¡Qué tal, camaradas! En pie de lucha, tratando de entender lo disperso de nuestro proceso. Un gran líder que creo, planificó, condujo y arrasaba en las elecciones y ahora un nuevo liderazgo que va surgiendo con un presidente, Maduro, del que estoy seguro que, al final, habrá superado al maestro en cuanto a la ejecución de sus planes (de Chávez), aglutinando y ordenando todo lo que estaba desordenado por demás.
Hay camaradas que cumplen con sus trabajos y medio lo siguen, otros que hacen poco. En muchos casos, unos infiltrados, y una gran cantidad de compatriotas emocionada que hace o quiere hacer todo lo que el Presidente les legó y siguen con confianza a su hijo predilecto.
En casi todos mis artículos vengo tocando lo relativo al trabajo, lo primero que requiere un país para crecer. Más con un territorio extenso que contiene todo lo que demandamos para el desarrollo.
Pero la mano de obra debe estar capacitada. Tenemos un gran déficit allí. Cada vez que buscamos trabajadores, especialmente jóvenes, la mayoría son improvisados. Han aprendido por observación, por meter la mano, como decimos.
Vaya usted a un taller mecánico, o adonde reparen equipos y artefactos del hogar, por ejemplos y, con sus excepciones, pocos de los mecánicos poseen una formación teórico-práctica acorde con la responsabilidad que implica reparar con calidad.
Ocurre con los equipos de aire acondicionado, o lavadoras y secadoras. Vive uno zanqueando quién puede repararlo, y bien.
Es más, se nos hace un vía crucis el esperar por una reparación y que después de pagar queda con fallas. Díganme cuando escuchamos la fatídica frase: “está listo, lléveselo y cualquier cosa me lo trae…”
Los que estamos en el campo de la ingeniería de la construcción siempre tratamos de conseguir al “fulano” que nos hizo un buen trabajo en tal o cual cosa.
Y aquí viene una situación preocupante.
Pero antes quiero comentarles, a ver si coinciden conmigo, y que no es nada nuevo, es más se lo achacan a Marx, no debemos aceptar la sustitución de la máquina (el equipo) por el hombre.
Los grandes avances en la industrialización y en el capitalismo que siempre persigue mayores ganancias, han producido la reducción en la utilización de la mano de obra, inclusive especializada.
Lamentable la escena de una fábrica en Japón donde la pantalla del televisor aparece en oscuro, entra un individuo y desde un tablero eléctrico enciende las luces y se ve todo el galpón lleno de equipos, de pronto toca un botón y se comienzan a mover brazos mecánicos, las correas trasportadoras dan marcha y, así, de la manera más automática comienza un proceso de producción en serie, hasta que transcurre toda la jornada y el mismo individuo pulsa el botón y se detiene todo. Y, secamente, apaga las luces y se marcha. ¿Triste, no?
Claro, la automatización la puede hacer Japón. La pueden hacer países que han avanzado y crecido progresivamente.
Todavía a mi manera de entender la máquina no debe sustituir al trabajador, pero sí reducirle o complementar sus tareas, generalmente dura. Como el ejemplo de las caucheras. Antes había que sacar el caucho del “rim” a pico, ahora una máquina realiza el trabajo, dirigida por el cauchero, que hasta el extractor de tuercas es mecánico.
Tiene que ver con mi plan Agrícola. Mayor utilización de mano de obra para todas las actividades. Menos, por supuesto, para los trabajos de arado por ser muy fuerte y ya producimos tractores. O sea, combinar trabajos para una gran productividad, inclusive para la exportación, y trabajos para consumos locales.
Como las siembras de papas en los Andes, o de fresas, que son sólo manuales. Como se haría si incrementáramos la productividad con sistemas hidropónicos, y contaríamos con productos todo el año ya que no dependerían de sus ciclos naturales.
Los venezolanos estuvimos estancados en casi todo. Los gobiernos no se preocuparon a fondo en la formación de los cuadros medios e inferiores para las distintas actividades productivas. Quedamos a la deriva.
Se conformaron con aceptar mano de obra externa y mucha. Justificando nuestras incapacidades se le abrieron las fronteras a millones de colombianos formados en ausencia de la perversa monoeconomía petrolera.
Nuestro desempleo ha sido en gran parte por sustitución de mano de obra venezolana por extranjera, ya que no formamos mano de obra criolla y en su tierra tuvieron que sobrevivir haciéndose buenos artesanos. Hablemos de latoneros, ebanistas, etc. Los mejores. Y mano de obra barata, porque hasta los chantajeaban, o chantajean, por indocumentados.
Y no tengo nada de xenófobo, sólo trato de explicar a mi manera de ver. Esos millones de colombianos -también de otros países, pero en menor cuantía- ocupan puestos que pudiesen ser ocupados por venezolanos.
