El proceso bolivariano y sus enemigos

El fallecimiento del presidente Chávez abrió, sin lugar a dudas, un período de incertidumbre y crisis política de gobernabilidad en la revolución bolivariana, tal como lo previmos en un artículo de finales de febrero de 2013 (http://www.aporrea.org/actualidad/a160175.html ).

Desde el mismo momento de conocerse la enfermedad de Chávez en 2011, el imperialismo yanqui y sus aliados internos comenzaron a planificar distintos escenarios que les permitieran recuperar el poder político en Venezuela. Afortunadamente para la revolución, sus estrategias no avanzaron tan rápido como el proceso politico mismo, y para las elecciones presidenciales de abril de 2013, ganadas por Nicolás Maduro por un ajustado margen de 1,49 % de ventaja, la derecha proimperialista no tenía listo el plan de guarimba que sólo lograron montar para ser aplicado luego de las elecciones municipales del 8 de diciembre del mismo año.

Nuevamente la contundente victoria revolucionaria en las municipales le quitó cualquier justificación a la guarimba que las fuerzas oscuras del imperialismo tenían preparada para desestabilizar el país. No obstante, un sector de la derecha venezolana, presionado probablemente por sus amos imperiales de los cuerpos de inteligencia gringos, se decide a promover por cuenta propia el plan conspirativo que habían montado, y es entonces cuando Maria Corina Machado, Leopoldo López y Ledezma se lanzan con su propuesta de “La Salida”, desarrollada como estrategia insurreccional que suponemos intentaba vincularse a una conspiración militar que no les llegó a cuajar.

La Guarimba no logró desarrollarse plenamente como plan insurreccional, a pesar de que contó con una significativa preparación previa de numerosos jóvenes y mercenarios que fueron entrenados en combate callejero y estrategia de barricadas, amén de un importante apoyo financiero y logístico proveniente del exterior y de numerosos empresarios criollos que se mantuvieron en el anonimato.

Aunque La Guarimba fue promovida oficialmente sólo por el partido Voluntad Popular, hasta donde sabemos, en la práctica la misma fue acompañada silenciosamente por el resto de partidos de la MUD. La militancia de base de Primero Justicia, Nuevo Tiempo, AD y Copei se involucró en las movilizaciones y barricadas tanto como la de Voluntad Popular.

Esta estrategia opositora no logró extenderse más allá de las urbanizaciones de clase media de las principales ciudades del país. Sectores organizados de trabajadores y campesinos no sólo no se involucraron, sino que ni siquiera demostraron simpatías por esa lucha. Los barrios populares en los cuales reside la mayoría poblacional, no llegó a participar en La Guarimba. De allí las razones principales de su derrota. El pueblo no los acompañó, aunque pudieran existir algunas razones objetivas que pudieran justificar la protesta (inseguridad, escasez, inflación).

La Guarimba no presentó un pliego de exigencias, más allá de pedir desordenadamente la salida del presidente Maduro. El escaso respaldo popular la llevó a su progresivo agotamiento y derrota.

Los 41 muertos de La Guarimba fueron en su mayoría funcionarios militares y policiales asesinados por francotiradores (8), murieron al chocar con las barricadas (7), civiles asesinados al despejar barricadas (4), murieron al pasar cerca de las protestas (5), murieron en accidentes provocados por su propia acción guarimbera (3), murieron al enfrentar las protestas como militantes bolivarianos (3) y sólo menos de una cuarta parte fallecieron como activistas opositores que participaban en las guarimbas (10). En otras palabras, no es que la “brutal represión del gobierno” causó más de 40 fallecidos durante las guarimbas. Los muertos fueron resultado de la guarimba misma, la mayoría absoluta de ellos fueron asesinados por los propios manifestantes opositores, más exactamente por los francotiradores que entrenados y armados por el imperio se infiltraron en las protestas.

La Guarimba fue derrotada, no si antes hacer pasar un buen susto a los gobernantes bolivarianos. Su prolongada violencia agotó la capacidad de resistencia de las clases medias opositoras, y hoy en noviembre de 2014 no han logrado revivirla pese a los esfuerzos que ejecutan por volverla a generalizar por el país desde comienzos de septiembre.

