Saltar de un modo clasista a otro no clasista, como lo es del modo burgués al socialista, es verdaderamente cuesta arriba. Los cambios revolucionarios, de los que tenemos sólo informes históricos, tienen como fundamento imprescindible la modificación o cambio de la estructura económica, es decir, en la manera como los trabajadores se relacionan técnicamente con los medios de producción, según las relaciones de propiedad sobre estos, o sea, si tenemos trabajadores por un lado y no trabajadores o dueños privados de los medios de producción, por otro; unas relaciones sociales que cambiarían con el modo comunista de producción.
A los feudales no les costó mucho la adaptación de los esclavos a siervos con medios de producción propios y con derecho a la vida. Hoy en día, si pudiera elegir, cualquier trabajador escogería ser siervo, sirviente o artesano al servicio de un maestro de oficios, en lugar de ser esclavo sin propiedad privada alguna, ni siquiera la de su vida.
Sin embrago, tampoco resultó fácil la idea de liberar a los siervos, campesinos, sirvientes y ayudantes de artesanos para que se convirtieran en hombres libres, desatados de toda servidumbre, de la parcela particular enfeudada, para que se convirtieran en hombres libres capaces de ponerse al servicio de patronos fabriles, de arrendatarios y de burgueses; capaces de convertirse, decimos, en asalariados o vendedores de su fuerza de trabajo en lugar de su trabajo. La expropiación forzada de todo tipo de medios de producción emprendida por la burguesía o por los ricos fue devastadora[1].
Ya señalamos la anatomía del modo burgués (http://www.aporrea.org/
En otra revolución, las comunas representarían unos microestados con toda la autonomía y soberanía que ha caracterizado al Estado centralista reinante todavía, una nueva e invertida superestructura. Igualmente, se plantea una revolución de la conciencia, cultura o ideología, esto es, una revolución disparada directamente a ese componente anatómico superestructural. ¿Para qué serviría una socialización masiva de los medios de producción, si la actual conciencia burguesa del proletariado siguiera incólume?
Otra revolución dirigida a la organización del trabajador público, de tal manera que, sin reducción de personal, se logre máximos rendimientos con funcionarios que trabajen 100% de su jornadas, o sea, una revolución dirigida a reducir el manguareo burocrático, el ocio y las pérdidas de tiempo en papeleos innecesarios, duplicatorios, las más delas veces. Por ejemplo: si el Ministerio de Educción archiva las cédulas de su personal, ¿por qué los funcionarios que acudan a otro Ministerio, y señalen a aquel organismo como su lugar de trabajo tienen que dirigirse personalmente a dicho Ministerio a solicitar constancias, en lugar de que sea el organismo interesado el que lo haga.
09/09/2014
[1] Véase Honoré de Balzac, Los Campesinos.