Luego vino la ola de los chilenos. A muchos hemos visto hasta de vendedores, como a cantidades de peruanos, etc. y que son oficios sencillos que no deben ser ocupados por extranjeros pero las empresas los prefieren porque están mejor preparados que los venezolanos. ¡Exigimos formación masiva!
Ocurrió con las operaciones de equipos sofisticados en empresas industriales. Más de un técnico era polaco, checo. Unos excelentes técnicos, pero no se exigió transferencia de tecnología. Ni siquiera en los convenios de compra.
Ni pensar en las trasnacionales. Menos en las estadounidenses. ¿Recuerda usted, para los más viejos, cuántos “norteamericanos” impartieron clases, cuántos hicieron transferencia de conocimientos?
¿Cuál gobierno gringo aportó conocimientos en transferencia? ¿Dónde están las Misiones dejadas por ellos?
Lo que nos hicieron fue pura y simple explotación. Materia prima baratísima y manteniéndonos en la miseria se hicieron grandes en su economía.
Ah, salvo uno que otro “americano” a quien le gustó más el ron que el bourbon y más la piel morena que la desteñida y se anclaron acá. Pocos.
Por eso nuestro eterno agradecimiento a Cuba, a sabiendas de que van con nuestra reciprocidad sólo en lo que podemos: el manejo petrolero.
Sí, porque Cuba supo superarse formando su recursos humanos, con las uñas. Con un bloqueo económico devastador.
La explotación ha seguido (de extranjeros casi criollos), entre varias, en casos como las panaderías, puro salario mínimo sin descanso y sin futuro y no poder comer ni una galletita (pastica), negociando muy productivamente la harina en todas sus formas y pidiendo aumento por el pan popular que no producen.
Conozco trabajadoras que han envejecido en las panaderías, más de 20 años, y con salario mínimo. Y seguros que sin jubilación, salvo que lleguen a obtener la de Chávez por el SSO.
Bien. Los avances tecnológicos han acabado con una opción calificada de trabajo: los dibujantes. Un proyecto de arquitectura contaba con dibujantes de arquitectura. La parte de ingeniería requería del dibujante estructural, y los de instalaciones sanitarias, de instalaciones eléctricas, etc.
Conocí dibujantes en ministerios y empresas privadas que levantaron sus familias a puros planos.
Ahora los diseños y los dibujos los hacen en AutoCAD los mismos arquitectos y los ingenieros, a quienes indirectamente explotan ya que les exigen los trazos del diseño o los cálculos, sin tener que pagar dibujantes. A veces recurren a dibujantes en esa especialidad en trabajos de presentación en 3D.
Bueno, estimo que debe normarse la contratación de esas actividades ya que daría trabajo a muchos “autocadistas” no profesionales de la arquitectura y la ingeniería.
Ocurre con los topógrafos. Para conseguir buenos hay que recurrir a los que tienen sobrada experiencia. Ah, y costosos equipos. Y vehículos. Evaluemos este espectro de la Ingeniería. ¿Cuántos hay, cuántos equipos, etc.? ¿Cuántos hay que formar? ¿Y quién les financia los equipos?
Es el caso que las computadoras y sus programas ha ido acabando hasta con las secretarias. Sólo quedan las ejecutivas para los jefes.
Antes cada sección de una oficina contaba con una secretaria. Cada departamento, igual. Hoy las comunicaciones, los memorandos, etc. debe hacerlo cada ingeniero, cada arquitecto.
De casualidad quedan las recepcionistas.
La mano de obra para construcción había bajado, hoy es de vanguardia y es obligatorio contratar a personas de cada comunidad donde se construye. Bien válido. Pero más de las veces ocurre que la comunidad propone a personas que desconocen los oficios. Algunos desocupados y otros, malandros inclusive, que se auto incluyen por presiones hasta criminales.
Este fenómeno es el que está causando más problemas en todo el territorio. Muchos opinan que prefieren a los sindicatos de antes a esta presión a punta de pistolas y amenazas de todo tipo en las construcciones en las grandes barriadas ya con dueños de parcelas de poder… intocables.
Aparecen muertos, heridos, etc. y los contratistas bajándose de la mula para poder responder a los compromisos de construcción.
¡Esta situación requiere ser sincerada y resuelta de inmediato, antes que termine como una costumbre, que es lo que está pasando!
Por otra parte, a los jóvenes que quieren iniciarse en la construcción, ya sea que son llevados como ayudantes por los padres y familiares que desean que no sigan vagando o con malas juntas, formémoslos.
Desconocen la actividad desde lo conceptual hasta las propias tareas y si no pasan a ser un lastre.
Una vez que formemos ejércitos de trabajadores por oficios, los clasificamos y censamos para saber con cuál capital de trabajo contamos para cada obra, en cada comunidad. ¡Que debió ser una parte fundamental del Censo!
