La encrucijada que atraviesa Venezuela en los actuales momentos en el concierto global, pareciera asomar por parte del Gobierno del Presidente Nicolás Maduro algunas soluciones estratégicas.
Las mismas vislumbran algunas salidas a corto y mediano plazo pero en el horizonte, también se observan tormentas a largo plazo; sobre todo, para los próximos años en el mercado petrolero.
El costo político de asumir una Revolución por la vía socialista para el desarrollo de nuestro país, ha traído grandes ventajas para el pueblo venezolano; en especial, para los excluidos y para quienes por muchos años habían sido víctimas de un sistema capitalista dependiente y satélite del imperio norteamericano.
El Comandante Supremo Hugo Chávez Frías, quien sembró las bases de este proceso nos repetía con frecuencia “quien dijo que era fácil asumir el camino de la libertad” y nos aclaraba “Nos impusieron una doctrina extraña y contraria a nosotros mismos, contraria a nuestras raíces libertadoras, a nuestras raíces antiimperialistas, y eso tenemos que terminar de sacudirlo; así como un exorcismo”.
En la actualidad el reto asumido por el Gobierno Bolivariano se ha encontrado con estrategias internas y externas las cuales tratan de frenar el avance de los cambios estructurales que se han implementado, para cambiar las bases de un sistema económico y las relaciones de producción en Venezuela.
Mientras el Estado busca afianzar su Plan de la Patria, herencia de Chávez; la contraparte o la oposición de nuestro país, ha entrado en un juego de hacer oposición por oposición y se ha degenerado a tal extremo, que rompe los parámetros de los esquemas en los cuales se afianzaba el sistema de la democracia tradicional venezolana.
El desgaste sufrido por los partidos (AD, Copei, MAS, URD, Mep y sus descendientes) que servían de sustento al “establishment”, gracias a sus errores, al deterioro de los valores y a la corrupción, se deterioró por inercia y buscó su cauce.
Este irrumpió a través de una explosión social como “El Caracazo” el cual dio origen a un 4 de febrero de 1992 con la aparición de un líder; el comandante Hugo Rafael Chávez Frías, quien escribió una historia ya muy conocida por todos los venezolanos.
Desde entonces, el tiempo ha transcurrido a ritmo acelerado y luego de la desaparición física de Chávez, el nuevo liderazgo encarnado por Nicolás Maduro, sigue la dura batalla la cual se expresa de mil maneras, en el escenario político de nuestro país.
Mientras el imperio del Norte con su OTAN se apoderan de las reservas petroleras del mundo a través de guerras, invasiones, estados islámicos y ejércitos mercenarios en el oriente medio, para inundar el mercado petrolero y bajar los precios del crudo; igualmente, se busca destruir la OPEP.
En Venezuela - por su parte - la oposición títere y mercenaria viaja por EEUU y Europa mendigando y armando su estrategia para continuar en su afán de derrotar el Gobierno Revolucionario y retomar el poder en Venezuela.
Los intentos por detener el avance y frenar el fortalecimiento de la Revolución Bolivariana no han cesado. El imperio continua su tarea de crear su propia plataforma y utiliza para ello las miles de fórmulas ensayadas en otros países del mundo, para adueñarse de nuestras reservas de hidrocarburos, probadas y certificadas que son las más grandes del planeta.
En este juego macabro pretenden entretener a nuestro Gobierno y a nuestra FANB en una guerra de desgaste; mientras a nivel del mercado global , el imperio con sus trasnacionales ensaya sus nuevas fórmulas de “petróleo de enquisto”, para inundar el mercado sin importar los daños que se cause a la naturaleza y a la humanidad.
En este sentido es bueno apuntar, lo que sostiene Michael T Kare para la página Rebelión.com:
“El petróleo de enquisto, por ejemplo, es petróleo atrapado en la roca. Solo puede liberarse mediante la aplicación de fuerzas concentradas en un proceso conocido como fractura hidráulica que requiere millones de litros de agua con productos químicos por “fractura”, más la subsiguiente eliminación de vastas cantidades de aguas residuales tóxicas una vez que se la completa la fractura.
El petróleo de esquisto, o kerógeno, es una forma primitiva de petróleo que debe fundirse para que sea útil, un proceso que consume de por sí vastas cantidades de energía. Las arenas bituminosas (o “arenas petrolíferas” como prefiere llamarlas la industria) deben extraerse utilizando tecnología de minería de cielo abierto o bombearlas después de fundirlas in situ mediante jets subterráneos de vapor, para tratarlas después con diversos productos químicos. Solo entonces puede transportarse el material a las refinerías a través, por ejemplo, del controvertido oleoducto Keystone XL. De la misma manera, la perforación en aguas profundas y en el Ártico requiere el despliegue de plataformas especializadas multimillonarias en dólares junto con sistemas de respaldo enormemente costosos en las condiciones más peligrosas... “
Mientras continúan estos ensayos; que ya son hechos y se hacen sentir en el mercado internacional, se pone a prueba la OPEP y se amenaza la estabilidad del mundo y desde luego, la Revolución Bolivariana (por la baja de los precios del barril de petróleo) junto al avance de otras experiencias revolucionarias en América Latina; por lo que la estrategia imperialista, sigue su curso indetenible.
Los títeres y monigotes de la oposición venezolana (PJ, ABP, VP y sus afines) siguen cumpliendo su papel. Son mercenarios que han vendido su alma al diablo y aspiran salir de las cenizas, a costa de la destrucción de la Patria (concepto que para ellos no existe) .
Actualmente se pasean por el mundo para recibir su pago y regresar a Venezuela a continuar con su faena, de impulsar la guerra económica y el desabastecimiento para generar descontento y así capitalizarlo en las próximas elecciones, como trofeo del entreguismo para llegar al poder.
El pueblo venezolano debe estar claro de la clase de dirigentes que representa la oposición en nuestro país. Para ellos, es una fiesta que los precios del petróleo bajen y desaparezca así la acción social reivindicativa, la cual ha instrumentado la Revolución Bolivariana a través de las misiones y las demás conquistas sociales para los excluidos que impulsó el Comandante Chávez.
Mientras tanto, el imperialismo norteamericano ensaya su propia destrucción. Enfila sus baterías contra sus afluentes de agua y la naturaleza, destruyendo el subsuelo para alimentar su sed de consumo petrolero; incrementa sus gastos en guerras y acelera la máquina del dólar para subsidiar su ficticia economía.
El curso de los acontecimientos continúa su ritmo en el escenario mundial. En la Patria de Bolívar nos debatimos entre el contrabando, la baja de los precios del barril de petróleo, la llegada de los paramilitares, el acaparamiento de los productos de la cesta alimenticia, el descarado almacenamiento de productos farmacéuticos y el nuevo liderazgo de “Chuo”, quien es el defensor de los pobres que ahora descubre la oposición venezolana.
En Venezuela el camino es el fortalecimiento de la organización social. Se pone a prueba nuevamente el proceso de la Revolución Bolivariana inspirado en la sentencia de “Unidad, lucha, batalla y victoria”, la cual es de todos los días para afinar la estrategia de las luchas que se avecinan; porque como señaló nuestro “Comandante Supremo”: “quien dijo que el camino del Socialismo y el de la Revolución era un camino de rosas”.
¡Amanecerá y veremos!