¿Estamos en guerra?

Para entender el contexto en el cual se desarrollan en Venezuela los acontecimientos ocurridos en el último año y medio luego de la muerte del Presidente Chávez y aún antes de 1998, cuando su figura insurge en la política nacional, es necesario tomar en cuenta algunos hechos históricos que nos brindarán argumentos para entender que estamos en medio de una guerra no convencional, de baja intensidad y de carácter permanente. En palabras cotidianas un aguacerito pues, que no moja pero empapa, y para ello debemos desmenuzar porqué y quiénes están detrás de estas estrategias de conflicto permanente en Venezuela.

Hacia los años 1992, un grupo de thinks thanks (tanques de pensamiento contratados para desarrollar estrategias y planes para la defensa y protección del sistema de vida y gobiernos norteamericanos pagados y sostenidos por el status quo) liderados por Paul Wolfowitz, entonces Subsecretario de Política del pentágono y el departamento de defensa de los EEUU, redactaron un documento denominado “Defense Planing Guidance” o lo que es lo mismo el “Plan Estratégico para el nuevo siglo americano”. Este documento es una declaración política de la administración interna que se distribuye a los líderes militares y civiles del departamento de defensa y se dirige a instruirlos sobre cómo debe preparar a sus fuerzas, los presupuestos y la estrategia para el resto de la década. 1992- 2002. También se analizan las situaciones presentadas en las relaciones internacionales después de la Segunda Guerra Mundial y se describen los objetivos de la estrategia militar norteamericana hacia el resto del mundo.

Entre sus objetivos principales podemos citar el uso de la fuerza militar, si es necesario para evitar la proliferación de armas nucleares y otras armas de destrucción masiva: suena bien hasta aquí pero este objetivo no es para proteger al mundo sino para evitar que cualquier país pueda competir con ellos y su supremacía nuclear y militar.

Otro de sus objetivos consiste en utilizar la acción colectiva a través de las Naciones Unidas para proporcionar cuando se requiera el mandato necesario para enfrentar los conflictos mundiales. Considerando que “las coaliciones tienen una considerable promesa para la promoción de la acción colectiva” (Caso Libia). Sin embargo, indica el documento que “Estados Unidos debe ponerse a disposición de actuar de manera independiente cuando la acción colectiva no pueda ser orquestada o en una crisis que amerite respuesta rápida”, véase caso Siria e Irak. En dicho documento se prevé que trabajar en el marco de las Naciones Unidas, es lo deseable, pero declaran abiertamente reservarse el derecho de actuar unilateralmente o a través de coaliciones selectivas, si es necesario, para proteger los intereses vitales estadounidenses.

Este proyecto esboza que en el mundo hay un poder militar, financiero y económico dominante, cuyos dirigentes deben “mantener los mecanismos para disuadir a competidores potenciales incluso a aquellos que aspiren un papel regional o global más grande”.

La política desarrollada en la guía ya preveía la posibilidad de que Rusia reaccionara en forma nacionalista y tratara de recuperar e incorporar las nuevas repúblicas independientes de Ucrania. Bielorrusia y posiblemente otros y lo que ello significaría para los intereses de EEUU en la zona y que por ello había que evitarlo”. Recordemos el conflicto Ucraniano, y las alianzas desarrolladas por Rusia mas recientemente con la firma de acuerdos con Bielorrusia y Kasajistán para crear una Unión Económica Euroasiática que reforzará la integración de Moscú con estas naciones. El propio documento reconoce que “Rusia es el único país en el mundo con la capacidad de destruir a los Estados Unidos”.

Reconoce el documento que las alianzas estratégicas en América y Europa son vitales para continuar la cohesión. Igualmente prevé que debe evitarse las medidas de seguridad europea que socaven la OTAN. En el caso de Asia Oriental debe EEUU mantener el estatus como potencia militar y económica de primer orden en la zona, permitiendo que “EEUU siga contribuyendo a la seguridad y la estabilidad regionales, actuando como fuerza de equilibrios y prevenir la aparición de un vacío o de alguna potencia hegemónica regional”.

Los objetivos de este plan se muestran claramente en el documento: Prevenir el resurgimiento de un nuevo rival ya sea en el antiguo territorio de la Unión Soviética, o en cualquier otro lugar –entiéndase Surámerica o Asia o inclusive Europa-, pues ello afectaría el orden mundial. Para ello deben utilizarse los recursos económicos, financieros, militares, biológicos e industriales necesarios para asegurar la hegemonía de EEUU en el mundo que viene desarrollándose sin oponente desde hace 70 años.

