El próximo viernes 4 de julio del 2014, estaremos en un importante evento en los espacios de la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales Ezequiel Zamora (UNELLEZ), Vicerectorado de Producción Agrícola del estado Portuguesa. Este evento, denominado II Foro de Bioética y Derechos Humanos, coordinado por el Programa Ciencias Sociales con el apoyo de los profesores Marlene Naim, Lesbia Pérez, Sotero Varilla, Maritza Fernández, Yesenia Espino, y Germán Fernández, contará como ponentes con el Comandante gobernador del estado Portuguesa Wilmar Castro Soteldo, el Rector de UNELLEZ, William Páez Sosa; la Dra. María Battaglia, y mi persona. El presente escrito es un avance del tópico que trataré, lo biosocial en la modernidad, en una actividad que arrancará a las 8 de la mañana (espacios del Vicerectorado de la UNELLEZ-Guanare, estado Portuguesa) y se presenta ambiciosa en cuanto a alcanzar motivar y proyectar la cosmovisión que desde la realidad social venezolana hoy se tiene del mundo y del papel del hombre revolucionario en ese mundo cada vez más complejo e interconectado. A continuación, ideas acerca de lo biosocial y lo humano, en el ámbito de la modernidad.
La modernidad corresponde a un tiempo histórico, después de Cristo, caracterizado por el surgimiento en el norte de Europa, de un movimiento que vuelve al pensamiento occidental originario (el de la Grecia de Sócrates, Platón y Aristóteles), al final del siglo XVII y se cristaliza al final del siglo XVIII. Algunos historiadores de las ideas, le han denominado era de la ilustración, donde se destaca el surgimiento de las instituciones como el Estado-Nación, y la estructura administrativa y de dirección de los espacios burocráticos de las organizaciones dependientes del Estado. Tiene como rasgos fundamentales la auto-reflexidad, la cual, en percepción de los teóricos Antony Giddens y Jünger Habermas, quienes han dicho que la modernidad es ese primer momento en la historia donde el conocimiento teórico, el conocimiento experto se retroalimenta sobre la sociedad para transformar, tanto a la sociedad como al conocimiento.
En este aspecto, la información ha llegado a un nivel sofisticado, complejo; las sociedades modernas, a diferencia de las tradicionales, son sociedades que están constituidas y construidas, a partir de conocimiento teórico y conocimiento experto. La sociedad tradicional parte de normas que rigen la vida diaria generando endógenamente, a través de relaciones cara a cara, sus valores y sus principios de civilidad. En las sociedades modernas las normas que rigen la vida cotidiana no están producidas a un nivel de interrelación cara a cara, sino que están producidas por mecanismos expertos, impersonales, que parten del conocimiento experto en relación con el Estado.
La segunda característica de la modernidad, refuerza Giddens, enfatiza en la descontextualización, que es el despegar, arrancar la vida local de su contexto, y que la vida local cada vez es más producida por lo translocal; culturalmente, la modernidad se caracteriza por la apropiación de las competencias culturales, por formas de conocimiento experto asociadas al capital y a los aparatos administrativos del Estado; que es lo que Habermas describe como una creciente racionalización del mundo-vida. La modernidad le da un sentido de mayor valor a la noción de "Hombre", como fundamento de todo conocimiento del mundo, separado de lo natural y lo divino. La modernidad es vista en términos del triunfo de la metafísica, entendida como una tendencia, extendida desde Platón y algunos presocráticos hasta Descartes, y criticada por Nietzsche y Heidegger, que encuentra en la verdad lógica su fundamento. Una teoría racional del mundo compuesto por cosas y seres cognoscibles y controlables, donde la creencia está en perpetua superación, estableciéndose un criterio de orden.
