Quinto malo

¡Qué nada ni nadie nos ablande la palabra!

Entre las acciones de la guerra mediática, una de las fundamentales es la del ablandamiento de la palabra. Una palabra debilitada, distorsionada, neoacepcionada es una palabra derrotada y derrotado quien así la usa.

Acaba de finalizar una confrontación pública que nació de la equívoca invitación al Festival Suena Caracas, de una agrupación francamente inconveniente, por la identificación de sus integrantes con consignas neofascitas, apátridas y pretendidamente desestabilizadoras.

Felizmente, la salida del dúo ruidoso, del programa de presentaciones que se tenía previsto, aminoró inmediatamente el caudal de descontentos que, sobre todo a través de las redes sociales, iba en ebullición. En mis pocos comentarios relativos al tema, nunca me detuve en los detalles que considero consecuencias y no causas del fenómeno de la alienación y reproducción de la ideología de la clase dominante, en esta sociedad capitalista que todavía padecemos en el mundo y también en Venezuela, pese a los esfuerzos sostenidos de trabajar para la construcción de una sociedad de nuevo tipo, del socialismo.

Es por ello, que algunas de las personas que han tenido a bien leerme en esos comentarios, podrán recordar cómo me preocupa más el que nuestros artistas partícipes de la misma farándula en la que están los abiertamente cuestionados, también sigan inalterados en la tarea de reproducir la ideología dominante en formas y signos que no nos pertenecen, que nos son ajenos.

Entre mis comentarios siempre insistí en diferenciar la obligación de nuestro Gobierno Revolucionario, inspirado en la sabia palabra del Comandante Supremo quien nos enseñó el valor de la inclusión en las tareas de Estado y la batalla frontal, sin dar paz ni cuartel, que tiene el Partido (todo partido de o comprometido con la Revolución y sus principios) en la conducción de la lucha de clases. Esto no significa que la palabra “inclusión” se debilita semánticamente en uno u otro campo: en el de gobierno o en el de planificadores de la estrategia y acciones globales de combate de clases.

Algunos compañeros y compañeras, con cierta premura, llegaron a querer convencernos de que incluir era un acto de pendejismo y una debilidad ante el enemigo, cuando en realidad, pendejismo y debilidad ante el enemigo es no reconocer, autocríticamente, que seguimos presas de sus garras cuando tranquila y acríticamente, no somos capaces de observar dónde y cómo estamos reproduciendo las ideas de la clase dominante.

Por eso, para seguir con el ejemplo de la palabra inclusión y su acción al utilizarla como verbo, ella, en sí es fuerte por esencia, pero la debilitamos solo cuando el enemigo alcanza su objetivo de convencernos que puede significar cualquier otra cosa distinta  al trabajo perseverante y molecular de contribuir a construir igualdad entre los seres humanos, que es lo más parecido a contribuir a construir socialismo.

Qué hay contradicciones en ese y en todo proceso, es verdad. Pero, lo que no podemos permitir es que el enemigo nos debilite la palabra (o las palabras) y nos haga salir del rumbo claro que nuestro Comandante Supremo Hugo Chávez le trazó a la Revolución Bolivariana y socialista de este siglo.



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Iván Padilla Bravo

Director del semanario cultural "Todos Adentro", medio adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura. http://www.mincultura.gob.ve/

 ivanpadillabravo@gmail.com      @IvanPadillaB

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