas reflexiones geoestratégicas producto del devenir de la historia y las actuales relaciones políticas y comerciales con países hermanos de la región y, en especial, con el coloniaje proveniente de naciones de la Unión Europea y el coloso del norte.

¿Qué tanto nos caracterizamos por ser un pueblo rebelde y resistente a toda dominación extranjera? Nuestra historia es pletórica de tales momentos para seguir procediendo ante la injusticia con que los nuevos métodos de sugestión e imposición venidos de gobiernos títeres al gran capital nos quiebren como unidad continental.

Del libro "Historia Insurgente y la era bicentenaria" (2023) tomamos de Vicente Carvajal algunas enseñanzas particulares, como él mismo lo señala, de lo que nos trae el Bicentenario de la Batalla de Ayacucho cuando evidentemente se nos amenaza con bajar nuestra moral y orgullo revolucionario por afianzar en la región posibilidades de sostenimiento económico sin caer en el entreguismo de nuestras riquezas naturales hacia potencias extractivitas y criminales convictas y confesas:

1ro.- Para todos los patriotas queda el ejemplo de que "la Patria es la América", como lo señaló el Libertador. Sin unidad latinoamericana no es posible alcanzar la independencia integral para ninguno de los países de la región. De ahí que Hugo Chávez lo volviera advertir como líder no solo del continente sino del hemisferio occidental "O nos unimos o nos hundimos". Aquí no hay posibilidad de progreso, crecimiento, desarrollo o bienestar en "patrias chicas". ¿Aquí qué pensarán Lula, Milei o Petro?

2do.- Para los revolucionarios se consolida la lección de que sólo en la unidad de las fuerzas sociales progresista está la clave de la victoria. En el Ejército Libertador estaban los intereses populares de las grandes mayorías de los pueblos, por ser eso, un ejército popular tenía identidad propia y objetivos claros. Hoy 200 años después el frente popular se presenta en los movimientos políticos y sociales que se oponen al imperialismo. Y el imperialismo, al identificarse, provenga de donde provenga debe ser derrotado.

3ro.- Los jóvenes tienen la lección histórica que muestra la responsabilidad de las futuras victorias. El Estado Mayor del Ejército Unido de Ayacucho estuvo conformado por jóvenes militares. Un estímulo para las nuevas generaciones en las distintas áreas a cumplir funciones de liderazgos. En esa gloriosa contienda estuvieron Antonio José de Sucre (29), José María Córdoba (25), William Miller (29), José Laurencio Silva (32), José María Plaza (32), Suárez (34), José Trinidad Morán (28), Arthur Sanders (27), Alejo Bruix (34), por citar algunos.

4to.- Las mujeres demostraron que fueron y son parte igual que los hombres de la victoria patriota. El triunfo revolucionario se logró con cuota de sacrificio de ambos géneros. En la Batalla de Ayacucho el valor y heroísmo de Manuela Sáenz, quien allí ganó el grado de coronela, sirve de ejemplo del protagonismo femenino en toda la etapa emancipadora. Ninguna mujer del continente debe considerarse sudaka o una venezolana veneka. Tal denigración jamás puede venir de su propia nacionalidad.

5to.- Los pueblos asumir la unidad como un valor político que se convierte en arma con la que es posible derrotar al enemigo, por más poderoso que sea.

Hacía unos años, cuando pintamos el mural de Juramento del Monte Sacro en la Unidad Educativa Fátima I, municipio Libertador, en el año 2009, nos imaginamos transitar cada episodio Bicentenario en sitios donde se le rindieran los máximos honores. En el caso, por la llegada del Bicentenario de la Batalla de Carabobo, nos vimos vestidos de miliciano marchar en la Avenida Monumental del Campo de Carabobo; pero la vida nos dio otros roles y responsabilidades con que hemos podido hacernos parte de estos momentos especiales de la historia patria. Por un lado orientar el trabajo en equipo entre profesionales militares, docentes directivos y de aula con jóvenes estudiantes para que juntos nos vinculemos en grado superlativo reforzar los valores de identidad y la defensa de la soberanía nacional. Un trabajo que nos ha permitido mayores relaciones interinstitucionales.

De igual manera agradecido con la Sociedad Bolivariana de Venezuela en el estado Carabobo; la Red de Historia, Memoria y Patrimonio; el Centro de Estudios Simón Bolívar; Carabobo y Sus Personajes, por tratarse de instituciones claves que ayudan al esclarecimiento y el reconocimiento de nuestras raíces más genuina. No en vano se alcanza la comprensión necesaria acerca de la historia dominante contada, de distintas maneras, con que la narrativa positivista y el sesgo propiciados por las élites absolutistas buscan prevalecerse en el tiempo.

Es de este modo cómo el Bicentenario de la Batalla de Ayacucho nos une de manera simbólica valorando más allá de una celebración el gran sacrificio con que aquellos hombres y mujeres lucharon hasta perder la vida. Tenemos el bien más preciado: la libertad. Sepamos sacar provecho de ello defendiendo todo lo que nos identifique como verdaderos republicanos Bolivarianos, tan respetuosos y leales de las leyes como Sucre, el Gran Mariscal de Ayacucho.



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Brígido Daniel Torrealba


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