Leída con atención y sin apasionamiento la columna del profesor Jorge Giordani, en Aporrea, (http://www.aporrea.org/ideologia/a190011.html) colgada en los primeros minutos de la madrugada de este miércoles 18 de junio, lo cual nos permitió examinarla con la claridad que nos proporciona el ejercicio de la lectura en las primeras horas del alba, no podemos menos que solidarizarnos e identificarnos con su posición, que es de alerta y como un grito salido desde lo más profundo del alma revolucionaria, pidiendo rectificación en la conducción del proceso, que como hemos venido señalando muchos de los que hacemos vida en este portal, es urgente para no poner el peligro el legado del Comandante Hugo Rafael Chávez Frías y la vida de la militancia bolivariana y chavista, que sería el blanco de la furia fascista una vea alcanzado lo que se proponen sus actores, con la arremetida nacional e internacional contra la República Bolivariana de Venezuela..
“Testimonio y responsabilidad ante la historia” de este camarada, curtido en las luchas revolucionarias, no de ahora, sino desde siempre, es el doloroso clamor, descarnado de alguien que al lado del Comandante Hugo Rafael Chávez Frías vivió los momentos más álgidos de este proceso revolucionario y que su compenetración con los ideales de quien se inmoló en beneficio de los pueblos del mundo, que luchan por su libertad, ve con acervo dolor, como la borrachera, que produce el poder, cuando no es bien entendido y administrado está afectando a importantes sectores que rodean al presidente Nicolás Maduro Moros y que de manera consciente o por desconocimiento de realidades está haciendo vulnerable, lo que Chávez dejó como blindado contra las aspiraciones de la oligarquía que en situaciones sobrevenidas, no perderían tiempo en intentar revertir lo que el pueblo había construido en los 14 años de revolución.
Conocimos al profesor Jorge Giordani, en el Colegio de Ingenieros de Venezuela, Seccional Ciudad Guayana, cuando éramos directivos del Colegio Nacional de Periodistas de esa importante urbe de nuestra Guayana y a la sombra del Movimiento Sucre, interactuábamos, docentes, periodistas, ingenieros y otras profesiones, para articular políticas, que nos permitieran denunciar los desafueros del bipartidismo corrupto y vendepatria de la IV República. Era la década de los 80 y el entonces joven ingeniero andaba en campaña, para presidir a escala nacional el gremio respectivo, que lo tenían como feudo AD y COPEI. En esa oportunidad nos convertimos en apoyo comunicacional con todos los hierros a esa candidatura en la zona, porque entendimos, que era la alternativa revolucionaria, ética y digna para un gremio tan importante. Desde entonces hemos visto en Jorge Giordani, un ejemplo de revolucionario, porque nació y creció con el espíritu partisano, al calor del Bela Ciao y allí como muchos que vivimos ese proceso represivo y criminal de la IV República, se mantiene, sin que haya ventisquero que lo haga doblarse.
No faltará quienes por no querer entender la buena fe del ex Ministro, traten de descalificarlo insinuando que lo que pretendía era perpetuarse en el poder, como ocurrió con otro camarada que también ha sido incomprendido y sigilosamente se ha tratado de enlodar su impecable conducta de luchador social y funcionario público, que siendo ministro soportó con estoicismo el vejamen público y comunicacional, de que fue víctima, mientras defendía a su pueblo, por parte de una disociada y, comprendiendo la enfermedad de aquella infeliz, fue incapaz de hacer uso de su cualidad, para ordenar su arresto. Nos referimos a Eduardo Samán, un camarada que tiene mucho que dar al proceso revolucionario, pero que ha sido desechado por las incongruencias que arrastramos en las corrillos palaciegos.
Ojalá y los razonamientos expuestos por el profesor Jorge Giordani, lleven al presidente obrero Nicolás Maduro Moros y a su equipo de ministros y al Estado Mayor de la Revolución, a reflexionar y darle el justo valor, que tiene ese documento producto de la lealtad, de los desvelos, de la honestidad, de la capacidad de autocrítica y del amor profundo por el legado del Comandante Hugo Chávez, de uno de sus más insignes hijos.
La reflexión del profesor Giordani, cargada de honestidad, de sabiduría profunda de sus experiencias, como avezado luchador revolucionario, de su amor por la patria y por la memoria del presidente eterno Hugo Chávez Frías, debe ser tomada con toda la seriedad que merece y debe ser objeto de un profundo debate nacional, antes que despacharla, como el producto de la habladera y escribidera de “gamelote”, como se han despachado planteamientos honestos, serios y con profundo fervor revolucionario, que han sido vertidos en este portal y en otros medios.
Quienes nos identificamos con esa honesta y profundamente revolucionaria reflexión ante la historia y ante su pueblo de Jorge Giordani, hoy más que nunca estamos rodilla en tierra, en defensa del proceso, cuando la jauría internacional sedienta de sangre se activa, a la voz del inquilino de la Casa Blanca, que es el domador mayor de sus cachorros, que en coro repiten como loros: “En Venezuela se violan los derechos humanos” Lo han hecho el Vicepresidente de Estados Unidos , el devaluado Nobel de la Paz, Oscar Arias, mercader costarricense, que deshonró a su país cuando ejerció la primera magistratura, como escribano del Departamento de Estado, la Secretaria de Estado para América Latina, todos tarifados del Pentágono, quienes señalan al presidente Maduro, como dictador, enemigo de la democracia. Se olvidan del lunar cancerígeno que tienen en Guantánamo, que etiqueta, a la “Unión”, como Estado Forajido y paraíso de las violaciones de los derechos fundamentales de la humanidad.
El hormigón sobre el cual está montada la revolución bolivariana, está intacto. Estamos a tiempo de preservarlo y consolidarlo, con la humildad revolucionaria, con el principio de la irreverencia en el debate y lealtad en la acción. Como revolucionarios estamos obligados a oír y escuchar las reflexiones nacidas de la sabiduría del pueblo y con humildad aceptar nuestros errores, falencias y desatinos, para poder enderezar la carga en el largo camino de la revolución. Al escribir estas líneas, no hacemos más que exponer una solidaridad razonada y necesaria.