De la dirección revolucionaria y de la diferencia

La psique de los seres humanos se caracteriza por tener un hambre absoluta de sentido, y son las instituciones las que tienen la responsabilidad primaria, las que tienen la obligación de proporcionarles a los individuos el sentido que las cosas tienen, y en segundo lugar, acentuar su eficacia en el mundo social.

Se sabe que la vida psicológica es esencialmente activa y proyectiva; de allí la importancia de las significaciones imaginarias contenidas en la idea del Socialismo. El capitalismo, por un lado, persigue ajustar a cualquier precio al individuo a las exigencias momentáneas del orden social establecido. El socialismo no, implica la transformación permanente de la sociedad basándose en la conciencia social de los individuos, respetándole a cada quien su condición diversa y otorgándole a cada quien la posibilidad de participación efectiva en todo poder explicito existente en la sociedad.

La institución, en el sentido fundador, es una creación originaria del campo social-histórico, del colectivo-anónimo, que sobrepasa como forma o aprehensión mental, toda producción posible de los individuos o de la subjetividad; en ese sentido, el individuo y los individuos son institución, institución de una vez por todas e institución cada vez distinta en cada distinta sociedad, a decir de Cornelius Castoriadis. Ese sería el extremo cada vez más específico de la imputación y de la atribución social establecida de acuerdo a las normas, sin las cuales no puede haber sociedad.

Estas ideas de la institución y la significación imaginaria del Socialismo ya las vertió en el continente latinoamericano el peruano José Carlos Mariátegui en su famosa frase que dice que el socialismo no puede ser calco ni copia, sino creación heroica e imaginaria. De tal forma, que para elevar a la sociedad venezolana a una sociedad socialista pasa por la necesidad de adoptar efectivamente un método revolucionario, ya que el socialismo no va a caer del cielo. El espíritu revolucionario es espíritu constructivo. En cada derrota que se le vaya infringiendo a la burguesía y al imperialismo norteamericano es obligatorio radicalizar el avance del socialismo revolucionario, porque si no es así, entonces no valdría la pena luchar. Se trata de ser consecuentes con la ética socialista.

No puede haber pereza intelectual en Venezuela, mucho menos ahora que el imperialismo estadounidense nos asedia; no podemos dejar de lado la investigación y el debate acerca del socialismo; todo porque la creación de la política tiene lugar debido a que la institución dada de la sociedad hay que ponerla permanentemente en duda, como tal, en sus diferentes aspectos y dimensiones (lo que permite descubrir rápidamente, explicitar, pero también articular de una manera distinta la solidaridad) a partir de una relación otra, inédita hasta ahora, la cual se crea entre el instituyente y el instituido.

Nuestra búsqueda debe ser el socialismo revolucionario y de eso no debemos cansarnos jamás por se una hermosa tarea. Esa es la única posibilidad de dispensarle al pueblo venezolano la mayor suma de felicidad posibilidad posible, cuyo contenido se esboza en el Plan de la Patria. Es por ello que desde todas partes se le reclama con insistencia a la Revolución que inició Hugo Chávez, en nombre de Simón Bolívar, una organización revolucionaria, un partido capaz de esclarecer y formarle la conciencia socialista al pueblo venezolano, proponiéndole objetivos concretos.

Necesario es encontrar en esa ruta venezolana del socialismo la exploración de la unidad ideológica, al menos sobre algunas cuestiones fundamentales, ya que existe una serie de cuestiones decisivas para arribar a dicha unidad, sobre las cuales hay dudas y desacuerdos entre nosotros y, también en cada uno de nosotros; pero que en lugar de encararlas se prefiere eludirlas y postergarlas; por ejemplo, los privilegiados del poder frente a las masas que se da en el proceso, la corrupción, el burocratismo; esos serían algunos ejemplos vivos de ese bulto que se escurre.  

Es imprescindible una dirección revolucionaria, tanto en la estrategia, como en la organización revolucionaria para construir el socialismo. Se requerirá que esa dirección revolucionaria sea legitimada por nosotros a través de la conexión que se deriva de una ininterrumpida continuidad histórica; pero que en todo caso, es bien distinta de la relación viva que debe darse con la experiencia revolucionaria pasada y presente; aquí estoy hablando de la expresión constante y general que surge de las necesidades revolucionarias de las masas, las cuales hay que satisfacer.

La dirección revolucionaria en la construcción del socialismo es el vínculo que debe darse cara a cara entre la organización revolucionaria y los militantes revolucionarios. Entonces esa unidad vendría dada por la orientación ideológica y la estrategia política, cuya cristalización se alcanzará mediante un intercambio intenso y constante de comunicaciones y de experiencias.

Las raíces subjetivas del proyecto revolucionario bolivariano es lo que nos permite precisar que somos bien diferentes a los y a las que quieren truncarnos el sueño del socialismo que abrigamos millones de venezolanos y millones de venezolanas, donde sea posible poder encontrarnos con el prójimo a la vez como un semejante y a la vez como alguien absolutamente diferente. Por ejemplo, nosotros somos antiimperialistas a rabiar. Nosotros creemos en el proyecto bolivariano de la Patria Grande, a pesar del desigual desarrollo ideológico de América Latina.

Esos paradigmas, de verdad, nos hacen diferentes a la escualidez venezolana, y que si en algo pudiéramos estar de acuerdo es en que somos diferentes. Diferentes en la forma de pensar; diferentes en la forma de mirar; diferentes en la forma de hablar; distintos en la manera de reír y llorar; diferentes en la forma de amar; diferentes en la manera de cantar y bailar; diferentes en el comportamiento con la naturaleza; diferentes en la forma de sollozar y enterrar a nuestros muertos; diferentes en la forma de vestirnos;  diferentes en la forma de caminar; diferentes en la forma de alimentarnos; muy diferentes en la manera de ir al baño y en la forma de asearnos las partes pudendas. Diferentes en todas las formas y maneras. Y si es que en algo estamos de acuerdo, es en que somos IGUALES en la DIFERENCIA.

 



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Isrrael Sotillo


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