De La Guarimba la derecha venezolana salió derrotada, dividida, dispersa y confundida. Derrotada porque no logró sacar del poder a Nicolás Maduro, el cual realmente no estuvo amenazado en ningún momento durante la misma. Dividida, porque se produjo una brecha enorme entre los partidos que la promovieron y los que se mantuvieron al margen de la guarimba. Dispersa, porque generó una crisis al interior de la MUD, crisis de la que aún no se recuperan. Y confundida, porque la derecha no tiene claras las estrategias a seguir para enfrentar a la revolución (están en el tapete propuestas como la constituyente, la participación electoral, el referendum revocatorio, y la misma salida conspirativa violenta).

Como esta situación de derrota y división de la derecha puede ser transitoria, es que tratamos de entender algunas ideas que han surgido desde las filas gubernamentales de adelantar las elecciones de Asamblea Nacional, pensando que esta debilidad opositora hay que aprovecharla antes de que puedan reunificarse de nuevo más adelante.

La derrota de la derecha no significa que el triunfo del gobierno bolivariano se haya producido de una manera plena. En cierta forma, el gobierno de Maduro también salió derrotado al demostrar su debilidad durante las prolongadas semanas y meses en los que se mantuvieron las barricadas opositoras en las principales ciudades del país (aunque como ya dijimos, se hayan restringido a los sectores de clases medias). Cuando el gobierno convocó a las mesas de diálogo a partir del 26 de febrero, su presencia inicial demostraba su total desconcierto, su arrinconamiento discursivo y programático. Por unos días y semanas, la derecha representada en Lorenzo Mendoza y Fedecámaras mantuvo la voz cantante exigiendo un cambio total de rumbo en la política económica.

Sólo cuando desde páginas como aporrea se comenzó a exigir al gobierno que mantuviera una postura firme en defensa de las conquistas fundamentales logradas en el período de gobierno de Chávez, es que se produjo un vuelco y rectificación progresiva en la línea de conducta gubernamental, a la cual todavía asistimos y que pensamos aún tiene un amplio campo programático de despliegue.

La receta de ajuste neoliberal pregonada durante meses de manera pública por Rafael Ramírez, Nelson Merentes y algunos diputados chavistas de relevancia, fue finalmente dejada de lado y el presidente Maduro expresó progresivamente su apego al Plan de la Patria y a la meta socialista formulada por el comandante Chávez. No obstante que facetas de dicho plan de ajuste se hayan ido ejecutando a cuenta gotas y de manera solapada.

Incluso el acercamiento inicial intentado con el gobierno de los Estados Unidos (todos recordamos a Jaua muy sonriente entrevistándose con el jefe imperial Kerry) se congeló en los meses subsiguientes y aún permanece en una especie de limbo que el tiempo nos dirá realmente hacia que lado de la barricada se desplaza, hacia la profundización de la revolución y la consecuente ruptura con el imperio y sus aliados, o hacia la conciliación reformista que busca entenderse con el enemigo imperial y fomentar aquí una especie de socialdemocracia chavista.

En este punto de las relaciones con el gobierno de los Estados Unidos, consideramos que hay que relacionarlo con el suceso conocido como la Masacre de Quinta Crespo. Estamos lejos de pensar que esa masacre haya sido el resultado casual de un exceso policial. Sobre todo porque sabemos que los cuerpos de inteligencia habían en semanas anteriores ejecutado operativos de desarme contra colectivos revolucionarios en otros sitios de Caracas (colectivos  integrados no por ex-policías y guardaespaldas, sino por combatientes de la lucha revolucionaria de los 80 y 90).

Observamos una coincidencia extraña entre la línea trazada públicamente por Kerry durante las guarimbas: “el gobierno de Maduro debe desarmar a los colectivos, causantes de las muertes de manifestantes opositores” (http://albaciudad.org/wp/index.php/2014/02/maduro-responde-a-kerry-que-sepa-el-imperio-brutal-e-insolente-que-los-seguiremos-derrotando-con-la-fuerza-de-nuestro-pueblo/ ), con la conducta que venía desarrollando Rodríguez Torres y organismos como el CICPC y el SEBIN. Pudiera esto deberse a dos posibles causas: un intento de acercamiento de sectores militares del chavismo hacia el gobierno gringo, o que la inteligencia gringa (es decir, la CIA) infiltró a sectores militares y policiales de alto rango en el gobierno de Maduro. En ambos casos la situación era muy grave y ameritaba una respuesta urgente de parte del gobierno de Maduro.

