Un Oscar al Judas mejor vestido

¿Y ese Judas? ¿A quién representa?, preguntamos a unos espontáneos de esos que lavan y/o cuidan carros en la calle, a la altura de la Av Miguel Ángel de Colinas de Bello Monte.

-Al que tú quieras. Maduro, Capriles, Leopoldo. El que quieras.

Y el chico hacía sonar rítmicamente un pote de plástico donde recogía dinero para terminar de arreglarlo. El muñeco era un híbrido pues llevaba cosas características de personalidades tan distintas como opuestas. Adaptable, pues. Igual un testamento muy mal escrito que sería leído según la audiencia.

Más allá, en la guarimba del Centro Polo, la cosa era más organizada, más nice. Cuatro muñecos de tamaño natural, que representaban a líderes de la revolución bolivariana, elegantemente trajeados, esperaban la ocasión para su final en llamas. Observamos que uno de ellos vestía un traje militar, nuevo, hecho a la medida. La cara no era de trapo, ni los ojos y la boca imperfectos e irregulares, ni el pelo era de estambre. No. Era una perfecta fotografía del aludido, un primerísimo primer plano, full color e impresa en vinil (360 bolívares el metro). Se apreciaba un trabajo de diseño previo. Una puesta en escena, lo que en cine llamamos una producción ejecutiva, es decir, alguien puso los reales. ¿Para qué quemar ropa y cosas nuevas?

¿Cuánto habrá costado ese traje?, preguntamos a la dama que se esmeraba en los últimos retoques.

-Nada más el traje de militar costó 1.200 bolívares.

Pero será quemado, le decimos. ¿Para qué gastar tanto si será quemado?

-Nuestra libertad no tiene precio respondió ella, absolutamente convencida.

¿Y el Judas de más allá también es de ustedes?

-Ahh ¿ese? El de los mendigos? No, mi amor, este es el original. Ese es chimbo, ¡horrible!Ellos no deberían estar allí. Ya voy a avisar para que se vayan pa otro lado.

Réplicas de los mismos muñecos fueron vistos en Las Mercedes, en Chacao, incluso en El Paraíso. O sea que fueron hechos en serie y para un mismo fin, lo cual habrá multiplicado su costo. Y es que ahora hasta para quemar a un Judas hay que tener estilo.

Mientras el grueso de la población caraqueña regresaba, cansado, feliz y bronceado de un merecido descanso, la oposiciónPerdónLa resistencia como ahora se autodefinen los grupos violentos, exhibía con orgullo esos Judas. Acaso hace algunos años ni sabían de esa tradición, mucho menos su origen bíblico, porque emigraban a otras latitudes a vacacionar y entonces lo único realmente importante era que nadie tocara sus intereses, y no aquello de no quién traiciona a quién.

Por eso en esta oportunidad la Quema de Judas, que en Venezuela según los cronistas data del año 1499, pasó de ser una celebración del pueblo humilde a un caro show mediático, con su alta dosis de espectacularidad (para las cámaras de CNN o, mejor aún, las satelitales) aderezado con ese odio cada vez más depurado, que pone en evidencia nuevamente la lucha de clases en Venezuela y a la cual no escapó ni siquiera la tradición.

Ahora tenemos Judas originales y Judas chimbos. Los Judas mejor vestidos, seguramente, los mejores accesorios, el mejor maquillaje. ¡Oscar de la Academia al Judas!

En fin. Faltó la alfombra roja y, por supuesto, Jared Letto.



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Luisana Colomine

Profesora de géneros periodísticos y periodismo de investigación en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Comunista.

 @LuisanaC16

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