La paradoja de Miguel Ángel Landa

Un somero análisis de la derrotada guarimba, la que pareciera circunscribirse ahora, única y exclusivamente, al imaginario de la desquiciada clase media (pues sus extremistas han avanzado a una fase superior de odio), nos permite reducirla a la suma de los valores que animan a la burguesía, los valores que por lo menos, en lo formal, rechazaba y le atribuía a su antípoda: el cerro, es decir, el mundo oscuro, hostil y degenerado, al cual jamás debía descender. Pues todo se invirtió, y en ella afloró, como diría Cantinflas: lo que realmente somos. Y ello fue el resultado de la traspolación de los incestos que aceptó como método de lucha de sus referentes: medios de información que desinforman, universidades que limitan el conocimiento, el debate de las ideas y vuelven a las tinieblas, sindicatos patronales, iglesia cristiana plutocrática, partidos de izquierdas reaccionarios, empresarios huelguistas, militares antibolivarianos, políticos delincuentes, y la narco sociedad como sustrato de toda relación. Bueno, la clase media sucumbió ante sus cuervos, no tiene ojos para ver el esperpento que ha creado y apenas es la primera generación (cuando Rubén Blades en su carta de respuesta a la respuesta que le dio el Presidente Obrero, Nicolás Maduro, menciona a dos caballeros (Cesar Miguel Rondón y a Pedro León Zapata entre otros), como sus amigos, para apoyar el sentido ecuánime de sus reflexiones, no entiende que en la chavista República Bolivariana de Venezuela, todos nos hemos quitamos las máscaras; y estos dos personajes, aunque excelentes profesionales como él (el talento sin probidad es un azote), hoy no pueden ocultar la defensa a ultranza que hacen del salvaje modelo neoliberal, verdugo de los pueblos, y que aun cuando gozan de la estima de muchos, aquí y allá; en el terreno de batalla, la patria de Bolívar, son enemigos declarados de la gran mayoría de los desposeídos de esta tierra).

En esa alterada atmósfera, la clase media, huérfana de una dirección política que le intérprete cabalmente el momento histórico, de un líder que los conduzca con certeza por los senderos de una lucha justa. Incapaces de sumarse,  o en su defecto, oponerse con espíritu patriótico o sencillamente humanista, novelan sobre un gobierno forajido al que combaten sin escrúpulos en la realidad. En ese país virtual, conciben un estado policial conducido por una dictadura oprobiosa, asesina, donde no existen libertades de ninguna especie y que ha destruido el país en el que vivieron y al que aspiraran volver a vivir.

De ello tenemos muchas manifestaciones, desde ancianas que lloran por televisión, añorando la cuarta república donde todos vivíamos en paz, unidos y felices, hasta intelectuales que escriben diariamente apologías, manifiestos, remitidos, circulares, generando toda una artillería de textos dignos del sórdido museo de la vergüenza de Sábato, negando así el proceso revolucionario que se desarrolla ante sus narices.

Muchas de estas manifestaciones son de antología,  pero en esta oportunidad escogeré la carta que publicó Miguel Ángel Landa en medio del fragor de esta revolución que para él no existe. La escogí por parecerme una buena representación de la desesperanza que honestamente mucha gente sufre, sin reconocer que encarnan el fantasma del tío Esteban; el que Simón Bolívar ve deambulando por Caracas como anima en pena, sobre un escenario que ya jamás será igual. Leamos lo que escribe Landa:

"Lo confieso: no tengo idea en donde estoy ni para donde voy. Las que fueron mis referencias para ubicarme en Venezuela han desaparecido. Es como volar en la niebla sin radio y sin instrumentos. Nací y crecí en Caracas pero ya no soy caraqueño: no me encuentro a mí mismo en este lugar convertido hoy en relleno sanitario y manicomio, poblado por sujetos extraños, impredecibles, sin taxonomía.

A lo largo de mi vida recorrí casi todo el país, lo sentí, lo incorporé a mi ser, me hice parte de él. Hoy no lo reconozco, no lo encuentro. El extranjero soy yo. Ocho generaciones de antepasados venezolanos no me ayudan a sentirme en casa. Nos cambiaron la comida, los olores de nuestra tierra, los recuerdos, los sonidos, las costumbres sociales, los nombres de las cosas, los horarios, nuestras palabras, nuestras caras y expresiones, nuestros chistes, nuestra forma de vivir el amor, los negocios, la parranda, o la amistad. Forzosamente nuestro cerebro y nuestro metabolismo se fueron al carajo, ese ignoto lugar carente de coordenadas.

Hoy somos zombis, ajenos a todo, letras sin libros, biografías de nadie. Nos quedamos sin identidad y sin pertenencia. Una forma muy ocurrente de expatriarte: en lugar de botarte a ti del país, botaron al país y te dejaron a ti. Hoy Venezuela agoniza en algún exilio, pero no en un exilio geográfico. No, Venezuela se extingue aceleradamente en un exilio de antimateria, sin tiempo ni espacio. Cualquiera sea el intersticio cuántico en donde se desvanece Venezuela, no podremos llegar a él.

El país desapareció de la memoria de las cosas universales; no existen unidades o instrumentos capaces de medir su extraña ausencia. No hay un cadáver que sepultar, ni sombra, huella, o testamento que atestigüen una muerte. Todo se perdió en un críptico agujero negro. Más que una muerte esto ha sido una dislocación en el espacio-tiempo.

               Pronto se dirá: ¿Venezuela? Venezuela nunca existió. Se me ocurre que en ausencia de muerte formal procede ausencia de llanto. Aquí no habrá velorio. La cosa no merece ni un palito de ron. Los pocos dolientes potenciales que pudieran darse, se irán poco a poco al mismo no-lugar en donde el país se escurrió para desvanecerse para siempre.