Es por ello que coincidimos plenamente con José Vicente Rangel y Roland Denis, cuando aplauden a Nicolás Maduro por haber destituido a Rodríguez Torres y a toda la directiva del CICPC, y proceder a reorganizar nacionalmente a todos los cuerpos policiales. Esperamos que el camarada Freddy Bernal pueda cumplir el papel exigente de sacar definitivamente de nuestras policías los vicios que se arrastran desde la IV, muy bien caracterizados por JVR en sus últimos programas y artículos, y de erradicar al mismo tiempo la infiltración de cuerpos de inteligencia extranjeros en sus propias filas.

El otro escenario de combate imperialista contra la revolución bolivariana es lo que el mismo gobierno ha denominado “guerra económica”. Al respecto desde Marea Socialista se han publicado varios resultados de investigación y se han propuesto una serie de medidas que tienden a combatir las causas originarias de la grave crisis económica que viene afectando a la masa trabajadora venezolana.

Desde el Zulia hemos aportado las siguientes medidas como propuestas de acción para el gobierno de Maduro ante la guerra económica:

1) Para derrotar la corrupción y la acumulación mafiosa de capital, proponemos una Auditoria Pública e Independiente, con participación ciudadana,  de la deuda que se supone tiene el gobierno con empresarios criollos y extranjeros, convocando a expertos nacionales e internacionales, para demostrar que esa supuesta deuda no existe, y no debe ser pagada.

2) Planificar las Importaciones de acuerdo a las prioridades del pueblo trabajador y la soberanía económica del país. Monopolio Público del Comercio Exterior. Concentración de todo el crédito nacional para solventar la crisis.

3) Por una reforma  tributaria, por altos impuestos a los ricos, y banqueros. Reformar la Ley de Impuesto sobre la Renta elevando su tasa tope de 34% de tributación, y habilitar mecanismos para que, se aplique en forma real y efectiva a todas las actividades productoras de ganancia. Pechar con altas tasas tributarias  las empresas  productoras de tabaco, alcohol, y el juego en todas sus formas. Crear impuestos patrimoniales para las altas concentraciones de propiedad. Imponer tributos proporcionales a su monto a las transacciones financieras. Elevar  tasas de tributación al capital financiero y bancario.

4) Llevar el salario mínimo y las pensiones al valor de la cesta de alimentos (el reciente aumento de 15% no se acerca siquiera al precio actual de la canasta básica, calculada por algunos en 25.000 Bs para septiembre 2014). Para que los salarios no se queden estancados ante el costo de la vida, indexación salarial cada tres meses de acuerdo al aumento de la inflación. Defensa de la Ley Orgánica del Trabajo como conquista fundamental de la clase trabajadora, particularmente en lo referente a la estabilidad laboral, reducción de jornada, retroactividad de prestaciones sociales, eliminación de la tercerización. Reimpulso de las Misiones esenciales, concentrando todos los recursos, en Alimentación, Salud, Educación, Vivienda y otras fundamentales.

5) Una revolución productiva que relance la industria y la agricultura nacionales a partir de una autocrítica profunda sobre los planes y políticas aplicadas por la revolución e implementando una política industrial enfocada en impulsar el proceso de acumulación hacia el desarrollo endógeno sustentable, rompiendo con el modelo desarrollista depredador. Por la defensa de las empresas estratégicas en manos del estado con nuevas inversiones, con control social de los trabajadores.

6) Cese a la impunidad y aplicación de la justicia hacia todas las formas de corrupción. Embargar  bienes y  prohibir trabajar en el sector público o contratar con el Estado a empresas o personas naturales incursas en el fraude cambiario. Expropiación de bienes y penas de cárcel a todos aquellos funcionarios y particulares involucrados en fraudes cambiarios y acciones de contrabando. Legislar rigurosas sanciones para malversadores, desfalcadores, contrabandistas, corruptos, evasores tributarios y enriquecidos ilícitamente, y aplicarlas en forma ejemplar.

