El comandante Hugo Chávez Frías en la campaña electoral de 1998 con gran sagacidad y extraordinaria capacidad de síntesis enfrentaba la campaña más sucia en la historia electoral venezolana.
Chávez tenía una clara comprensión de la realidad, se había acercado a ella desde la historia, desde la dialéctica de la totalidad concreta, las vivencias personales y su entorno; entendía muy bien el papel de la cultura, de los procesos sociales, de los fenómenos simbólicos, en otras palabras: ¡del imaginario!
Esa capacidad para comprender la realidad social, humana, lo simbólico, produjo una de las frases más persuasivas y extraordinarias de su campaña: Todo lo que va a ocurrir debajo del sol, tiene su hora y la complementaba de seguido con llegó la hora del pueblo.
Con Chávez se estaba forjando el renacer de la utopía en el preludio, los albores del siglo XXI.
El triunfalismo imperialista, del imaginario burgués, con la ¿caída? de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URRS) dio origen a la tesis del pensamiento único y el n de la historia, el triunfo del neoliberalismo.
El presidente Hugo Chávez ante la hegemonía capitalista y sus valores culturales, ante la avalancha mediática que la justica en el terreno de la subjetividad (el imaginario mundial), levantó a los pueblos del mundo para empuñar las banderas de la utopía, del socialismo.
El imaginario Chávez: ética, dignidad, independencia, soberanía, antiimperialismo, un mundo pluripolar, anticapitalismo, igualdad, justicia social, hermandad, solidaridad, humildad, amor y defensa de la naturaleza, socialismo.
Poder simbólico: ¡Elijan a Nicolás Maduro!.
Nota: artículo publicado en diario Correo del Orinoco número CO1682 del viernes 22 de mayo de 2014.
