Desiderátum Apureño

Los enemigos de las ciudades

Según algunas referencias recogidas en el ensayo "Proceso causante del primer urbanismo", del Antropólogo Estadounidense Charles L. Redman, dedicado durante mucho tiempo al tema de los Estudios Medioambientales en la Universidad Estatal de Arizona, nos dice que: "Hace unos 6.000 años empezaron a formarse en diferentes partes del mundo grandes pueblos y, más tarde, ciudades a partir de lo que habían sido sociedades agrarias." añade además que "Parece ser que la revolución urbana se produjo por primera vez entre los años 5500 y 3500 a.C. en Mesopotamia, amplio territorio que en la actualidad incluye Irak, así como el suroeste de Irán y el oriente de Siria." Este autor, así como un número importante de historiadores han trabajado el tema del origen y evolución de las ciudades, entre lo cual obviamente nos mencionan las causas y consecuencias del establecimiento o sedentarización de los humanos. Sin duda que es un asunto interesante para quienes tenemos pasión por conocer acerca del pasado, entender nuestro presente y contribuir o sugerir para que las nuevas generaciones puedan llegar a vivir en un mejor futuro, no vaya a ser que antes la locura militar- nuclear termine de achicharrar la tierra y solo quede el polvo cósmico del planeta.

Pues bien, la ciudad sin duda alguna, nos ha permitido a lo largo del tiempo desarrollarnos como sociedad, y, a la gran mayoría de la humanidad le gusta la vida urbana; así lo demuestran las estadísticas de población mundial. Sin embargo, las ciudades tienen enemigos y para colmo, éstos son como los helmintos que se introducen en el ser humano: ingresan, se alojan y van desarrollándose mediante un ataque nocivo al organismo vital, es decir, se aprovechan al máximo del anfitrión pero hacen todo lo posible para matarlo. Tal cual son aquellos que se empecinan en ocupar las áreas verdes, aceras, plazas, parques y cualquiera otro de los espacios de uso público para aprovecharlo en beneficio exclusivo o individual, contraviniendo las leyes y demás normas de convivencia ciudadana, pero… si alguna autoridad llegare a intentar resarcir o mejorar el derecho colectivo, como debe ser, los enemigos de las ciudades de inmediato alegan cualquier subterfugio, entre ellos: su derecho al trabajo o a la vivienda.

En muchísimos casos los enemigos de las ciudades son los culpables de la postración urbana, pues con su anarquía impiden que se emprendan acciones para mejorar la condiciones medio ambientales, del habitad y de los servicios públicos en general. En esas circunstancias es muy difícil que los urbanistas puedan desarrollar su talento y los buenos gobernantes su intención de hacer o lograr una buena gestión.

Por otra parte, hoy día cuando la dinámica urbana de la alta densidad poblacional nos agobia y el estrés laboral nos enferma, pues el tiempo pareciera no alcanzar para cubrir las responsabilidades familiares junto con las del oficio profesional, una gran mayoría reclama espacios libres para la recreación y el entretenimiento, pero la gran mayoría de estos lugares son ocupados por los enemigos de las ciudades, quienes siendo una ínfima minoría, se antojan de negarle el derecho a las grandes mayorías, algunas veces con la venia de la alcahuetería y negligencia de gobernantes flojos o incapaces.

En consecuencia de tales realidades que forman parte de la generalidad nacional, y sin duda también en otros países, es importante que en nuestro caso regional y municipales, miremos con una mayor atención, sindéresis y ecuanimidad las pequeñas, medianas o importantes acciones que en el presente se desarrollan, de cara al futuro, para que nuestra capital estadal (San Fernando) y las respectivas municipales, vayan mejorando su estética urbana. Allí se debe entender que la sola acción de los entes gubernamentales no basta para lograr resolver con prontitud, pertinencia y efectividad las enormes deficiencias acumuladas a lo largo de muchos años de desidia oficial y anarquía ciudadana.

Si aspiramos a vivir en mejores condiciones urbanas, es necesario asumir la cuota de corresponsabilidad que a cada mortal terrícola nos concierne. No se trata, en este caso, de argumentar militancia partidista, adherencia religiosa, formación académica, condición económica u origen étnico para justificar lo injustificable. Se trata sí de asumir el reto de ser mejores ciudadanos y diferenciarnos de los enemigos de las ciudades. Con tal actitud a lo mejor no vamos en un año a transformar a San Fernando en la Super Metrópolis del Milenio y las capitales municipales en sus hermanas menores, pero seguramente serán un tanto menos hostiles en sus urbanismos y nosotros acrecentaremos el sentido de pertenencia junto con el orgullo del gentilicio llanero.



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Oscar Adolfo Alvarado

Licenciado. Vicepresidente del Consejo Legislativo del Estado Apure. Presidente de la Sociedad Bolivariana del Municipio Biruaca.

 desideratum_apure@yahoo.com      @oscaradolfopcv

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