Resulta de sumo interés para los venezolanos un tema que ha entrado en la discusión cotidiana y que según el Primer Mandatario Nacional Nicolás Maduro debe ser un debate abierto ante la opinión pública; “con calma pero sin prisa”, hasta encontrar un punto de equilibrio que justifique el aumento del precio del litro de la gasolina, para muchos, el más barato del mundo.
A simple vista la cosa pareciera ser muy sencilla, pero los antecedentes demuestran todo lo contrario, cuando de esta materia se trata y sobretodo, cuando se ha estado a toquecito de implementar dicha medida en la sociedad venezolana.
El fantasma del “Caracazo” parece pasearse por estos recuerdos y aunque, en muchas ocasiones, pareciera estar el camino despejado para aplicar tal medida, surge el ingrediente político inflamable con demagogia supina, por parte de la oposición, para sacarle punta a este explosivo indicador de la economía venezolana, subsidiada desde hace ya bastantes años.
Muchos ejemplos comparativos se han mostrado al citar otros países, con cuadros estadísticos y cifras que dejan perplejo a cualquier economista a la hora de tomar tal decisión; sobretodo, por parte de los gobiernos que han querido hacerlo en la República Bolivariana de Venezuela.
En el Gobierno del desaparecido Presidente Hugo Chávez Frías, el tema del aumento de la gasolina se discutió muchas veces. Estuvo a nivel de su gabinete y de manera inexplicable, pasaba por debajo de la mesa y se aplazaba nuevamente la decisión; en muchos casos, quizá inspirados por el criterio socialista de la justa distribución de la riqueza entre la mayoría de la población y para no afectar al sector transporte, uno de los más involucrados por facilitar el desplazamiento en la mayoría de ciudades del país y en sus rutas extra urbanas, a un alto porcentaje de venezolanos; bien en transporte público o en sus vehículos particulares.
Igualmente, cabe recordar las medidas que tomó el Comandante Chávez en los estados fronterizos con Colombia, cuando decidió aumentar el precio de combustible que se exporta a los departamentos fronterizos; sobre todo, porque allí, al igual que en Venezuela, el precio era regalado e incluso por la vía legal, al generar altos márgenes de ganancia y además, astronómicas sumas de dinero que hoy superan más de un 40 por ciento por el contrabando y el deterioro de nuestra moneda.
Fue en diciembre del 2012 cuando Chávez decidió tomar las referidas medidas a lo que reaccionó de inmediato, el gobierno del entonces, del Presidente Álvaro Uribe Vélez.
El precio de venta por galón de parte de Venezuela era de 1,5 dólares, mientras que en los demás departamentos colombianos la venta en las estaciones de servicio era de 3,5 dólares por galón; lo que de por sí, ya daba un margen de ganancia de dos dólares por galón; un gran subsidio de parte de nuestro país.
Desde luego, que las relaciones entre los dos gobiernos han cambiado sustancialmente en los últimos meses; entre el Presidente Nicolás Maduro y Juan Manuel Santos hay una gran diferencia con el de Uribe, Por eso se revisan de nuevo las políticas fronterizas y en especial el tema del contrabando.
Primero, por los altos volúmenes de alimentos que van hacia Colombia, dicho por sus propios voceros, representa más de un 30 por ciento (creando desabastecimiento en Venezuela) y en segundo lugar, por el incremento del contrabando de gasolina y diesel, productos que arrojan cifras millonarias para los involucrados.
Cuando Chávez tomó las medidas no faltó en aquella oportunidad, una reacción inmediata de voceros del gobierno del ex presidente Uribe, cosa que pareciera hoy ser diferente, al menos en la diplomacia.
Por ejemplo en el año 2012 el ministro de Minas y Energía de Colombia Hernán Martínez declaró: “Las medidas del Presidente Chávez de subir los precios del combustible en la frontera, en especial la gasolina, lo que harán será incrementar un mayor contrabando hacia nuestro país desde Venezuela”: ¿una amenaza?
La situación en el fondo nos enseña, que a pesar de los acuerdos de los actuales gobiernos de Venezuela y Colombia, la realidad podría mejorar o empeorar, si no se elimina el mal de raíz.
Si bien lo diplomático parece influir positivamente sobre las medidas, las mismas tendrán que ser más radicales contra intereses de las mafias involucradas; como lo señala el actual embajador de Venezuela en Colombia, Iván Rincón Urdaneta:
“…los grupos paramilitares como “Los Rastrojos”, “Los Urabeños” y las “Bacrin” “son los dueños de la mercancía” que llega a Colombia a través del contrabando de extracción.
Asimismo – sostiene Rincón Urdaneta- éstos también “obtienen grandes ganancias” y recalcó que según cifras aportadas por el gobierno colombiano, el 20% de la gasolina que consume la nación neogranadina llega por contrabando”.
Por su parte, el historiador venezolano, analista, político y escritor Luis Brito García difiere de la opinión de Rincón, en cuanto a la afectación de Colombia. Para Brito el principal interés para ponerle coto al problema es de Venezuela y por tanto, las acciones deben ser venezolanas - dijo al diario Panorama del Zulia...
“Cada gandola que pasa con gasolina casi gratuita es un aporte para la economía colombiana, yo no me imagino a las autoridades colombianas desesperadas por evitar que les entre gasolina casi gratuita u otra cantidad de productos básicos de los cuales depende la economía de las zonas fronterizas. Se trata de una responsabilidad fundamentalmente venezolana, el tremendo contrabando que pasa para allá no se va solo, ni pasa en pequeños frasquitos, eso se va en camiones, en transportes enormes fáciles de detectar”, opinó Brito, miembro del Consejo de Estado.
Mientras el mayor general (Ejto.) Vladimir Padrino López, por órdenes del Presidente Nicolás Maduro asume el control en la frontera con Colombia en la guerra contra el contrabando, las medidas se aceleran y se establecen horarios de cierre de fronteras, previamente estudiados por las gobernaciones de los estados Zulia, Táchira, Apure y Amazonas.
La guerra, que no es nueva, comienza por enfrentar a las mafias del contrabando. Es una acción que no debe ser espasmódica sino permanente, por la magnitud del enemigo y sus ramificaciones y tentáculos involucrados.
Por su parte, mientras prosigue el debate del aumento de la gasolina en el pueblo venezolano y se define cuál será el verdadero destino de dichos ingresos, los antecedentes vividos con el Comandante Chávez, vinculados a esta medida, deben estar presentes y nos deben recordar su prudencia; porque el fantasma incendiario de la gasolina, siempre ha sido un plato apetecible y acariciado por la hipócrita y desleal oposición venezolana.
¡Amanecerá y veremos!