Amartya Sen (1933), es un filósofo y economista bengalí, galardonado con el Premio Nobel de Economía en 1998. Ha sido un pensador reconocido en el panorama académico como una referencia en políticas internacionales de cooperación al desarrollo, concretamente para Naciones Unidas; Sen ha mantenido una constante formación y preocupación en aquellos aspectos que cruzan la débil frontera entre lo filosófico y lo económico-político. Este pensador, a finales de los años setenta, presentó diversos escritos cuyo interes estuvo enmarcado en el enfoque de las capacidades humanas, proponiendo, de modo elaborado, una variedad de cuestiones interculturales (identidades culturales, universalidad de los derechos humanos y la democracia, entre otras) pero destacando la necesidad de la búsqueda de una plausible justicia global, con la idea universalista de la justicia que, frente a lo que ocurre con la teoría de John Ralws, no quede auto limitada por los confines occidentales.
Sen apuesta en sus escritos, la meta y presupuesto inicial de la necesaria conciliación de esta justicia global con una libertad cultural, o sea, un modelo de justicia global que sin ser relativista tampoco ahogue la elección social de las personas que constituyen los diversos pueblos y culturas. Sin embargo, Sen es un pensador ecléctico, sirviendo de referencia para políticos liberales y socialistas, sugiriendo, en el caso del problema demográfico, que la salida no es el derecho a abortar, porque no se puede ir contra la naturaleza, hay que coexistir con ella; igualmente Sen criticó el control demográfico neomalthusiano, pero también ha a sustentado las reivindicaciones progresistas de salud reproductiva.
En 1999, salió a la luz pública el ensayo de Sen titulado “Desarrollo y Libertad”; en la obra se aprecia, como postura central, la cosmovisión social que Sen tiene acerca del tema de la democracia y la economía. Se abordará la visión inicial de de esta postura (capítulos 1 y 2), y lo que constituye su visión concluyente (capítulo 12), sin que con ello el autor esté cerrando un círculo de su pensamiento, porque en realidad lo que hace es abrir un nuevo sendero hacia la concepción humanista de la organización política de la sociedad.
Para Sen el enfoque desarrollo como libertad, comprende una redefinición de la maximización de la utilidad, siendo ésta, vista por Sen, como el resultado de una muy mala descripción de la forma en que las personas actúan. Hay acciones cotidianas que resultarían ridículas si fueran analizadas bajo este contexto; muchas motivaciones que llevan al ciudadano común a comportarse de determinada manera quedarían fuera de un esquema de economía del bienestar tradicional. Según Sen, se ignoran muchos aspectos vitales en la toma de decisiones de un individuo, relacionados con preocupaciones sociales, el bienestar de las generaciones futuras o cuestiones éticas.
Por otra parte, Sen aborda el problema de los presupuestos acerca de las preferencias. Debido a distintas circunstancias (educación, pobreza, enfermedad, tradiciones), una persona puede estar limitada en los términos en los que piensa acerca de sus opciones, en la consideración de cuál será la utilidad que se derivará de las mismas. Esto lleva muchas veces a que sean las preferencias las que se adaptan a las situaciones y no las que determinan las acciones. No es que las personas analfabetas valoran el analfabetismo y después deciden no aprender a leer, sino que el camino es el inverso: aquellos que no pueden leer adaptan sus preferencias y no le otorgan un valor a la educación. Sen sostiene que existen cosas que proveen utilidad o insatisfacción que no pueden ser compradas y vendidas en el mercado (la belleza de la naturaleza, la polución, entre otras) y asume las llamadas “externalidades” (o dejadas a un costado).
Sen ha mostrado dificultad en la utilización del “óptimo de Pareto” como un criterio de bienestar. El óptimo de Pareto, es un concepto de la economía que tiene aplicaciones en ingeniería y diferentes ciencias sociales; el término recibe su nombre a partir del economista italiano Vilfredo Pareto, quien utilizó este concepto en sus estudios sobre eficiencia económica y distribución de la renta. Sen lo explica como dada una asignación inicial de bienes entre un conjunto de individuos, un cambio hacia una nueva asignación que al menos mejora la situación de un individuo sin hacer que empeore la situación de los demás. Sen, al respecto, sostiene que los resultados pueden encontrarse en este óptimo y sin embargo, ser desastrosos. Por ejemplo, un caso en el que unos pocos fueran muy ricos y el resto se muriera de hambre sería un óptimo de Pareto, dado que la situación no puede ser mejorada sin empeorar la situación económica de los ricos para mejorar la de los pobres. Sin embargo, este resultado no es deseable, y el hecho de que se contemple posibilidades de fallas y limitaciones, en el proceso económico.