            Extraño final para un país: no pudimos ni siquiera ser un Titanic y hundirnos con algo de tragedia y romanticismo. La elegancia no fue precisamente una de nuestras características como pueblo. No tendremos el honor lúgubre de ser Pompeya. No se hablará de nosotros como de Nínive o de Troya. Nunca podrá algún Homero contar que tuvimos un Aquiles. No seremos lana para tejer leyendas. Nuestro final solo nos dejará vergüenza.

Miguel Ángel Landa

            Sirva pues, la maravillosa carta que Simón Bolívar le envía a su tío para, más que contestarle, consolar a todos los que como Landa, lamentan sin entender, el rigor de una revolución que empieza a cambiarlo todo para bien de las mayorías, ya que otra es la realidad que nos impacta desde el por ahora de Chávez, hasta el " nada es de lo que fue" del Libertador: 

Mi querido tío Esteban y buen padrino:

           ¡Con cuanto gozo ha resucitado Vd. ayer para mí! Ayer supe que vivía Vd. y que vivía en nuestra querida patria! ¡Cuántos recuerdos se han aglomerado en un instante sobre mi mente! Mi madre, mi buena madre tan parecida a Vd., resucitó de la tumba, se ofreció a mi imagen. Mi más tierna niñez, la confirmación y mi padrino, se reunieron en un punto para decirme que Vd. era mi segundo padre. Todos mis tíos, todos mis hermanos, mi abuelo, mis juegos infantiles, los regalos que Vd. me daba cuando era inocente todo vino en tropel a excitar mis primeras emociones.., la efusión de una sensibilidad delicada.

Todo lo que tengo de humano se removió ayer en mí: llamo humano lo que está más en la naturaleza, lo que está más cerca de las primitivas impresiones. Vd., mi querido tío, me ha dado la más pura satisfacción, con haberse vuelto a sus hogares, a su familia, a su sobrino y a su patria. Goce Vd., pues, como yo, de este placer verdadero; y viva entre los suyos el resto de los días que la Providencia le ha señalado, y para que una mano fraternal cierre sus párpados y lleve sus reliquias a reunirlas con las de los padres y hermanos que reposan en el suelo que nos vio nacer.

Mi querido tío, Vd. habrá sentido el sueño de Epiménides: Vd. ha vuelto de entre los muertos a ver los estragos del tiempo inexorable, de la guerra cruel, de los hombres feroces. Vd. se encontrará en Caracas como un duende que viene de la otra vida y observará que nada es de lo que fue.

Vd. dejó una dilatada y hermosa familia: ella ha sido segada por una hoz sanguinaria: Vd. dejó una patria naciente que desenvolvía los primeros gérmenes de la creación y los primeros elementos de la sociedad; y Vd. lo encuentra todo en escombros... todo en memorias. Los vivientes han desparecido: las obras de los hombres, las casas de Dios y hasta los campos han sentido el estrago formidable del estremecimiento de la naturaleza. Vd. se preguntará a sí mismo ¿dónde están mis padres, dónde mis hermanos, dónde mis sobrinos?... Los más felices fueron sepultados dentro del asilo de sus mansiones domésticas; y los más desgraciados han cubierto los campos de Venezuela con sus huesos, después de haberlos regado con su sangre... por el solo delito de haber amado la justicia.

Los campos regados por el sudor de trescientos años, han sido agostados por una fatal combinación de los meteoros y de los crímenes. ¿Dónde está Caracas? se preguntará Vd. Caracas no existe; pero sus cenizas, sus monumentos, la tierra que la tuvo, han quedado resplandecientes de libertad; y están cubiertos de la gloria del martirio. Este consuelo repara todas las pérdidas, a lo menos, este es el mío; y deseo que sea el de Vd.

He recomendado al Vicepresidente las virtudes y los talentos que yo he reconocido en Vd. Mi recomendación ha sido tan ardiente como la pasión que le profeso a mi tío. Dirija Vd. al poder ejecutivo sus miras, que ellas serán oídas. Al mismo poder ejecutivo he suplicado mande entregar a la orden de Vd. cinco mil pesos en Caracas, para que pueda Vd. vivir mientras nos veamos, lo que será el año que viene. Mi orden ha sido al ministro de hacienda para que de Bogotá le manden a Vd. la correspondiente libranza.

Adiós, querido tío. Consuélese Vd. en su patria con los restos de sus parientes: ellos han sufrido mucho; más les ha quedado la gloria de haber sido siempre fieles a su deber. Nuestra familia se ha mostrado digna de pertenecernos, y su sangre se ha vengado por uno de sus miembros. Yo he tenido esta fortuna. Yo he recogido el fruto de todos los servicios de mis compatriotas, parientes y amigos. Yo los he representado a presencia de los hombres; y yo los representaré a presencia de la posteridad. Esta ha sido una dicha inaudita. La fortuna ha castigado a todos.., tan sólo yo he recibido sus favores. . . los ofrezco a Vd. con la efusión más sincera de mi corazón.

Simón Bolívar

Así las cosas, mientras Landa ve a una vieja Venezuela agonizando en algún exilio gris, millones de ex excluidos reciben su nueva residencia gracias a la Gran Misión Vivienda Venezuela en la naciente República Bolivariana.

¡Chavéz vive!

¡Independencia y Patria Socialista!

¡Viviremos y venceremos!

¡Hasta la victoria siempre!



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Milton Gómez Burgos

Artista Plástico, Promotor Cultural.

 miltongomezburgos@yahoo.es      @MiltonGomezB

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