Por cierto, hay que acabar con el triste espectáculo de colas de trabajadores a las puertas de las cercas al inicio de los trabajos privados buscando cupos. Esperando encontrar a alguien conocido o jalándoles a los porteros.
Necesario normar los listados en función de las necesidades para cada obra. Papeles de clasificación y entrevistas. Ah, convenciones de trabajo bien claras.
Recordar que el más importante capital es el capital de trabajo.
Miren, compatriotas, por ejemplo los planes de construcción de edificaciones en general, de viviendas, son las que generan mayor mano de obra.
Para las obras de movimiento de tierras, de vialidad, básicamente solo van los operadores de máquinas. Uno que otro obrero de conformación. Cambia la contratación cuando se construyen distribuidores de tránsito de concreto armado y hasta metálicos.
Por otra parte como el déficit habitacional es inmenso aplaudimos la Gran Misión Vivienda Venezuela pero debemos tener cuidado con la selección de los métodos constructivos.
Me explico. Aun cuando se requieren en cantidades recurrir todas a las estructuras convencionales tanto como a las construcciones masivas por prefabricación, sistemas tipo túnel, o estructuras metálicas que requieren poca mano de obra.
Si son estructuras metálicas con un par de buenos soldadores y sus ayudantes paramos varias estructuras al día. ¡Vale! Pero debemos construir varias edificaciones con estructuras de concreto armado, con cabilleros, carpinteros, vaciados con trompos y la albañilería tradicional. Más trabajadores.
Con buenos equipos humanos se obtienen igualmente buenos rendimientos.
No olvidemos incluir la mano de obra técnica: profesionales y técnicos superiores en distintos niveles de experiencia.
En cualquier caso, si bien hay que protegerlos de los abusos patronales, hay que evitar los abusos de los trabajadores flojos o amañados.
De una vez por todas debemos “empoderar al pueblo” que es para mí lo más revolucionario dentro de este capitalismo. Formarlo, cooperativizarlo fortaleciéndolo no jugando a sus fracasos como perversamente o estúpidamente se ha hecho. Apoyar las Contralorías Sociales.
Igualmente, iniciar una “política seria de mantenimiento”. Es lo que mayor mano de obra exige. En cada barrio, en cada comunidad, hay obras que mantener.
Además, lo he planteado muchas veces por años, se debe exigir que para cada Proyecto, del tipo que sea, se incluya el plan o programa de mantenimiento. Diseñarlo.
Obligar que se consideren presupuestariamente.
Hemos propuesto ordenar la mano de obra de las conserjerías, bien seleccionados, deben conformar parte del equipo de seguridad integral de los edificios, de los conjuntos residenciales. Cursos de bomberos, de primeros auxilios. Esto extendido a los Consejos Comunales, a las Comunas
No hay que esperar que llegue un camión de bomberos para resolver un caso, más cuando la emergencia se encuentra en estado incipiente.
También, pensando en los jóvenes, hemos propuesto formar “salvavidas” y que bien pagados cuiden en todos los balnearios de playas de mar y de ríos. Y obligatorio dondequiera que haya piscinas. Trabajo y seguridad.
Hemos propuesto generar mano de obra calificada para atender oficios del hogar. Cursos de calidad con evaluación psicológica para cubrir esa buena ayuda en los hogares medios que lo requieran, la mayoría, garantizando responsabilidad, preparación y respeto mutuo, así como buen salario, etc.
Y supervisado regularmente por el ente formador para monitorear sus funcionamientos. Sin explotación y sin alteraciones, sin robos ni maltratos a niños, etc. Es una mano de obra harto necesaria que no puede quedar en extranjeras(os) o en venezolanas(os) sin comprobada calidad humana.
Cursos superiores formarán las llamadas “amas de llaves” con mayores niveles económicos. De paso, cuando menciono no extranjeras(os) implica que hay muchos(a) de origen colombiano (o de otras nacionalidades) no nacionalizados que prestan servicios hasta en casas de militares de alto rango, y puede haber espionaje, aunque suene a fantasía.
Regularizar las tareas de los “cuidadores de carros” en cada calle, como se ha hecho frecuente, ya que he escuchado de entre los mismos que hay algunos con tendencias a los robos o a facilitarlos.
Por el contrario, censados, con formación básica, hasta con conexión radial o celular con autoridades pudiesen contribuir a la vigilancia permanente. Colaboradores en las calles para emergencias menores.
Eso sí, incorporarlos, como a muchos fuera del sistema, al Seguro Social Obligatorio y otras prerrogativas sociales.
En estos días enviaré un artículo de mano de obra juvenil y para otros, a ver si descentralizamos las ciudades.
¡Patria, trabajo chavista o muerte por la patria! ¡Estamos venciendo con todo y la guerra de cuarta y quinta y sexta generación juntas! Poco a poco, con mil tropiezos, pero ahí vamos.