En esa modernidad aparece, en el siglo XX, la figura de Theodore Millon (1928- 2014), psicólogo estadounidense, quien fuera el pionero en la investigación sobre la personalidad, y en el marco de esa teoría desarrolló una teoría del aprendizaje biosocial, donde fundamentándose en las ideas de Gardner Murphy (1916-1979), quien en su obra “Personalidad”, relaciona la predisposición biológica con el entorno, en vez de contemplarlos como elementos opuestos entre sí; Millon explicó con su teoría el desarrollo de la personalidad como un resultado de la combinación de factores genéticos y de aprendizaje social, con especial insistencia en estos últimos.
Murphy alcanzó unificar los puntos de vista de la personalidad, la psicología social y la clínica, dando cuerpo a la psicología humanista. Abordó un programa experimental donde los procesos psicológicos estaban implicados en los fenómenos parapsicológicos, en especial, exploró la motivación, la personalidad y los procesos creativos, dándole uso a los métodos grafémicas de respuesta de los participantes. Murphy describió la conciencia colectiva como un "campo interpersonal", también escribió que el campo puede ser capaz de explicar los fenómenos paranormales reportados. Se opuso a la idea de que una mente individual con la personalidad como una entidad podría sobrevivir, en cambio, afirmó que la mente y todos sus recuerdos se fusionarían en sí en un campo más amplio de la conciencia. Influenciado por el budismo, escribió no habría alma personal o ego, sino que la conciencia sería capaz de asumir nuevas cualidades.
En concreto, postuló las bases de la teoría del aprendizaje biosocial y se basó no solamente en elementos biológicos (factores hereditarios que intervienen en el desarrollo neurofisiológico), sino también en elementos ambientales que a través del aprendizaje modulan y determinan la personalidad.
Por su parte, Millon estableció, desde la fundamentación de los trabajos de Murphy, cinco orientaciones existenciales básicas que son las que determinan el tipo de adaptación al medio que va a realizar la personalidad: distanciamiento, dependencia, independencia, contradicción y ambivalencia.
El modelo biosocial de Millon, caracteriza la personalidad como el exponente de la adaptación, intelectualmente válida, a los principios fundamentales de la evolución. Mantiene una tendencia a una mejor calidad de vida y una tendencia a evitar todo lo que la perjudica.
Es en este aspecto que destaca Millon el nivel neuro-psicológico, sensorio afectivo, donde las tareas se desarrollan elevando la confianza en los demás y da inicio al apego, a las ideas de pertenencia; la pertenencia son lazos primarios que actúan como modelos representativos e internos, dando lugar a las relaciones interpersonales. En su primer libro, “Psicopatología moderna” (1969), estableció con claridad su interés por entender las personas que había detrás de las enfermedades psiquiátricas. En otra de sus obras, “Maestros de la mente”, realizó un recorrido por la historia de las enfermedades mentales desde la antigüedad hasta la actualidad, destacando que los componentes biológicos preparan al ser humano para asimilar su entorno y desde allí, moldearse en razón de la carga psicosocial que experimenta a lo largo de su existencia.
El modelo bio-social, citando ideas de Humberto Maturana, se presenta cada vez que los miembros de un conjunto de seres vivos constituyen una conducta en red de interacciones que opera para ellos como un medio en el que se auto-producen como seres vivos y se integran a través de un consenso mutuo que es el “amor”. El amor los unifica, los consolida y los hace activarse como seres de un núcleo social reconocido. . En otras palabras, sostiene Maturana que: a) La organización descrita arriba es necesaria y suficiente para caracterizar un sistema social; y, b) un sistema particular definido por esa organización genera todos los fenómenos propios de un sistema social en un marco conductual especificado por el tipo de seres vivos que lo integran. Esta clase de sistemas es el resultado inevitable de las interacciones recurrentes que se dan entre seres vivos y cada vez que se den con alguna permanencia, se dará este tipo de sistemas. Maturana llama a este tipo de sistemas, sistemas sociales, porque los fenómenos que se dan en ellos son indistinguibles, en su forma y modo de generación, de los fenómenos que observamos en los sistemas que Maturana califica de sistemas sociales en el ámbito humano.
