Se acerca una semana decisiva en la lucha por una universidad abierta y que no se incline ante intereses políticos

Argumentos para luchar por nuestro derecho a la educación

La educación es un derecho humano, según el artículo 102 de la Constitución. Este hecho defiende a los estudiantes aún si son minoría, cuando sus posibilidades de ver clases corren peligro.

Todos los semestres ocurre un ejemplo clásico: cuando un preparador o un profesor desea cambiar el horario de la materia, él debe consultar a sus alumnos. Y si un solo estudiante de la sección se opone al cambio, el mismo se desecha aún si sus otros 60 compañeros están de acuerdo. ¿Por qué? Porque no se le puede imponer a un alumno un horario que le sea imposible de tomar; ello le imposibilitaría ver la materia y en efecto violaría sus derechos a la educación. Si se persiste en efectuar el cambio de horario a la materia en efecto obligaría al alumno a tomar acciones a través de su Centro de Estudiantes.

¿Cuál es la diferencia entre ese caso y el actual? Pues que la cantidad de estudiantes no es exactamente una minoría. El derecho a la educación de una gran cantidad de alumnos está en juego: es mayoritaria la cantidad de personas que quieren ver clases en la mayor parte de las escuelas de la UCV, y aún en aquellas universidades donde sea mayoría la cantidad de estudiantes que no quieren ver clases, la cantidad de personas que sí quieren ver clases no es nada despreciable. Y ellos también tienen derecho.

Por otro lado, existe una condición legal interesante: quienes sí quieren ver clases no están impidiendo a los que no quieren ver clases su derecho a protestar de esa manera. Existen diversos recursos para que aquellos que no quieren ver clases retiren el semestre, o simplemente dejen de asistir a la universidad. Por otro lado, si profesores declarados abiertamente como “de oposición” deciden no acudir más a sus salones, ¿existe algún mecanismo para que los alumnos afectados puedan reclamar su derecho a clases? Definitivamente sí.

Seguridad en el pasado.
El amigo Gustavo Rivero nos informa que “esta universidad ha estado abierta y funcionando en situaciones como las presentadas en los años 60. Luego, estuvo abierta y funcionando durante los cíclicos disturbios de los encapuchados”. Pocos recuerdan a María Verónica Tessari, periodista que falleció producto del impacto de una bomba lacrimógena que la golpeó en su cabeza dentro de los terrenos de la UCV en 1993, en una represión brutal contra los medios de comunicación y los estudiantes por parte de la hoy glorificada Policía Metropolitana. Y sin embargo, a pesar de las turbulentas protestas realizadas en esos momentos, las actividades nunca fueron suspendidas.

Tragedia de Vargas.
En diciembre de 1999, la peor tragedia natural que ha azotado a Venezuela en su historia, si bien causó una necesaria suspensión de actividades, no ocasionó que el semestre se perdiera. Algunos todavía recordamos que el 16 de diciembre algunos profesores insistían en realizar evaluaciones, a pesar de que no sabíamos nada de muchos compañeros de Vargas. Algunos empleados y estudiantes ucevistas fallecieron en la tragedia; otros perdieron a seres queridos. Y si bien la UCV prestó ayuda, colaboración y flexibilidad con muchos de ellos, no se suprimió el derecho a la educación de los demás.


La toma.
El 28 de marzo de 2001, un grupo de estudiantes realizaron una toma de la Sala de Sesiones del edificio del Rectorado de la UCV, la cual también causó circunstancias tensas que llegaron a su clímax el 26 de abril, cuando el rector Giuseppe Gianetto suspendió las clases. El domingo 29 en su programa "Aló Presidente" el presidente Chávez anunció su apoyo a una "constituyente universitaria", lo cual se tomó por muchos como una intromisión del gobierno en las actividades académicas. El lunes 30 de abril en la mañana profesores y decanos realizaron asambleas de facultad simultáneas,las cuales estaban convocando desde el día sábado. Varios de los mismos docentes que hoy apoyan el paro de la universidad alegaron en ese momento “que había que defender el derecho a la educación”, que “los tomistas nos están impidiendo ver clases”, que "formaban parte de un plan del gobierno para introducir la política en la universidad" e incluso los más radicales afirmaron que “a los tomistas había que sacarlos a golpes... ¡plomo a los tomistas!”.

El resultado fue un acto de violencia generalizado en el cual estudiantes y profesores por igual agredieron salvajemente y golpearon de una forma bárbara a tomistas y a quienes los apoyaban. Desde muchachos de 16 años hasta personas que fueron consideradas insignes hasta ese día, como Manuel Caballero, todos juntos utilizaron la violencia para defender “el derecho a la educación”. Personas armadas llegaron a penetrar al edificio del Rectorado en búsqueda de los “tomistas”, como quedó registrado en los medios televisivos.

Hoy, muchas de estas personas quieren imponer a los demás su “derecho a la no educación”.

El golpe.
Pasó casi un año completo. Dieciséis de los supuestos violadores del “derecho a la educación” ya estaban expulsados, asegurándose así la Máxima Casa de Estudios de que “nunca más” alguien vuelva a vulnerar el derecho de los alumnos de recibir su tan preciada educación.

Y en medio de una crisis política, ocurre un golpe de estado. El día 13 de abril de 2002, en medio de un golpe de estado, cuando el país vivía bajo el RÉGIMEN FASCISTA Y DICTATORIAL de Pedro Carmona Estanga, el profesor Giuseppe Gianetto publicó en el diario El Nacional, en su condición de rector y a nombre del Consejo Universitario de esta casa de estudios el siguiente comunicado: "Información para la comunidad universitaria: La normalización de todas las actividades docentes, de investigación, administrativas y de extensión, se reiniciarán a partir del próximo lunes 15 de Abril en los horarios regulares."

