En nuestro país parece ya una realidad - al menos por ahora que a los guarimberos violentos se los tragó la tierra o se les acabó el pan de piquito garantizado por finanzas seguras incluso expresadas en bonos de 5 mil bolívares semanales, atendiendo a su fuente de financiamiento; es decir, recursos provenientes vía Miami o vía Cúcuta, Medellín o Bogotá.
La conducta terrorista que se apoderó de un ala de la oposición de la ultraderecha venezolana, parece extinguirse una vez más en su camino equivocado, el cual despertó el desprecio hasta de los propios opositores de las clases medias altas y medias que viven en urbanizaciones o sectores importantes de ciudades como San Cristóbal, Maracaibo, Mérida, Valencia y Caracas, entre otras.
La euforia desatada por líderes salidos de un sombrero del payaso de un circo colombiano parece esfumarse. Mientras tanto en las celdas frías de Ramo Verde; cárceles no tan estrechas o parecidas a las de Yare, presos - no tan políticos - ven extinguir sus sueños, convertidos en unos agitadores que pasaron al ostracismo; es decir, ahora son olvidados por un pueblo que según ellos, les habían elegido mayoritariamente.
Cuando la pesadilla parece superarse para muchos venezolanos, otros guarimberos surgen y han preferido reincidir en sus fechorías. Esta vez no atrincherados en urbanizaciones, sino en supermercados, almacenes, abastos y negocios de mercancías y ventas de comida, atracando a una gran mayoría de la población venezolana, con precios desbocados y una especulación, expresión de una guerra económica.
Como preámbulo de la guarimba callejera que encontró su climas en febrero de este año (Día de la Juventud), ya los especuladores y acaparadores habían iniciado su festín al desatar una feroz guerra de precios, nunca antes conocida en nuestro país, ni en ninguna otra nación de Latinoamérica y del mundo.
Porcentajes de ganancias groseras de hasta de un 1000 por ciento, que aún persisten, asomaron la cara para desatar una inflación inducida, como resultado de otra estrategia de los enemigos de la Revolución Bolivariana para tumbar al gobierno del Presidente Nicolás Maduro.
Para enfrentar esta guerra económica, el Gobierno Revolucionario instrumentó un soporte jurídico expresado en la nueva Ley de Costos y Precios Justos.
El paréntesis generado por la lucha contra los guarimberos de la calle, había hecho bajar la guardia al Gobierno contra los especuladores y acaparadores de productos de la dieta básica y de servicios y bienes de consumo, indispensables para toda la sociedad venezolana.
Hoy una vez extinguidos los focos de los guarimberos de calle, renacen los guarimberos del mercado y de la especulación, con sus típicas estrategias de robo para el pueblo, desafiando incluso las leyes y al Estado venezolano.
Ante esta reincidente situación, que podría resumirse en el lema de en guerra avisada no muere soldado, el Presidente Nicolás Maduro ha ordenado un despliegue cívico - militar para garantizar la aplicación de la Ley de Precios Justos, en el marco de una ofensiva contra la guerra económica.
Para nadie es un secreto que mientras el Gobierno ha llamado a diálogos por la paz, incluso a empresarios y líderes de la oposición, algunos hacen doble juego y tiran la piedra y esconden la mano, pero continúan con su estrategia golpista y acentuan la guerra económica.
Un batallón de inspectores de la Superintendencia de Precios Justos y efectivos de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) ha iniciado una guerra sin cuartel contra la especulación y el acaparamiento, que ya arroja un balance de unos 25 empresarios detenidos. La guerra económica tiene su contra- ataque por parte del Gobierno.
A lo anterior debemos sumar indicadores de producción que se han reducido y gracias a un acaparamiento provocado, por las compras nerviosas, esto también sirve como caldo de cultivo a la misma guerra económica.
Si bien la acción del Gobierno parece contundente, es preciso ahora que la misma sea constante y permanente. Lo espasmódico de las citadas medidas hace que estemos continuamente apostando, al juego del escondido y por ello también debemos sumar a la crisis, el contrabando de productos de primera necesidad hacia Colombia.
Ante el surgimiento de los nuevos guarimberos en el mercado de altos precios, acaparadores y especuladores, debemos responder con la estrategia de la Misión Precios Justos, para que sea el mismo pueblo el protagonista de controlar, frenar y derrotar de una vez por todas, la guerra económica que atenta contra la estabilidad de la Revolución Bolivariana.
¡Unidad, lucha, batalla y victoria!... ¡Venceremos!