No entiendo ese convencionalismo que viene practicando desde hace varios años el Seniat de aumentar proporcionalmente el monto de las llamadas Unidades Tributarias al del índice de inflación con el cual cierra el año inmediato anterior. Y no lo entiendo, primero porque es un convencionalismo que pudiese plantearse en otros términos; y segundo porque se convierte en el primer jalón hacia arriba que se le da a la inflación en el año que comienza. El presidente cuenta entre sus logros económicos, la baja contínua de la inflación y anuncia que para el año 2006, estaremos cerrando con un índice 10 y hasta menos de 10 !!! Ah, pero desde el Seniat aumentan la Unidad Tributaria. Con eso aumentan muchísimas cosas que el venezolano tiene que pagar, desde multas hasta pagos por conceptos de Registros de documentos y pagos en Notarías, pasando por cuotas diversas e impuestos que se ven afectados por la tal Unidad Triubutaria. Preguntamos entonces: ¿Qué pasaría si ese convencionalismo se planteara en aumentar la Unidad Tributaria en el 10 % de inflación estimado para el 2006? Y qué pasaría si por ejemplo el jefe del Seniat anunciase: Como el índice de Inflación en el 2005 fue de 14 %, aumentaremos la U.T. en 7 %?
La mente avanzada de Condoleeza
Nuestro gobierno ha tenido suerte frente a las agresiones y planes que desarrolla el imperio para acabar con él. No dudo que algunos componentes de lo que se denominan cuerpos de inteligencia trabajan y revisan, y leen e investigan sobre lo que pudiera suceder, pero la dosis de suerte que tenemos no podemos dejar de señalar. El último episodio, protagonizado por Condorita Ráis, entra en el anecdotario de pisadas de espuela que se autoinfligen, tanto los amos como quienes siguen sus pasos en el país, a cambio de unas pocas monedas. El anuncio de que debía apoyarse al pueblo venezolano, respaldando una supuesta huelga de transporte que se “estaría dando”, lo que hizo fue alertar a las autoridades y activar los mecanismos políticos para acercarse a los posibles líderes “tocados” por el hada imperial, para entender o saber en qué tramoya andan. Y esos choferes de camioneticas, busetas o autobuses, no imaginan el peligro que están corriendo sus vidas, al mostrarle al imperio que son capaces de trancar cualquier calle, autopista, sector, etc., cada vez que les matan a un compañero, y -por supuesto- al creer el imperio que esa modalidad de “guarimba” puede servir para dar al traste con la estabilidad del gobierno y la paciencia de la población, tal vez al rememorar que con una huelga de transporte dieron a traste con el gobierno de Allende, en Chile. La brutalidad siempre anda libre. La inteligencia escasea para estudiar lo que está pasando últimamente en nuestros países y por eso apelan a “chuletas” usadas y reutilizadas una y otra vez para derrocar gobiernos insumisos. Al igual que el once de abril del 2002, cuando mataron gente premeditadamente para precipitar la caída del gobierno de Chávez, ahora podrán matar a uno, dos o tres choferes, en días continuos o hasta en un mismo día, para magnificar ese tipo de reacción que lleva a efectuar trancas monumentales en cualquier momento y plantear una huelga de transporte. Los choferes están avisados. Se encuentran en medio de fuego cruzado.
Contradicción frente a la inseguridad en la frontera
Le hago seguimiento al problema de la inseguridad en el Táchira, porque me preocupa enormemente el hecho de que crezca en un lugar, al lado de un país donde el Imperio tiene montado un Plan Colombia y otro Plan Patriota, en los cuales Venezuela es uno de los objetivos. Leo que algunos diputados, supongo que iniciándose en el llamado “parlamentarismo de calle”, fueron a la ciudad de San Cristóbal, atraídos por los clamores de esa sociedad ante lo inerme que parece estar frente a la inseguridad. Del paramilitarismo venido de la hermana república, y de la narco-economía subyacente, sumamos casi dos muertes diariamente en el Estado Táchira por la vía del sicariato. Los diputados han dado declaraciones a la prensa mediante las cuales dicen estar convencidos que existen componentes en los cuerpos de seguridad del Estado, que apoyan de diversas formas y son cómplices directos de lo que está pasando. Ah! Pero entonces ¿qué proponen? Declarar un Estado de Excepción en la zona y que -en consecuencia- se restrinjan derechos constitucionales a los pobladores de ese ya bastante golpeado estado fronterizo. A mi todo eso me parece una enorme contradicción e irse por el primer camino que se les ha ocurrido. Muy a la vieja usanza. Y es que yo pienso que deslastrarnos de la “cultura adeca” nos va a costar dios y ayuda. Porque si aseguran que miembros de los cuerpos de seguridad del Estado son responsables de lo que está pasando, ¿cómo es posible que les vayan a dar más poder a unos delincuentes (con uniformes y chapas) para atropellar y agraviar a los que no están metidos en esos rollos y por el contrario estos puedan convertirse más fácilmente -con esas medidas- en víctimas ideales, al privárseles de derechos constitucionales? Esas “soluciones” precipitadas siempre se han convertido en peores remedios que las enfermedades que pretenden curar. Lo malo de todo esto, es que desde hace tiempo advertimos públicamente lo que pasaría, pero como pocos creen, no se tomaron medidas a tiempo. Y políticas del mismo gobierno regional permitieron que el fenómeno creciera y se desarrollara. Ahora, el gobierno nacional tiene la palabra. Y ojalá tenga una palabra inteligente, para tratar tan delicado asunto. Y espero que el Presidente, en Consejo de Ministros, como lo dice la Constitución, que es quien puede decretar ese Estado de Excepción, no lo haga. Si no lo ha hecho en momentos más difíciles que ha vivido la República...!