Maturana describe algunas implicaciones: 1) Es constitutivo de un sistema social el que sus componentes sean seres vivos, ya que sólo se constituye al conservar éstos su organización y adaptación en él, en el proceso de integrarlo. Por esto, cualquier intento de caracterizar al sistema social de una manera que no reconozca que la conservación de la vida de sus componentes es condición constitutiva de su operar, se equivoca y especifica un sistema que no genera los fenómenos propios del sistema social. Así, por ejemplo, un conjunto humano que no incorpora la conservación de la vida de sus miembros como parte de su definición operatoria como sistema, no constituye un sistema social; 2) Cada sistema social particular, es decir, cada sociedad, se distingue por las características de la red de interacciones que realizan. Así, por ejemplo, una comunidad religiosa, un club y una colmena de abejas, en la medida en que son sistemas sociales son sociedades distintas, porque sus miembros realizan conductas distintas (los comportamientos adecuados en cada una de ellas son diferentes) al integrarlas. Para ser miembro de una sociedad basta con realizar las conductas que definen a sus miembros; 3) En la medida que un sistema social está constituido por seres vivos, son todos y cada uno de los seres vivos que lo integran los que de hecho lo constituyen con el operar de sus propiedades. Por lo tanto, y constitutivamente, no hay componentes superfluos en un sistema social, ya que si un componente se pierde, el sistema social cambia. Debido a la muerte de sus componentes, todo sistema social está expuesto al cambio. Más aún, como las propiedades y características de cada ser vivo están determinadas por su estructura, en la medida en que las estructuras de los seres vivos que integran un sistema social cambian, cambian sus propiedades y el sistema social que generan con sus conductas también cambia; 4) En la medida que un sistema social es el medio en que sus miembros se realizan como seres vivos, y donde ellos conservan su organización y adaptación, un sistema social opera necesariamente como selector del cambio estructural de sus componentes y, por lo tanto, de sus propiedades. Sin embargo, en la medida que son los componentes de un sistema social los que de hecho lo constituyen y realizan con su conducta, son los componentes de un sistema social los que con su conducta de hecho seleccionan las propiedades de los componentes del mismo sistema social que ellos constituyen. Toda sociedad es conservadora de su organización como tal sociedad, y de las características de los componentes que la generan; 5) En general, los componentes de un sistema social pueden participar en otras interacciones, además de aquellas en que necesariamente deben participar al integrarlo, es decir, pueden participaren interacciones fuera del sistema social que constituyen. Si como resultado de tales interacciones la estructura de los componentes de un sistema social cambia de modo que su manera de integrarlo cambia sin destruir su organización, la estructura del sistema cambia, y aparece ante un observador como el mismo sistema pero constituido como una red conductual diferente. Lo mismo puede pasar con la incorporación a un sistema social de nuevos miembros con una historia previa de interacciones independiente de él; 6) Aunque todo sistema social es constitutivamente conservador, todo sistema social está también en continuo cambio estructural, debido: a) a la pérdida de miembros por muerte o migración; b) la incorporación de nuevos miembros con propiedades, adicionales a aquellas necesarias para su incorporación, diferentes a las de los otros miembros; y, c) cambios en las propiedades de sus miembros, que surgen de cambios estructurales no gatillados (seleccionados) por sus interacciones dentro del sistema social que integran, por interacciones fuera de él, o como resultado de su propia dinámica interna. En una palabra, el devenir histórico, reafirma Maturana, de cualquier sociedad es siempre el resultado de estos dos procesos: conservación y variación, donde el amor conecta todas las interrelaciones.
Referencias Bibliográficas
Maturana R., Humberto (2011). La Objetividad. Un argumento para obligar. Buenos Aires, editorial Granica.
Millon, Theodore & Davis, Roger D. Trastornos de la personalidad. Más allá del DSM-IV. Primera edición 1998. Reimpresiones 1999 (2), 2000, 2003, 2004. Barcelona, Editorial Masson.