En nuestro país solamente contamos Dos estaciones climatológicas las cuales se hacen sentir con todo su esplendor y también con todo su rigor en la región llanera, particularmente en Apure se manifiestan con mayor severidad porque aquí al ser una tierra llana, en el Invierno las aguas de gran parte del país bajan hasta nuestra geografía e inundan las sabanas ahogándolas durante gran parte del año y luego en el verano, cuando se retira el agua, las extensas planicies soportan el asedio del Sol que calcina cualquier ser vivo vegetal o animal, es decir, pasamos a la sequía. Sin embargo, el poder soportar esa dura y rigurosa dificultad es lo que ha permitido la insurgencia del hombre llanero caracterizado por la reciedumbre y disposición a enfrentar las problemas que la naturaleza opone y superarlos para desarrollar luego su existencia dentro de una cultura laboriosa y un temple que se convirtió en referencia, ejemplo y virtud durante la Guerra de independencia patria.
Cada año esperamos que con el final del mes Marzo y sus muy conocidos candelazos en las sabanas se despida el verano durante el cual fue el reinado del Sol. Se comienzan los preparativos para en Abril iniciar la labranza y los cultivos al igual que las tareas ganaderas para, en los meses subsiguientes, con el pasto abundante engordar los animales y aumentar la producción de las queseras, sin embargo, en este año 2014 se acentúan en nuestra región los efectos negativos climatológicos particulares, como consecuencia de la agresión humana en general sobre nuestro planeta. El mes Mayo que siempre ha sido el inicio de lo que sería nuestra particular y muy breve “primavera” llegó y durante su primera semana todavía es mucha la sabana que arde en llamas y las humaredas aún caracterizan el horizonte llanero. Durante el pasado Abril los Araguaneyes, Apamates y Josefinos largaron sobre el suelo sus mantos de flores Amarrillas, Lilas y Rojas. Hoy producto del prolongado verano y sus incendios de vegetación parecieran que un peculiar “otoño” ha desnudado la inmensidad del Apure infinito y la tierra tostada suelta esos grandes remolinos de polvo que nosotros llamamos tolvaneras.
Esta mención que caracteriza el presente de nuestro Bajo Apure lo hacemos porque si valoramos los efectos del cambio climatológico sobre la vida del llanero, es decir, su capacidad productiva y el desarrollo de su cultura existencial, que inevitablemente está cambiando, entonces requerimos de la valoración pertinente, el estudio científico-técnico y la conformación de planes de desarrollo agropecuario que permitan ir asumiendo y resolviendo las nuevas dificultades que apremian. A nuestro juicio, necesitamos mayor incorporación de profesionales dedicados a las ciencias del agro, Zootécnicos y Fitotécnicos, así como geógrafos, biólogos, ambientalistas y otros especialistas que nos ayuden a orientar correctamente nuevas metodologías y las técnicas necesarias para adecuar y mejorar la producción en medio de estas realidades difíciles que seguramente van a ir acentuándose.
Las necesidades alimentarias de la población nacional requieren de decisiones acertadas y perentorias en materia de producción agropecuaria, pero a su vez la actividad agrícola necesita de la asistencia dedicada del desarrollo científico – técnico, si bien se ha estado multiplicando la incorporación de maquinaria agrícola a nuestros campos, eso es un segmento de la solución pero requerimos mucho más aún, por nuestra parte y sin ser profesionales del área, aventurándonos en señalar, creemos por ejemplo que: 1.- Debemos tener una clara caracterización al detalle de nuestros suelos para establecer correctamente grandes unidades de producción vegetal, pues el conuco no es la respuesta de hoy; 2.- La recuperación de caños y ríos que han sido cortados con terraplenes denominados tapas, los cuales son canales naturales para el drenaje de las sabanas y con su correcto manejo, con la introducción de compuertas hidráulicas, se pudieran aprovechar como reservorios (represas) de agua para riego en el verano; 3.- El amplio desarrollo de sistemas modulares para el manejo y control de las aguas en las llanuras durante el invierno para el desarrollo pecuario; 4.- La introducción de sistemas de monitoreo permanente de los grandes ríos y su potencial uso para el establecimiento de importantes sistemas de riego durante el verano; 5.- El establecimiento de programas de reforestación para la recuperación de amplias zonas no utilizadas para la actividad agropecuaria y susceptibles al establecimiento de la explotación forestal tecnificada. y 6.- El impulso a la investigación y desarrollo genético animal para mejorar la producción pecuaria en sus distintas variedades, así como el establecimiento de centros especializados en botánica y producción de bio-controladores para ir sustituyendo el desmedido uso de agro – tóxicos que terminan envenenando los cursos naturales de aguas y acuíferos con sus graves consecuencias para la fauna y los seres humanos.
Así pues que estas opiniones nuestras pueden carecer del rigor y la sapiencia de los especialistas en las disciplinas científicas pertinentes, sin embargo, van cargadas de la preocupación que se deriva de la experiencia existencial que nos hace recordar las imágenes de nuestra infancia cuando los campos apureños en Mayo nos mostraba la reverdecida sabana con sus mantos de lirios florecidos, gigantescas bandadas de aves y una amplia cantidad de fauna silvestre adornando la visual del propio y del visitante. También nos resultan nostálgicas otras imágenes de no hace muchos años… las largas colas de camiones cargados de Algodón o Maíz, en las adyacencias de la ya inexistente desmotadora de Algodón en “El Recreo” y los inoperativos Silos de “Caramacate”. Dos casos que deben hacernos reflexionar tanto a quienes tenemos responsabilidades de gobierno, como a quienes tienen unidades de producción, pues es necesario parar la agresión contra la Madre Naturaleza y hacer lo posible por acariciarla para que en Mayo retornen las Flores y se alejen las candelas.
desideratum_apure@yahoo.com