Misión Ciencia para combatir la delincuencia
El Presidente, en su programa del pasado domingo 19, dijo entre otras cosas importantes, refiriéndose al tema de la delincuencia y agarrándose de aquella vieja frase de que “todo tiene su ciencia”, que para contrarrestar el alto índice delictivo, deberíamos aplicar el conocimiento científico para entonces proceder por los mejores caminos y con las herramientas más adecuadas. Pues bien, yo quiero proponer, basándome en que más del 80 % de los presos que sobreviven en nuestras cárceles llegaron allí por delitos relacionados con drogas prohibidas, y en que la mayoría de las muertes que se producen semana a semana en nuestra ciudad capital y en nuestro país completo, se producen como derivaciones de “problemas” y “culebras” (según el argot popular) provocados por el tráfico y consumo de drogas ilícitas, que se establezca un Plan coordinado de suministro de drogas a los adictos, en los diferentes establecimientos de salud conque contamos a lo largo y ancho de la geografía nacional. Al narcotráfico se le seguiría golpeando, continuaríamos decomisando drogas y éstas, en vez de quemarlas y antes de quemarlas, extraviarlas en los vericuetos de la “justicia” donde muchos meten la mano, se trasladarían a los centros asistenciales adonde recurrirían los adictos en busca de las dosis que en cada caso se programen para cada quien. Con una medida así, super-revolucionaria, se combatiría, por un lado el comercio de las drogas ilícitas, tan tolerado dentro del territorio del país con mayor número de consumidores de todo el mundo como es los Estados Unidos, pero tan “atacado” en donde se produce y por donde pasa; por otro lado se reduciría drásticamente el número de muertes que se producen en nuestro país, índice que habla pestes de nuestro gobierno y del país mismo. Las muertes se producen mayoritariamente en las zonas más empobrecidas de nuestras ciudades, y son provocadas básicamente por incumplimiento de pagos por alijos grandes, medianos, pequeños y minúsculos, que quienes los asumen no pagan a tiempo. Un negocio donde los plazos son más que perentorios y difícilmente le dan más de un chance a los deudores para ponerse al día. Es así que matan a los que no pagan a tiempo; matan por controlar territorios (mercados); matan a los que se atraviesan en las balaceras que se producen entre bandas; matan a los que compran drogas para revenderlas pero contaron con la mala leche de que algún policía los raqueteara y les quitara la mercancía, y los dejara ir directo a la muerte ya que al no tener qué vender, pues no obtienen ganancia alguna para poder pagar y entonces volverse morosos y hediondos a ataúd; matan y chantajean a niños más pequeños a quienes obligan a vender, cobrar, buscar nuevos clientes, etc. bajo amenaza de violar a sus madres y hermanas y hasta quemarles el rancho, si no hacen lo que se les pide; matan también a aquellos que los delincuentes creen que los sapean; matan a las mulas que se les abren dediles en sus estómagos; rematan a las mulas que se mueren y entonces les abren la panza para sacarles los dediles; matan a los policías buenos; Y también matan a otros, ajenos a todas esas vainas, para robarlos (para robarles zapatos y chaquetas, pero también automóviles y Rolex de oro) y con lo robado y vendido, comprar droga o pagar deudas. Matan y matan, al punto de contabilizar un promedio de 60 muertos cada fin de semana, solamente en Caracas.
La solución, sin mucha ciencia
La salida estaría en montar un Plan de Suministro de drogas a adictos. Se abrirían registros de personas adictas en los establecimientos de salud y se establecerían programas de suministros de dosis en cada caso. Igualmente podrían establecerse, a petición de los beneficiarios, planes de desintoxicación a aquellos que así lo deseen. Algunos no se inscribirán porque les dará pena, pero en la mayoría de los casos graves de adicción, que son los que provocan los robos y atracos a terceros, lo harían y no tendrían que sufrir las urgencias que demanda la adicción. Irían cada cierto tiempo por su dosis y ya. Esta sería una forma de acabar con tanta muerte producida por el tráfico y la adicción a las drogas. Sería una forma de golpear durísimo a un negocio que le hace tanto daño en vidas al país y le proporciona tan mala imagen. Sería una forma de acabar con el extravío de drogas al que nos tienen acostumbrados los cuerpos policiales, luego de los decomisos. Y lo más importante hacia fuera, a la hora de la alharaca que van a montar nuestros enemigos, es que el narcotráfico va a seguir siendo combatido. Los decomisos continuarán, sólo que no irán a parar en forma parcial o total a manos de policías inescrupulosos. Y si nos acusan de cualquier desafuero porque nuestro país cuenta con un gobierno que no sigue los lineamientos imperiales, tenemos como ejemplo magnífico de procedimientos similares a los aquí planteados, a Holanda, donde se hace lo que proponemos aquí y cuyo índice delictivo es uno de los más bajos del mundo.
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