7) Sólo en este marco, puede pensarse en un ajuste del precio de la gasolina para uso familiar. Teniendo en cuenta que se deben buscar mecanismos para que no afecte los precios del resto de la economía. Y que la eliminación del actual subsidio debe ser parte de un plan gradual de al menos 5 años de duración. Igualmente, solo en el marco anterior se debe plantear una reforma cambiaria orientada a estabilizar el tipo de cambio, manteniendo un control en la asignación de las divisas según las prioridades del Plan de la Patria.

La situación económica se está convirtiendo en la mayor amenaza actual hacia el proceso bolivariano. La pérdida de apoyo en el seno del pueblo puede originar en el futuro cercano la derrota electoral de la revolución y la recuperación del poder por las fuerzas de la derecha proimperial. Pensamos que las medidas tomadas hasta ahora por el presidente Maduro no terminan de abordar correctamente la crisis económica, y por tanto aún no está garantizado que la misma sea superada a favor de las fuerzas revolucionarias, a favor de la profundización del proceso. Un nuevo y más intenso sacudón sigue siendo necesario dentro del gobierno de Nicolás Maduro.

En este punto, es de esperarse que las contradicciones internas dentro de la cúpula gubernamental seguirán agudizándose, pues las mismas no sólo son producto de la ausencia del liderazgo del presidente Chávez, sino de la presencia cada vez más fuerte de voces y actores que dentro del proceso mismo pugnan por detener el avance de la revolución y transitar un camino de pactos sucesivos con el imperialismo y sus aliados.

Aquí no es una cuestión de que se nos descalifique por nuestro supuesto “radicalismo suicida” que obvia e ignora la fortaleza del imperio yanqui y las debilidades mismas de nuestra revolución. Simplemente nos atenemos a la verdad histórica transitada desde 1830. Todas las elites revolucionarias que en Venezuela han capitulado ante el capital extranjero se han fundamentado en ese “realismo” y “pragmatismo” que justifica los acuerdos con el imperio de turno (Inglaterra primero y los Estados Unidos después), y que termina desviando completamente el rumbo de las transformaciones revolucionarias originalmente planteadas.

Así se justificaron Jose Antonio Páez, Antonio Guzmán Blanco, Juan Vicente Gómez y Rómulo Betancourt, cada uno en su momento histórico respectivo Ya sabemos en donde terminaron cada uno de ellos, en donde terminaron las revoluciones que originalmente encabezaron, en qué cosa se transformaron sus gobiernos al actuar como “realistas” y “pragmáticos”. Cómo pasaron de líderes revolucionarios a sanguinarios gobernantes dispuestos a masacrar al pueblo para garantizarle los negocios a la gran burguesía criolla y extranjera.

La masacre de Quinta Crespo es un atisbo de alerta de lo que pudiera terminar prevaleciendo en el proceso bolivariano si no se toman rectificaciones a tiempo. Aunque nuestro principal enemigo sea sin lugar a dudas el imperialismo norteamericano y sus aliados que dominan el capitalismo global, también es cierto que dentro de nuestras propias filas bolivarianas se pueden gestar las fuerzas conservadoras que tuerzan el rumbo del proceso, tal como ha ocurrido ya cuatro veces en nuestra historia desde la independencia.

 ! GOLPE DE TIMÓN, YA ¡

! PATRIA O MUERTE, VENCEREMOS ¡



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Roberto López Sánchez

Roberto López Sánchez (Caracas, 1958). Profesor Titular de la Universidad del Zulia (LUZ) con ingreso en 1994. Licenciado en Educación (LUZ, 1994). Magister en Historia (LUZ, 2005) y Doctor en Ciencias Políticas (LUZ, 2013). Actualmente dicta 6 materias en la Licenciatura de Antropología en LUZ: Historia de América; Historia de Venezuela; Intercambios Económicos; Poder y Movimientos Sociales; Culturas Afroamericanas; y Modo de Vida e Identidad Nacional. Ha dictado seminarios a nivel doctoral y nivel maestría en universidades venezolanas; y seminarios de Historia de Venezuela en universidades de Chile y España. Actualmente coordina la Unidad Académica de Antropología. Ha dirigido proyectos de investigación a través del CONDES-LUZ, y CLACSO. Línea de investigación: estudio de los movimientos sociales. Ha publicado más de 50 trabajos científicos. @cruzcarrillo09

 @cruzcarrillo09

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