Al capitalismo lo han enterrado muchas veces, y el condenado emerge con mucho más fuerza. Sus enterradores quedan enterrados. Desde la Revolución Industrial hasta nuestros días el Gran Capital se ha beneficiado de las fuerzas de trabajo de millones de millones de seres humanos, ha depredado el ambiente de una forma colosal, ha utilizado el capitalismo bélico para destruir naciones enteras, en nombre de la “libertad”, mientras, todo el mundo sabe que, es en nombre del gran capital. Países enteros soportan en sus lomos, a los países industrializados. Regalan sus materias primas, ofrecen su mano de obra, envían a sus “cerebros” para que el capitalismo siga trasmutándose en devorador de hombres y mujeres. El capitalismo es el fabricante de la economía de mercado y esta, es la que engendra en grado sumo el consumismo. El consumismo exacerbado vomita sus desechos contaminando el ambiente, parece ser que no hay nada en el mundo que pueda parar esto. Venezuela realizó unos amagos solamente. El gran capital vuelve por sus fueros, ahora el gobierno de Nicolás Maduro hace concesiones, para que produzca más. La pregunta necesaria es: ¿Qué va a producir?
La producción y la productividad son variables que necesariamente necesitan de mano de obra. Esta mano de obra debe ser cualificada, calificada y cuantitativamente bien pagada. Los obreros especializados buscan trabajar en sectores de la economía donde exista una compensación salarial que satisfaga la venta de su fuerza de trabajo y cubrir sus necesidades de consumo y de calidad de vida. Hoy en Venezuela vemos que, el sector terciario o de servicios acapara a muchos jóvenes recién graduados que, prefieren, irse a un franquiciado que emplearse en una industria.
Este es uno de los grandes problemas que tiene Venezuela, por esta vía lo hemos comentado, el sector servicios va arropando al sector secundario de nuestra economía.
El otro gran problema es el aparato industrial. Nuestros industriales nunca han invertido en mejorar, modernizar sus operaciones. Aquí la productividad es exigua. Pocos industriales han invertido en sus maquinarias, el resto-la gran mayoría- solo se adueñaron de los créditos blandos, subvenciones y subsidios para elevar los ceros a la derecha en sus cuentas bancarias en los paraísos fiscales. ¿Quién dice que esta historia no podría repetirse?. Los industriales y comerciantes venezolanos son los mismos desde los tiempos de Gómez. Nada ha cambiado, podemos decir que los mismos apellidos que usufructuaron las riquezas de la nación, para construir fábricas en función de sus intereses personales y no del colectivo-nación, son los mismos. Es a esta gente, que el gobierno de Nicolás Maduro, que heredo el legado de Chávez, va a ofrecerle créditos blandos, subvenciones y otras figuras financieras?
Hay que tener claro algo. Nuestra dirigencia empresarial es capitalista hasta los tuétanos. La elite gerencial nacional rinde tributo al neoliberalismo y la globalización, su mentalidad y cultura empresarial va de la mano a las trasnacionales del gran capital mundial. Sus vástagos o retoños se han formado en universidades estadounidense donde el trabajo es sinónimo de mercancía y, la explotación del ser humano es un deber ser. Allí vemos como el discurso de CEDICE y de los egresados del IESA, se parece tanto a las ideas neoliberales de la economía norteamericana.
Este nuevo contubernio entre Gobierno y empresarios debe ser estudiado y analizado muy bien. No se trata de darle una patada a la mesa de diálogo de paz económica. Sino, crear, las bases, de un nuevo modelo de crecimiento y desarrollo. De “paquetes” tenemos vasta experiencia, todas negativas. Desde la liberación de los precios cuando CAPII, hasta la “apertura” de CalderaII. No queremos más “paquetes”, envueltos en vistoso papel de regalo.
Tratar de enmendar un error histórico que nos ha perseguido durante un siglo, de no poder construir una economía propia, que ayudada por los petrodólares para hacerla diversificada. Ahora, cometer un error gravísimo, que sería apostar a que el capital monopolista nacional y extranjero se entrelaza con la propiedad estatal.
El libre mercado y la competitividad es el signo de la economía de mercado, esta engendra divisiones, en el área laboral, en la sociedad, etc. No podemos aplicar algo que ya sabemos es una aberración a futuro. Venezuela a duras penas es un país capitalista, su economía de mercado es ineficiente, la oferta y la demanda no se cumplen, los precios son fijados según la óptica de los funcionarios del estado o según el cristal por donde mira el empresario. Nuestras reglas de juego económico no están claras. Así difícilmente podemos construir una economía eficiente. Como lo hemos dicho en más de una oportunidad, la dirigencia política y económica del gobierno debe manejar un pensamiento económico, que este bien lejos del rentismo petrolero, quitarse ese chip, que tanto nos ha hecho daño. La dirigencia empresarial, sobre todos los yuppies, deben asumir un nacionalismo industrial. Sin estas cualidades, no llegaremos a ninguna parte.
Para concluir, debemos meterle la lupa a los oligopolios que al fin al cabo son monopolios. También a la publicidad grosera que induce al consumidor a buscar productos que su consumo exacerbado da problemas de salud a mediano y largo plazo. Ojala, el legado de Chávez no se diluya, por estos problemas estructurales de nuestra economía.
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