Me ha causado bastante intriga la posición asumida por los humoristas en estos últimos tiempos de toma de decisiones apresuradas, por lo que me atrevería a adelantar conclusiones al solicitar que, así como se está solicitando curriculums para llenar las plazas dejadas por la meritocracia pedeadeca, es necesario también comenzar a buscar humoristas para llenar las vacantes de los que se fueron para la otra plaza, o sea, la Altamira.
Resulta que los humoristas han caído en un contrasentido histórico jamás antes visto en nuestra sociedad , ya que ellos han comenzado a ocupar los lugares de sus inspiradores al dedicarse a la militancia partidista, en los partidos que han sido los tradicionales perseguidores de ellos, réplica al carbón de lo que ha dado en denominarse el Síndrome de Estocolomo, que consiste en la simpatía que a la postre se produce entre la víctima y el verdugo; en el caso de los humoristas dicho síndrome recibe el nombre de Estoeselcolmo.
Tradicionalmente la cadena mediante la cual se realiza la acción humorística es más o menos así:
1er paso) los políticos (principal fuente de inspiración de los humoristas, según Aquiles Nazoa) actúan normalmente como lo hacen ellos: dando declaraciones, dando discursos, opinando y/o todas las anteriores. Por ejemplo, algo normal en un político es decir: “la gente del gobierno tendrá que meterse a brutos a ver si nos entendemos”, autor: Sir Charles Ortega.
2do. Paso) los humoristas, quienes están a la caza de los políticos, capturan estas declaraciones y las satirizan, hacen ironía fina con ellas y los mejor dotados las convierten en caricaturas y los aún mejor dotados, las convierten en excelentes artículos de opinión, los cuales son exitosos con tan solo sacarle al lector una sonrisa, verbigracia, Earle Herrera.
3er paso) estos mismos humoristas convierten estas declaraciones en cuentos (skechts) que son adaptados para la televisión, en los cuales se ridiculiza al máximo a los políticos, a través de la actuación de los Cómicos, que son los tipos de este tercer paso y quienes se encargan de vulgarizar la actuación de los políticos; es decir, de hacerla entendible por el más desprevenido televidente.
Ahora bien, cuando vemos a los humoristas arengando a las masas en la Plaza Altamira, o en la Plaza de la Mentirocracia, pregunto: ¿realmente, a quiénes estamos viendo? Correctamente, estamos viendo a unos políticos que están haciendo las mismas peripecias de quienes otrora fueron los responsables de que ellos comieran, es por ello que los humoristas comenzaron hace rato a comerse un cable, aunque de la TV por cable tampoco estamos seguros que estén comiendo. Es por ello, mi amigo lector, que todos los programas cómicos o humorísticos hicieron agua con este gobierno, siendo tan grande el fracaso que ni siquiera a las presentaciones personales en la provincia, asiste suficiente público como para al menos sufragar gastos; es decir, que los humoristas andan dando la cómica; son ellos ahora fuente de inspiración para hacer humorismo.
De esta manera, no se ha hecho esperar las mofas que hacen los neo-humoristas de sus predecesores. Así, cuando el humorista que fue Zapata apareció con foto en primera página en lo más bajo del podio donde momentos antes fue desalojado por el coronel Soto, algún neo-humorista afirmó. “ahora si es verdad que Zapata anda por los suelos”. Del mismo modo se comenta en los nuevos escenarios del humor que, dadas las andanzas de su hijo Claudio, Aquiles Nazoa estaría inquieto en su tumba al ver lo gallo que le salió la crianza.
Sin embargo hay algunos más audaces que comentan, no con poca suspicacia, que aunque Claudio tiene nombre de gallo se le notan muchas patas de gallina. Pero si de animales se trata, el caso de Graterolacho es emblemático, ya que siempre me intrigaba por qué lo llamaban en su natal Turén El Sapo; por supuesto que sobran las palabras cuando perplejos vemos al portugueseño en la televisión sacando por su boca, además de sapos, también culebras y otros ejemplares ponzoñosos. Por si alguien faltaba, apareció el talentoso Laureano, quien prefirió, a los lauros que le daba su nombre, pasarse su dignidad por las dos últimas sílabas del mismo.
Como podemos ver el humorismo al hacer agua, cayó en el charco de la ignominia política y sus protagonistas prefirieron pagarle con agradecimiento a los dueños de los medios que mantener su verticalidad histórica en el sitio donde la tendrían Job Pin, Aquiles Nazoa y Leoncio Martínez, solo para nombrar algunos representantes del género, monumentos de honestidad y entrega. A veces no si pensar si la crisis del humorismo venezolano forma parte de una crisis política o si se trata de otro tipo de cri$i$ , es más...