Por Toby Valderrama y Antonio Aponte
Jaua, uno de los hombres más importantes de la Revolución, atraviesa una turbulencia. La derecha oligarca enfila sus mejores infamias contra él y de este lado no salta la esperada solidaridad, se lo deja sólo en su infortunio. Veamos.
Un error de su personal de confianza, una muestra de hidalguía responsabilizándose del error de la muchacha, una ingenuidad en pensar que mercosur es aliado, que nos quiere, que allí no hay encono contra los herederos del líder que puso al Socialismo de nuevo en la palestra mundial lo han colocado en situación difícil. El resto lo hace la insidia de la derecha, quieren hacer leña del árbol que suponen caído, sin dolientes. Se equivocan.
La Revolución no abandona a sus hijos, no debe hacerlo: tiene como meta el establecimiento de una nueva relación entre los humanos basada en la fraternidad, la armonía, un Reino del amor nunca visto, sentido por la humanidad, donde todos vivamos como hermanos. Los Revolucionarios deben, desde el momento mismo de la lucha por el poder, ser ejemplo, prefiguración de esta nueva sociedad. Es allí que se fragua la nueva relación humana, en las vicisitudes de la lucha, en el fragor del combate contra el enemigo y contra el huevo de la serpiente que los revolucionarios heredamos del pasado, el demonio egoísta en que fuimos educados, la costumbre de las soluciones individuales. En la Revolución debe ser diferente, es diferente, la suerte de uno es la suerte de todos, por eso nos duele la situación de Jaua, nos solidarizamos militantemente con él.
La oligarquía sabe sacar provecho de nuestras debilidades: un error es magnificado con ayuda de la oligarquía brasilera, puntal del capitalismo en el continente, y nosotros no salimos en defensa de Jaua, al contrario, nos retraemos asustados frente al linchamiento oligarca.
La oligarquía acusa a Jaua por usar los aviones de PDVSA, pero son ellos los que han creado tal nivel de odio entre la clase media que un chavista conocido no puede abordar un avión comercial sin que sea objeto de agresiones violentas por parte de la clase media, recordemos el caso de Iris Varela, para nombrar sólo uno. Al contrario, Jaua merece reconocimiento, igual que todos los Ministros, no es fácil su trabajo, es suficiente ver una foto de uno de ellos antes y después de asumir responsabilidades en el gobierno para notar el desgaste físico y emocional que significa el ejercicio de esas funciones. Está bien, es correcto que el Estado le preste ayuda, facilidades, a quien le sirve, a sus funcionarios, que el pueblo en el que se consumen le facilite su tarea, su vida, negar eso es una mezquindad.
Al contrario de lo que dice la oligarquía, ser Ministro revolucionario no es fuente de privilegio, es poner la vida en riesgo cada minuto, andar preso de la seguridad, recordemos a Danilo. A ellos les gustaría que los Ministros dieran chance para repetir sus fechorías, que no usaran seguridad para que se repita lo de Serra, lo de Otaiza.
Nosotros, no obstante las profundas diferencias que tenemos con Jaua, manifestamos nuestra solidaridad con él, y le decimos a la burguesía, al periódico de bobolongo, que no se equivoquen: Jaua no está en Miami protegido por los gringos, está aquí dando su vida por la Revolución, por Chávez; y aquí ¡Jaua no está sólo!
“Y para el cruel que me arranca el corazón con que vivo, cardo ni ortiga cultivo; cultivo la rosa blanca". (Martí)