Todos estos objetivos buscan “asegurar el acceso a las materias primas vitales –entiéndase petróleo y sus derivados, oro, bauxita, uranio, coltán, agua y biodiversidad-, evitar la proliferación de armas de destrucción masiva que amenacen su hegemonía nuclear y militar, las amenazas a los ciudadanos estadounidenses de terrorismo o conflictos regionales o locales y las amenazas a la sociedad de EEUU del tráfico de estupefacientes”.

Entendiendo este contexto y la visión dominante y hegemónica del mayor imperio militar, financiero, económico, industrial, farmaceútico, biológico y comunicacional del mundo, es posible no pensar que nos encontramos en guerra y que Venezuela a partir de Chávez es uno de sus principales objetivos?.

Veamos: Venezuela es la mayor reserva petrolera del mundo, además de contar con todos los minerales existentes en la tabla periódica química, así como agua, energía hidroeléctrica y una de las mayores reservas de biodiversidad del mundo que comparte con Brasil y otros países.

El modelo propuesto por la Constitución Nacional y por Chávez en el Plan de la Patria pretende “consolidar a Venezuela como potencia” además de “coadyuvar en la consolidación de un sistema multipolar, así como a un sistema que enfrente las amenazas de un modelo capitalista destructor e inhumano”.

Recordemos el papel de Chávez al recuperar la OPEP, la creación de UNASUR, su papel determinante en la CELAC, el Banco del Sur, en la propia OEA, y la ONU –Venezuela es la candidata latinoamericana para entrar al Consejo de seguridad de la ONU y al Consejo de DDHH del mismo organismo multilateral – las alianzas con China y Rusia, La Alba, Pterocaribe y otros organismos de carácter regional que buscan fortalecer el Bloque de Poder latinoamericano, y que ahora con el Presidente Nicolás Maduro a la cabeza, impulsa la alianza de UNASUR con los Brics y del Banco del Sur con el Banco de Desarrollo de los Brics.

Todos estos hechos, considerados a la luz de la política estadounidense de seguridad y defensa nacional de “sus intereses”, son una amenaza directa contra el estilo de vida y los intereses globales del modelo hegemónico norteamericano y se presenta como una seria amenaza a su papel dominante mundial, sumado a ello, las alianzas China Rusia pone en riesgo su papel dominante y totalitario de la política internacional en lo militar, económico, financiero, farmacéutico e industrial por parte de nuestros países –a la cabeza Veenzuela, verdadera impulsora de estos cambios.

Por ello y para comprender en su justa dimensión los conflictos desatados desde la aparición en el escenario nacional e internacional del Presidente Chávez y más profundamente luego de su muerte, debemos tener plena conciencia que la guerra económica, el bloqueo selectivo del que estamos siendo objeto, la zona de exclusión aérea que se la aplicado al país por parte de la IATA incumpliendo el Convenio de Chicago, el acoso por parte del CIADI quien pretende quebrar a Venezuela vía demandas e indemnizaciones en Tribunales de Arbitraje Internacionales, la extraña aparición de brotes de enfermedades y la restricción de medicinas, el contrabando, la componenda de la oligarquía criolla en impulsar niveles especulativos en comida, vestido, calzado y todo aquellos productos que comercialicen, la guerra mediática brutal e inmisericorde, las acusaciones en instancias internacionales de DDHH para presentarnos como un Estado Forajido; que sumados a errores y debilidades propias de nuestro sistema y que no debemos ni queremos ocultar, conforman un cuadro completo del porqué efectivamente nos encontramos en plena guerra de baja intensidad, constante y con elementos de violencia explícita.

La presencia de paramilitares en el país, de grupos de exterminio selectivo de líderes, el aumento de la criminalidad y la corrupción muchas veces inducida en nuestros cuadros medios y no tan medios, es una nueva cara de la guerra que contra Venezuela se ha desatado desde que apareció Chávez en la escena política. No perdamos la visión estratégica acerca de estos planes y creamos en cuentos de camino: estamos en guerra contra el imperio más grande conocido por la humanidad y esto queridos compatriotas tiene su precio, el nuestro no es otro camino que el de la conciencia y vencer en cada batalla electoral que nos imponga este camino: Vacilar es perdernos y entregar al país ya no a una derecha apátrida, es entregarlo a los oscuros intereses del capital y de la hegemonía mundial lo cual ahondaría la crisis planetaria, llevándonos incluso a la destrucción de nuestra especie y la del propio planeta. Tengamos conciencia de ello.





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María Alejandra Díaz

Abogada constitucionalista y representante del Estado ante la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Vicepresidente de la Comisión de Justicia y Tutela Efectiva de la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela (2017).

 @MariaesPueblo

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