A Robert y María, dos mártires recién sembrando.
¿Por qué le cuesta tanto ver a los opositores de a pie que quienes dirigen la oposición, desde afuera, lo que quieren y necesitan es tenernos enfrentados a todos para después caer como buitres sobre nuestros despojos, pero esencialmente sobre el petróleo que reposa en nuestro subsuelo?
¿Por qué no podrán ver los opositores de a pie, que más allá de nuestras diferencias y nuestras maneras distintas pensar, lo que la derecha fascista y asesina necesita es aterrorizarnos a todos y todas y convencernos de que no podemos vivir en paz y zanjar nuestras diferencias políticas mediante los votos?
¿Por qué los opositores de a pie no verán que quienes dirigen la oposición, siempre desde fuera, apuestan a convertir a Venezuela en Libia, o en Siria; necesitan un país desunido y con sus habitantes enfrentados entre sí, para hacer imposible que el pueblo unido y hermanado pueda defender heroicamente su Patria de las amenazas externas hasta su última gota de sangre?
¿Por qué a los opositores de a pie les costará tanto entender que, al final de cuentas, los que están afuera sólo tienen el objetivo de apropiarse ellos de una riqueza que nos pertenece a todos y que de Chávez para acá se apuesta a su repartición equitativa?
¿Por qué nos costará tanto entender a todos que el odio que han sembrado entre nosotros, especialmente desde fuera, y que siempre da frutos, si no logramos conjurarlo entre todos los de a pie, de acá y de allá, terminará aproximándonos a la destrucción y al final?
Que las investigaciones del asesinato del joven Robert Serra y de su compañera sentimental María Herrera, conduzcan más allá de las manos y de los cuerpos de quienes ofrecieron sus servicios sicariales para hacerle el trabajo a la derecha fascista y asesina que no puede derrotar con votos a un pueblo que se niega a volver al pasado y que ha proclamado su independencia y soberanía para siempre.