Cuando Ernesto Che Guevara se refirió a la imposibilidad de hacer la revolución con las armas melladas del capitalismo, creo no hizo alusión explícita al caso de los sindicato ni a los gremios por oficios o profesiones, pero es indudable que ambas formas organizativas, como también las cooperativas y tantas otras, son parte de ellas.
Hoy, cuando las grandes transnacionales capitalistas, dueñas del mundo, de la producción global, de su distribución y consumo, arrecian sus agresiones contra los países que, con plena soberanía, han escogido caminos de liberación, de independencia, de antiimperialismo y, como Venezuela, hasta de socialismo, esas armas continúan siendo esgrimidas y no todas están completamente melladas.
En varias oportunidades, sin obsesiones, sin paranoia y sin reduccionismos a una sola y última causa, hemos tenido que insistir en que los orígenes de todos los males sociales más emblemáticos, son responsabilidad directa del capitalismo. Recientes son los artículos en los que hemos intentado contribuir a estimular y problematizar la reflexión sobre fenómenos de gran impacto social como los asesinatos programados y ejecutados por sicarios vinculados al paramilitarismo narcodirigido por Álvaro Uribe Vélez; la guerra explícitamente económica con saboteos en la producción, distribución y venta de productos básicos o convertidos en “necesarios” por los patrones del consumismo; los ataques ambientales, virales y bacteriales organizados y ejecutados desde laboratorios establecidos por la intelligentia estadounidense y del mosad; además de la permanente y transversal acción mediática, del entretenimiento y de la comunicación simple, donde hasta “radio bemba” es cotizada mediante voceros de la pedigüeñería que se movilizan en transporte público, incluyendo vagones de todos el servicio de metro y metrobuses.
Las mencionadas y cuestionadas no son las únicas “armas melladas del capitalismo”. Cada día intentan esgrimir otras, a las que ocultan sus desgastes y limpian para presentarlas con apariencia de nuevas. Hoy nos queremos referir a las del sindicalismo, de las agremiaciones y del cooperativismo, porque todas ellas siguen en manos del gran capital, luego de haber surgido como opciones “anticapitalistas” en la conquista de reivindicaciones laborales, económicas y de seguridad social.
En la actual coyuntura, donde se ejercen presiones mundiales y locales para el derrumbe de los precios petroleros, para el incremento de la inflación, de los costos de los productos básicos y de otros que los forzan hasta esa categoría o, también del valor real de los salarios y todas sus consecuencias,incluyendo la del estimulo, aumento y conducción del descontento para generar focos de conflicto, como los que hoy se intentan estimular en el seno de los organismos públicos.
El Comandante Che, a quien tenemos presente en todo el espíritu de esta reflexión, explicaba a Carlos Quijano (editor del semanario uruguayo Marcha), en el año 1965, acerca de los riesgos de que las revolucionarias y revolucionarios incurran en debilidades que les aparten de la tarea de alcanzar sus fines, de ser libres, independientes y socialistas. “Existe el peligro de las debilidades en que se puede caer. Si un hombre piensa que, para dedicar su vida entera a la revolución, no puede distraer su mente por la preocupación de que a un hijo le falte determinado producto, que los zapatos de los niños estén rotos, que su familia carezca de determinado bien necesario, bajo este razonamiento deja infiltrarse los gérmenes de la futura corrupción”. Se refiere Che a los sacrificios que exige toda revolución verdadera y cómo también en Cuba se ha pasado por ese período en diversas etapas, porque el primordial objetivo es la plenitud del individuo: “la época gloriosa que le toca vivir es de sacrificio; conoce el sacrificio. Los primeros lo conocieron en la Sierra Maestra y dondequiera que se luchó; después lo hemos conocido en toda Cuba. Cuba es la vanguardia de América y debe hacer sacrificios porque ocupa el lugar de avanzada, porque indica a las masas de América Latina el camino de la libertad plena”.
Los sindicatos, que nacen en el capitalismo para saldar reivindicaciones laborales, con un cierto toque de subversión, hoy por hoy son estructuras o “aparatos ideológicos” -para decirlo con Althusser- cuyos intereses no son los de la clase trabajadora, sino los de quienes explotan a ésta. Es en este sentido en el que queremos llamar la atención a las trabajadoras y trabajadores que han creído y creen en esta Revolución Bolivariana, para que no abandonen este campo de luchas ni deleguen en profesionales del sindicalerismo la conducción de las mismas. El protagonismo no se negocia ni los liderazgos se importan. Esto es algo que nos enseñó el Comandante Supremo Hugo Chávez, en la misma dirección del planteamiento hecho por Che.