Sen considera que este enfoque ha caído en uno de los errores: la necesidad humana de alimentación ha tendido a ser reemplazada por un énfasis en el alimento necesitado. Por lo tanto, las necesidades fundamentales son una cierta cantidad necesaria de: alimento, agua, camas de hospital, entre otras. Sen propone un enfoque alternativo a las concepciones del bienestar, el enfoque de las capacidades básicas. Sen abarca con esta noción un espectro más amplio de cuestiones: transforma su enfoque en desarrollo como libertad. Es por eso que su enfoque desarrollo como libertad, parte de la idea de que “...el desarrollo puede concebirse…como un proceso de expansión de las libertades reales de las que disfrutan los individuos”. Es decir que el desarrollo no debe medirse con otro indicador que no sea el aumento de las libertades de los individuos. Al desarrollo puede verse como un fin o como un medio; Sen incluye los dos aspectos en su definición del desarrollo como libertad, concediéndole mayor importancia a la primera. La libertad es, ante todo, el fin principal del desarrollo. No se pretende entonces aumentar la libertad para lograr algo más, sino que es necesario aumentar la libertad por la libertad en sí misma. La libertad, esgrime Sen, como medio, además de ser el objetivo último del desarrollo, la libertad puede ser una herramienta para lograr el desarrollo.
En cuanto a la idea de mercado, Sen invita a más de uno a pensar que rechaza el sistema de mercado; sin embargo, no solamente no lo rechaza sino que lo considera uno de los mecanismos de distribución de recursos más eficientes. Sen otorga un lugar restringido al mercado, no lo califica como el “remedio que cura todos los males” pero sí lo califica de un eficiente medio para lograr el desarrollo como libertad.
Ahora bien, Sen estuvo en Managua (Nicaragua), a mediados de Octubre del 2013; en una entrevista cedida al periódico “Plaza Pública”, el autor respondió dos interrogantes que enriquecen profundamente su postura, en 1999, en “Desarrollo y Libertad”: Usted ha escrito sobre la necesidad de una alianza entre el estado y el mercado, entre lo público y lo privado, ¿bajo qué reglas? Contesta Sen: “No creo que el sector público y privado formará una alianza por sí mismos. Creo que la gente debe determinar cómo encajan en un patrón general. Digamos que estoy enfermo. Recibo medicina de un doctor, y decido que tipo de nutrición tener en base al conocimiento tradicional o el consejo de un nutricionista. No estamos ante una alianza entre nutricionistas y doctores. Estamos en una alianza entre mi persona, con doctores y nutricionistas. Entonces, igualmente para el pueblo, el sector público tiene un papel y el sector privado tiene otro papel.
“El sector privado, según la experiencia mundial, incluyendo la de China, con mucha frecuencia puede hacer mucho bien en términos de industria y particularmente de agricultura. Por otro lado, el sector privado en servicios de salud puede ser bastante desastroso, particularmente cuando hace que la salud sea demasiado cara para la gente. Con la educación pasa algo parecido. A veces, también incluso con la industria. Por eso es muy importante asegurarse que el dominio de una visión estrecha en busca de ventajas económicas y réditos no sacrifique los intereses del público en general. Al hacer esto, tenemos que balancear de manera inteligente a los sectores público y privado.
“A través de la discusión pública debe decidirse el rol del estado, el rol del mercado, del sector público y privado, qué balance debe haber. En el centro de esto debe estar el interés de los seres humanos, la razón, y la sociedad. Creo que no debemos pensar en que lo público y lo privado se enfrentan como dos titanes. No queremos eso, lo que queremos es que la gente esté a cargo y en control.”
Y la segunda pregunta es: ¿cómo describe usted su propia contribución como economista? Contesta Sen: “Como el trabajo que hago con otros economistas para tratar de encontrar un poco más de sentido en el mundo, usando el razonamiento económico. Cada uno de nosotros aporta algo de comprensión, asociación, experiencia, e interactuamos. Soy muy feliz al interactuar con otros economistas. No voy por ahí avasallando a otros economistas. Me pidieron que fuera presidente de la Asociación de Economistas Norteamericanos y accedí. Pese a ser indio presido una organización internacional. Fui electo presidente de la Sociedad Internacional de Econometristas. ¿Consideré esto como un halago? No, porque la econometría tiene que ver con las matemáticas en la economía y yo he estado muy interesado en eso.
“Yo no creo que el mundo en el que vivimos sea muy bueno todo el tiempo, ni para usted ni para el resto. Pero, ¿quiero influenciar a otros economistas para que piensen igual que yo en áreas en las que me siento muy competente? Sí, así es. Discuto sobre ello, sobre lo que pasa en la India. He escrito extensamente sobre por qué el euro se ha descarrilado, por qué la Unión Europea es una grandiosa idea pero porque la unión monetaria del euro fue un error. Soy un ciudadano indio viviendo y enseñado en Estados Unidos. Pero no aporto conciencia, aporto razonamiento. Yo no creo tener más conciencia que otras personas…”