La eterna tragedia de la oposición

Después de la ultima tragedia que vivió la oposición el 4-D, cuando los partidos Primero Justicia y Un Solo Tiempo se dejaron arrastrar hacia el fracasado golpe abstencionista de Súmate y AD en medio de una inclemente campaña de amenazas y chantajes por parte de la ultraderecha desde Washington y medios privados, se produjo en su seno una enorme fractura que hoy continúa resquebrajando su supuesta "unidad". Actualmente, la oposición se presenta ante sus simpatizantes dividida en tres: la facción democrática de centro-izquierda y Primero Justicia, la derecha puntofijista de Enrique Mendoza y Ramos Allup, y la ultraderecha pitiyanqui de Álvarez Paz, Súmate y medios de comunicación privados. Sin embargo, las enormes coincidencias entre los dos últimos grupos derechistas hacen suponer que ambos persiguen el mismo objetivo golpista-abstencionista.

Ante las elecciones presidenciales del próximo 3-D, la oposición de centro-izquierda y buena parte de Primero Justicia, parece estar dispuesta a transitar el camino democrático y participar en los comicios. En cambio, la derecha puntofijista ha disfrazado su verdadera intención abstencionista en un decálogo de exigencias, mientras que la ultraderecha golpista observa rabiosa, intolerante y dispuesta a atacar cualquier intención de lanzar candidato, hacer campaña o votar en las elecciones.

Desde los primeros días de febrero, la derecha puntofijista venía anunciando la celebración de reuniones entre dirigentes opositores para acordar una estrategia común frente al CNE basada en la cartilla abstencionista de Súmate. Entre tanto, los partidos opositores de centro-izquierda como el MAS, la Causa R y Solidaridad, así como el ala "borgista" de Primero Justicia, se movilizaban sigilosamente para presentar una estrategia alternativa dirigida hacia la escogencia de un candidato único y la elaboración de una plataforma política propia de cara a los comicios de diciembre. Finalmente, el acuerdo "unitario" no se pudo lograr. La derecha puntofijista anunció con carácter de primicia que a finales de febrero daría a conocer a la opinión pública de la mano de Enrique Mendoza y la resucitada Coordinadora Democrática, "las 10 exigencias del pueblo democrático para el derecho al sufragio." No obstante, su verdadera intención abstencionista no pudo ser ocultada siquiera entre sus
propios copartidarios. De acuerdo a la furibunda antichavista, Ibéyise Pacheco (El Nacional, 24 de Febrero de 2006), "en el grupo que tiene de 'bisagra' a Mendoza, parece no estar claro el convencimiento de la salida electoral y se desliza la duda de que este mecanismo de presión espera por la consecuente negativa del Gobierno (así sea en un par de puntos) y sirva de excusa para no ir de ninguna manera a los comicios. De hecho, el documento que Mendoza envió a los medios de comunicación, aparece suscrito por destacados abstencionistas como Oswaldo Álvarez Paz, entre otros."

La obvia posición abstencionista de la derecha puntofijista hizo que la oposición democrática adelantara su estrategia electoral y anunciara en un acto paralelo su disposición a participar en las elecciones presidenciales, ya que según su criterio, "las condiciones para la transparencia electoral no se obtienen: se conquistan… y para conquistar algo no basta con tener la razón, sino que es imperativo tener una fuerza organizada y movilizada." (El Universal, 23 de Febrero de 2006) Esta decisión ha sido atacada por la derecha golpista que considera a Borges y compañía una pandilla de "oportunistas, hipócritas y cobardes" (Álvarez Paz en Analítica, 27-2-06) que le hacen el juego a la "perpetuación de Chávez." (Colomina en El Universal, 27-2-06)

En el medio de todo este zafarrancho politiquero, que a decir del antichavista Timoteo Zambrano (Globovision, 24-2-06), "amenaza con canivalizar a la oposición", se encuentra un electorado opositor que observa impávido y desconcertado como sus pseudo-dirigentes continúan peregrinando su tragedia en la arena política. Desde el norte, el jefe se impacienta, se torna beligerante y ofrece un nuevo flujo de dólares para forzar la "unidad" abstencionista entre chantajes y amenazas.

La clara división de la oposición - en dos y no tres - es producto de las contradicciones que surgen a partir de la concepción que maneja cada facción sobre como abordar la salida del presidente Chávez. Hasta las elecciones del 4-D, la oposición democrática no había podido zafarse definitivamente del golpismo, dejándose imponer la agenda extremista de la ultraderecha. Es de esperar, sin embargo, que esta vez los dirigentes de la centro-izquierda y el ala democrática de Primero Justicia hayan aprendido de sus errores y rompan definitivamente con el ciclo golpista que les ha impedido realizar valiosos aportes al país dentro del marco legal y constitucional de la Republica Bolivariana.

(*) Internacionalista


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Antonio Guillermo García Danglades *


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