El Primero de Mayo

Los combates proletarios de los EEUU a partir de los años 20 del siglo XIX, culminaron en la gran huelga que en Chicago signó los primeros cuatro días de mayo de 1886 con rasgos de heroicidad y vileza marcadores de historia. Heroicidad de parte de los obreros y sus dirigentes magníficos, vileza del estamento burgués con sus periódicos, gobernantes, policías y tribunales impregnados de odio clasista y antivalores humanos.

Esos combates correspondían al surgimiento de grandes concentraciones obreras en el incontenible proceso capitalista del país norteño, y en buena medida eran impulsadas por inmigrantes europeos fogueados en luchas de clases, socialistas y anarquistas que llegaron a los trepidantes centros industriales con su bagaje de sueños y su fe. También fueron propicios la época y el territorio para los generosos experimentos de algunos de los grandes socialistas utópicos.

El objetivo central era la disminución de las extenuantes jornadas de 14 y 12 horas (y en algunos casos hasta 16 o 15), junto a reivindicaciones atinentes a las condiciones laborales y de vida infrahumanas. Primero hacia 10, luego hacia 8, cada tramo horario conquistado costó ríos de lágrimas, sudor y sangre y fue generando organizaciones y templando el espíritu de lucha proletario.

Entre los recios conflictos predecesores del de mayo famoso destaca la gran huelga ferroviaria de junio de 1877, que presenció el lanzamiento de fuerzas militares contra los obreros, con sangrienta represión y muchas víctimas.

Y así hasta la huelga general de mayo de 1886, la cual se extendió de costa a costa oceánicas y tuvo su trágica incidencia en Chicago, donde alcanzó un encrespamiento terrible, como se sabe. Porque allí pervivían las peores condiciones, los trabajadores no tenían luz de sol para ver a sus familias, la prensa los consideraba máquinas humanas y recetaba plomo como alimento de huelguistas.

La desconsiderada represión en dicha ciudad culminó con el sospechoso estallido de una bomba, varios policías heridos, uno mortalmente, y 38 obreros muertos más 115 heridos y cientos detenidos.

Se responsabilizó a socialistas y anarquistas comprobadamente inocentes, se los juzgó con la misma miseria moral que conocerían luego Sacco y Vanzetti, más tarde los esposos Rosemberg y en este tiempo los cinco héroes cubanos, y se los condenó, entre ellos cinco a muerte en la horca y dos a prisión perpetua.

Son los Mártires de Chicago. Su pasión conmovió al planeta y llevó a la proclamación, por acuerdo revolucionario, del Primero de Mayo como Día Internacional de los Trabajadores. Sus discursos al pie del patíbulo, con fuerza similar a la que vibraría después en el conmovedor Reportaje de Julius Fuscik, el insigne militante checoslovaco victimado por los nazis, tocan lo más hondo de todo espíritu honrado y testimonian la grandiosidad humana de quienes asumen una idea de justicia y la valoran más allá de la vida.

La jornada de 8 horas se fue estableciendo en el mundo a partir de entonces.



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Freddy J. Melo


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