Delitos sexuales.
Más recientemente las condiciones de seguridad de la UCV han sido realmente precarias. Mujeres estudiantes y profesoras dela universidad han sido víctimas de violaciones sexuales a un nivel sin precedentes, en su mayoría en ataques iniciados dentro de la misma universidad. “En una reunión abierta y ampliamente anunciada realizada en la Sala de Lectura de la Facultad de Ciencias el pasado 28 de noviembre, una representante de la Asociacion Civil de Planificacion Familiar (PLAFAM) denunció que CUARENTA Y OCHO MUJERES han sido violadas en los últimos seis meses en la Universidad Central de Venezuela o sus alrededores. La cifra incluye sólo las mujeres que recibieron atención en PLAFAM; no incluye a personas que hayan hecho denuncias en otros centros de orientación o a mujeres que hayan callado el hecho por vergüenza, que se cree que es lo que ocurre en la mayoría de los casos. Informó que muchas violaciones ocurrían a plena luz del día, y dio ejemplos: algunas compañeras confiaron en un individuo quien, vestido con una bata de médico, se ofreció para darles la cola en su automóvil. Otras tuvieron experiencias similares a manos de taxistas.

Sin embargo, a nadie se le ocurrió suspender las clases a pesar de que por lo menos una mujer es violada cada 4 días en la universidad. Las medidas tomadas no fueron contundentes; es más, ni siquiera fueron notables.

Manifestaciones en Caracas nunca causaron suspensiones.
Algunos estudiantes continúan presentando como argumentos para no venir a la universidad la posibilidad de que ocurran marchas peligrosas cerca de sus casas, a pesar de que la gran mayoría de las marchas se realizan después de las 10 de la mañana y los ucevistas comienzan clases tres horas antes. Igualmente, las clases han continuado con normalidad a pesar de fortísimas jornadas de protestas vividas durante 2002: el 11 de abril en la tarde muchas escuelas de la UCV tuvieron clases; 4 días después, todos nos reincorporamos con normalidad a pesar de que unas ochenta personas murieron en cuatro días de disturbios y protestas. Luego, en julio y agosto de 2002 en el centro de Caracas ocurrieron casi a diario fuertes disturbios tras las decisiones del TSJ de exonerar a 4 militares que dirigieron el golpe de estado de abril de 2002. Desde entonces, las protestas han sido el pan de cada día, pero a pesar de que algunos estudiantes tuvieron problemas puntuales a nadie se le ocurrió suspender las clases.

Heroísmo desde otras latitudes.
El amigo Leonardo Nazoa Bolívar me envió la foto anexa, que corresponde a un niño asistiendo a la escuela en la Alemania de la Segunda Guerra Mundial (tomada del libro The Family of Man, publicado por el Museo de Arte Moderno de Nueva York, 1955). A pesar del caos causado por la invasión nazi y el contraataque aliado, los niños continuaron acudiendo a su escuela. Niños pueden, ¿y universitarios no?

Al otro lado del mundo, Estados Unidos soltaba sobre Hiroshima la primera bomba atómica. Un amigo nos escribió sobre la información que consiguió en una revista científica:

“H. Hashimoto (autor del artículo) se encontraba en el año 1944 en un laboratorio en la Universidad de Hiroshima realizando un investigación científica. La Universidad estaba situada en ese momento alrededor de 1600 metros del lugar donde cayó la bomba atómica el 6 de agosto del año 1945. Casi todas las habitaciones y el equipo electrónico fue destruido. En septiembre del año 1945 Hashimoto recibió el grado en la Universidad (¡aproximadamente un mes después!). En el año 1946 se mudó a la Universidad Técnica de Kyoto y comenzó a trabajar allí, donde las condiciones aunque difíciles (con gas disponible sólo en el día y electricidad sólo en la noche) eran incomparablemente mejores que las de Hiroshima. (Direct Imaging of Atomic Processes in Crystals: Some Personal Step Towards This Goal¾1st Child & Co. Microscopy Lecture)”

Nuestro amigo reflexionó sobre este hecho: “a pesar de los desbastadores acontecimientos acaecidos en el año 1945 en la ciudad de Hiroshima, las actividades en la Universidad de la mencionada ciudad NO se suspendieron. Nosotros, en circunstancias muy diferentes y muchísimo menos dramáticas a las vividas en el año 1945 en la ciudad de Hiroshima, NO hemos podido reactivar nuestras actividades gracias a al interés político de un sector que labora en la CASA QUE VENCE LAS SOMBRAS.”


Se producirá un espiral de usos políticos para la UCV.
El justificar un paro por razones puramente políticas sólo dará excusas para que en el futuro otros factores y movimientos utilicen a la UCV para presionar al gobierno de turno. Los antichavistas prometen que, de no caer Chávez ahora, podrían repetir futuros paros en el futuro, afectando a la universidad otra vez. “Cerraríamos el país”, han prometido Medina Gómez y Carlos Ortega. Muchos chavistas prometen que, de permitirse el paro en la universidad y en el supuesto negado de que Chávez caiga de forma inconstitucional, ellos no dudarán en parar la universidad para presionar la recuperación del hilo constitucional. Y con toda esta lista de precedentes, no hay excusa o razón válida para impedírselo.



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Luigino Bracci

Estrecho colaborador y antiguo miembro del equipo editor de Aporrea. Bracci es un celoso defensor del Software Libre y de la libertad de expresión.

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